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The Tarantino Show

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Para empezar, quiero decir esto: son nueve letras las del apellido del director que dejó de meterse en sus películas. Descartó ser como H I T C H C O C K, que siempre le salió bien lo de no actuar y aparecer en sus films.


T

Érase una vez el cine que le gustaba a mi padre: todas las películas de Cary Grant, James Stewart y Francis Albert Sinatra. Mejor no meterse con ninguno de ellos, empezando por La Voz que una vez hizo volar todo lo que había en una mesa de un restaurante, porque no le gustó la manera en la que el encargado le habló a una moza. Sí podés meterte con Steve Mc Queen en una escena de poca monta que a nadie le interesa. Un diálogo al pedo en una fiesta que es un plomazo. Pero mejor así, antes de que te gastes en probar suerte en alguna inolvidable con Peter Sellers y sus mocasines blancos; una Party disparatada que tenga mucho más que ver con el séptimo arte que cualquier película en la que capaz te abre la puerta Hugh Hefner de robe de chambre con cero joker a la derecha, o payaso a la izquierda; solo un par de gatitas, la del mes pasado y la del número que viene en las paginas centrales.


A

Si querés, podés probar suerte con una actriz joven, bella, haciendo de Sharon Tate embarazada, que no tiene la menor idea de cómo se siente ser una virgen. Por desgracia, en la vida real no tuvo la misma fortuna que Madonna en la escena inicial de Perros de la Calle. No hablan nada de Stone o Tate cuando discuten todo aquel asunto de la propina; no fue la moza a la que se le puede dejar más propina porque siempre las tazas estuvieron llenas de café. En la tierra de los sueños, si hay algo que sobra son actrices que trabajan de mozas por un rato y creen de verdad que un mágico día aparece un director de cine famoso que se las lleve de las comandas a los Globos de Oro. Mejor que no sea un productor que haya fundado Miramax. Puede que en ShortCuts la mujer del chofer de la limousine no espere otra cosa, pero es Raymond Carver. Su marido no hay un día que vaya a dejar de tomar.


R

Mi padre puede nombrar sin Vértigo o amnesia a todas las estrellas de Hollywood de los días que en esta historia entran en agonía. Sus tres Marías son Greta, Grace, Novak. Conoce bien el resto de la Vía Láctea. Son como Los Pájaros fugaces que volaron en blanco y negro, hasta La ventana indiscreta en colores, luego de un Desayuno en Tiffany’s donde alguien pidió tres que se cumplieron: un gato llamado Cat, un tranvía Deseo y una noche en Casablanca. No hay saludos cordiales a Groucho Marx, o cartas al cine mudo más famoso de Charles Chaplin. Eso sí fue Hollywood una vez, cuando unos hombres parecidos a los fotografiados en el break de una obra en un rascacielos de Nueva York colocaron las letras gigantes en una montaña. Más lindas, claro, que las de la rambla en el Kibon.


A

Todo sucede en los días que el hombre soñaba con ir a la Luna. Un Charles peor que maldito, no escritor, no cartero, no Kerouac, andaba suelto por la vuelta. Hit the road Manson: vos y tu familia, y no vuelvas, porque singles en la radio no vas meter ninguno. Jinetes en la tormenta que ningún vecino vio venir, porque no iban montados a caballo, ni disfrazados de blanco, ni encapuchados. Requiere un lote de imaginación. ¿Acaso alguien sabía antes de ver la película de James Cameron que el Titanic, para hundirse, se iba a dar con un cacho de hielo más grande que la carcajada de cuando Bruce Lee vuela porque un doble de riesgo no estaba en un buen día?

N

Hay una actriz que puede morir como en el mejor capítulo del E! Hollywood true sad story, igual que en la canción de un cantante canadiense (que no es Neil Young), donde las últimas tres palabras cambian por ending. Ni Stevie Wonder, por más supersticioso que fuera, lo vio venir. De intriga internacional tipo JFK no hay nada en esta historia. Está todo listo en un estudio más real que el de The Truman Show, puesto a punto con autos como los que cantaban los Eagles cuando le robaron una canción a Tom Waits antes de alojarse en ese Hotel que tiene una sucursal en la calle San José.

 

T

No suena ninguna canción del Lobo Estepario, y Brad Pitt, el doble de riesgo en la vida de real de Leo Di Caprio, no precisa una Harley Davidson para ser salvaje o que no le importe morir. Le alcanza y le sobra con subirse al techo de la casa de su jefe con un cerveza para que el otro, que teme por su futuro, agarre antena. Es mucho más un Handy Risky que un Hurdy Gurdy Man, salvo cuando maneja ese Cadillac que no es suyo, prende la radio y sube a alguien que lo lleva derechito a la boca del lobo donde escuchan canciones de amor, locura y muerte. Hay un hombre moribundo en una cama que puede haber apoyado su cabeza en algo más complejo que un almohadón de plumas, pero quién iba a traducir a Quiroga en un lugar donde filmaban películas de vaqueros, si estaban todos elevados mirando la tele igual que sus padres, pero emporrados.

I

En aquellos días, lo que venía después de la fama en el cine era probar suerte en una serie tipo Barila Western. Se le dice así, digo yo, cuando no se rueda en Italia, no se estrena en el cine y lo pasan directo por aquel invento que de casualidad no cambió el sentido en el que gira a la tierra. Es todo en bajada de un momento a otro. Es más rápido que furioso cuando los papeles cambian. Cuando te llaman para que hagas de malo, sos el ex bueno que entra en declive. Te queda mucho más claro cuando Al Pacino te lo explica. Tan claro como las lágrimas y el Pánico de no ir a parar a Las Vegas. Más bien, directo sin escalas, a donde hacen los mejores zapatos del mundo y algo de la mafia saben.


N

Es la número nueve de Quentin. Se dice que le queda una más y se retira. No le creo nada a él o a quien lo haya citado. Tarantino’s Films llegamos a once. Faltan varios asuntos por donde andar. Ya quedó claro que se puede cambiar el orden de los cosas. Se puede ir de atrás para adelante y del medio para el centro, y cambiar los finales tristes, por no tan tristes.

¿Que tal, amigo, si nos vamos un rato a la ciudad que no duerme y nos paramos en un esquina donde tocaban bandas como los Talking Heads, Ramones, Patti Smith, Lou Reed, Iggy Pop, para ver si pasa un taxi amarillo y hacemos una película de eso? También puede ser una gira mágica por Londres: no hace falta pasar por Liverpool, ya hicieron Yesterday.

Seguro queda una del tipo autobiográfica donde las guiñadas sean todas las partes de tu vida que no conocemos. Tenés que estar muy gaga para hacer la película de un muchacho que trabaja en un video club que manda un guión con el nombre de Asesinos por Naturaleza y un tal Oliver Stone lo filma de una manera en que cuando te hacés famoso decís que hubieras preferido quemarlo. Ahora al menos sabemos que hay un lanza llama muy bueno que ya de paso prende fuego al director que te puso por primera vez en una pantalla.

Lo que necesitaba decir, lo que pasa esta vez con la nueve te llueve, es que habiendo conseguido un frasco de esos en los que podés atrapar luciérnagas, lo abriste y salieron todas juntas. No quiero decir que son guiñadas, porque debe ser lo peor que te pueden decir. Me gusta mucho más la idea de las luciérnagas. Son cientos, casi tres horas de esas.


O

Es fácil cuando hay un Moris Garage descapotable y alguien se parece a Roman Polanski. Te sobra el presupuesto, no hace falta poner el auto arriba de una zorra de un camión como aquella escena del cana undercover que sangraba y sangraba en el asiento de atrás. El playlist es bueno y la copilota de la que no se sabe de cuántos meses está es mona como la original. Les lleva una cantidad de tiempo llegar de la casa de los vecinos hasta la Mansion de Playboy donde hay una fiesta. Todos se parecen a una canción de REM en un disco que se llama Out of Time que es una canción de los Rolling Stones que está metida en la película, pero no incluida en la banda de sonido.

Ya quedó claro desde el principio, desde el crepúsculo al amanecer que te sale bien lo de elegir las canciones para tus films. Hay muchas cosas que están fuera de discusión, en el caso de que esto fuera futbol. Se sabe bien que el hombre que dirige y escribe sus películas a esta altura aprendió a no probar más suerte con la actuación. Le sale mucho mejor poner el ojo donde todos los que le enseñaron alguna vez lo tuvieron. Es bueno hacer un homenaje a los días dorados, pero es mejor decir que la nueva película de Tarantino, no la última, tampoco la penúltima, es una maravillosa historia de dos amigos que saben cómo meterse en problemas y cómo salir de ellos sin que se les manche el pantalón.

No hay quién vaya a sumergir tu voz Quentin, nadie. Andabas con ganas de limpiar a unos mugrientos, peores que una plaga. ¿Que hacen esos hippies que evitan el molesto baño diario merodeando por las colinas? ¿Por qué no van allá donde una vez empezó a llover hace 50 años y se cubren todos de barro? Porque acá en Érase un vez Hollywood, se van a convertir en polvo, fueron polvo calcinado.

Por más información dirigirse a la sala más próxima donde Leo Di Caprio esté una noche estudiando sus guiones de cómo arrojar a esa niña al suelo y no morir en el intento.

 


¿Quiénes cantaron?

01 Hayden – Hollywood ending
02 Tom Waits – Ol’ 55
03 Donovan – Hurdy Gurdy Man
04. Neil Young – Only love can break your heart
05. Mark Mulcahy – Let the fireflies fly away
06 REM – Shiny happy people.
07 Fernando Cabrera – Punto muerto
08 Joni mitchell – Woodstock


Galgomundo, sábados de 14 a 18 hs, repite los domingos de 18 a 22 hs en Radiomundo 1170 AM.

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