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Sistema Nacional de Garantías para Empresas (Siga): ¿Cómo se utilizó? ¿Qué resultados arrojan las cifras desde el inicio de la pandemia?

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El uso del Sistema Nacional de Garantías para Empresas (SiGa): Análisis de las cifras en 2021 y desde el inicio de la pandemia

ROMINA ANDRIOLI (RA): Una de las medidas que tomó el gobierno al inicio de la pandemia fue la creación de nuevos fondos de garantía para empresas, los llamados SiGa, con el objetivo de facilitar la obtención de créditos y evitar mayores dificultades en las cadenas de pago. El primero de ellos fue el SiGa Emergencia (con foco en las empresas micro, pequeñas y medianas de menor tamaño) y luego fueron creados el SiGa Turismo (más tarde modificado y denominado SiGa Impulso) y el SiGa Plus (para empresas medianas y grandes), que operó por algunos meses (hasta abril de 2021).

Algunos días atrás se publicaron las cifras cerradas de la operativa canalizada en estos sistemas durante 2021 y sobre eso es que les proponemos conversar en estos próximos minutos. ¿Cuántas operaciones se realizaron a través de los distintos SiGa durante el año pasado y por qué montos? ¿Cuáles fueron los sectores que recurrieron más a estos sistemas? ¿Qué instituciones del sistema financiero fueron las más activas? Para responder estas y otras preguntas estamos con la economista Florencia Carriquiry, socia de Exante.

RA: Como adelantaba recién, estos fondos de garantía, denominados SiGa, fueron presentados durante 2020 para facilitar el acceso al crédito de las empresas, ¿verdad? ¿Podemos comenzar por explicar brevemente como funcionan?

FLORENCIA CARRIQUIRY (FC): Si. A ver, estrictamente el SiGa como tal fue creado mucho antes de la pandemia, en 2008, pero con la llegada del covid estos sistemas fueron reimpulsados y ampliados con el objetivo justamente de brindar nuevas líneas de garantías más flexibles y económicas para respaldar los créditos de las empresas que estaban sufriendo el impacto de la pandemia, sobre todo con foco en las empresas micro, pequeñas y medianas (cubiertas por el SiGa emergencia), que con la caída abrupta de la actividad vieron afectadas su operativa y sus posibilidades de financiamiento y no contaban con garantías propias para respaldar sus necesidades de crédito.

Estos sistemas básicamente otorgan garantías que las empresas utilizan como respaldo de los créditos que se solicitan ante las instituciones que operan con el sistema (prácticamente todos los bancos de plaza y otras instituciones financieras no bancarias). De esta manera, estas empresas pueden accedes a créditos en mejores condiciones de lo que lo harían sin esas garantías.

Los montos de garantía, los plazos y los usos que pueden tener los créditos concedidos bajo este sistema varían según cada fondo y los requisitos para acceder también pueden variar, pero en general basta con ser una empresa formal, estar al día con las obligaciones de BPS y DGI, tener una capacidad de pago razonable y determinados niveles de calificación crediticia (no se puede ser ya moroso por otros créditos).

Como decías, al inicio de la pandemia, en abril de 2020, comenzó el SiGa Emergencia para las Pymes y luego en noviembre de 2020 iniciaron la operativa el SiGa Turismo (que luego pasó a denominarse SiGa Impulso y amplió su cobertura a otros giros también muy impactados por la pandemia) y casi al mismo tiempo se creó el SiGa Plus (para las empresas grandes), que funcionó hasta abril de 2021.

RA: Bien. ¿Y qué muestran las cifras de uso de estos sistemas? ¿Cuántas operaciones de crédito y por qué montos se canalizaron a través de estos sistemas de garantía?

FC: El SiGa Emergencia ha sido sin dudas el más utilizado. En 2020 (desde su creación en abril) se brindaron unas 17.700 garantías por unos US$ 494 millones. Luego, ya con la economía recuperándose, se moderó su uso, pero mantuvo una operativa relevante también durante todo 2021, con unas 10.600 operaciones en el conjunto del año pasado (eso es un promedio de casi 900 operaciones por mes), por algo más de US$ 150 millones.

En términos del monto de los créditos garantizados por esta vía, estamos hablando de unos US$ 656 millones en 2020 y de unos US$ 313 millones en 2021. Para ponerlo en perspectiva, eso es aproximadamente un 16% de los créditos totales a Pymes originados en 2020 y un 7% del total en 2021.

En el caso del SiGa Turismo (ahora SiGa Impulso) el universo de empresas cubierto es mucho más acotado y los montos manejados fueron mucho menores. Concretamente, desde su creación en noviembre de 2020 hasta fines de 2021 se respaldaron unos 360 créditos por unos US$ 23 millones.

RA: ¿Y el SiGa Plus? Funcionó por un período bastante más breve, pero ¿cuánto crédito se canalizó por este sistema?

FC: El SiGa Plus jugó un rol muy puntual dado que en general las empresas medianas y grandes tienen activos propios que pueden utilizar como garantía de sus créditos. En ese sentido, durante los meses en los que funcionó (entre diciembre 2020 y abril 2021), el SiGa Plus concedió unas 230 garantías por casi US$ 25 millones. Según los datos publicados bajo este sistema se concedieron unos US$ 76 millones de crédito, lo que representa menos del 1,5% de los créditos otorgados a empresas medianas y grandes durante los meses en que funcionó este sistema.

RA: Y ¿qué muestran los datos por sector de actividad? ¿Las empresas de qué sectores recurrieron más a estos sistemas?

FC: Si de nuevo nos concentramos en el SiGa Emergencia, que fue el de uso más extendido, los sectores que más recurrieron a este sistema fueron el Comercio (con casi el 40% de los montos garantizdos), el Agro (con casi el 25%) y los Servicios (con poco más del 20%).

A nivel del SiGa Turismo (hoy SiGa Impulso) por definición han sido empresas de ese sector y de algunos otros rubros muy impactados por la pandemia (Como el transporte y algunos giros del comercio) y en lo que hace al SiGa Plus, durante los meses en que funcionó las empresas que más lo utilizaron fueron nuevamente las del sector Comercio (con un 34% del monto total garantizado). En segundo lugar, la Industria Manufacturera (con casi el 20%) y luego los Servicios y la Construcción con poco más del 15% cada uno.

RA: ¿Y desde la perspectiva de las instituciones financieras que operaron con estos sistemas? ¿Cuáles fueron las más activas?

FC: Mirando todos los SiGa en conjunto, el BROU fue la institución con más créditos concedidos con estos sistemas, concentrando algo más del 30% del total, en segundo lugar se ubicó el Santander, con el 25% del total y más abajo Scotiabank e Itaú, con el 14% y el 13% respectivamente. Luego aparecen el BBVA con el 9%, HSBC con el 5% y República Microfinanzas con el 3%.

Si uno compara estas participaciones con los market share de cada banco en el crédito corporativo según la última información de balances auditados (a junio de 2021), vemos que el BROU, el Scotia, el BBVA y República Microfinanzas son instituciones que tuvieron participaciones más altas en el uso del SiGa que en el crédito corporativo en general, Santander y HSBC tuvieron una participación similar en los créditos SiGa que en el mercado de créditos corporativos en general, mientras que Itaú tuvo menor relevancia en los créditos SiGa de lo que es su participación en el crédito corporativo en general.

RA: En definitiva, y con todos estos datos sobre la mesa, ¿qué evaluación puede hacerse de estos sistemas de garantía y del rol que jugaron en la evolución del crédito a empresas durante la pandemia?

FC: La verdad  que pese a los temores que surgieron al inicio de la pandemia con la caída brusca de la actividad económica, en Uruguay no se observó una contracción del crédito a las empresas tras la llegada del covid. De hecho, el crédito corporativo en dólares bajó apenas 1% en 2020 pero creció casi 11% hasta noviembre de 2021, mientras que el crédito corporativo en pesos tuvo un dinamismo destacado, subiendo 26% en 2020 y 16% en enero-noviembre de 2021 (muy por encima de la inflación en ambos períodos).

A nuestro juicio el mantenimiento de buena disponibilidad de crédito obedeció a varios factores. Por un lado y al igual que en el resto del mundo, la política monetaria mantuvo un sesgo expansivo (aunque menos intenso de lo que se vio en varios países del mundo) y eso seguramente contribuyó a la oferta de crédito en moneda nacional. Además, es claro que la pandemia encontró al sistema bancario sólido, con buenos niveles de liquidez y solvencia, fruto de la combinación de una regulación adecuada en los años de crecimiento y de una la gestión de las propias instituciones. A esto se agrega que el BCU respondió de buena manera al shock, ajustando las regulaciones para facilitar la concesión de créditos y las refinanciaciones. Y, por último, un elemento que a nuestro juicio también fue importante es que el covid generó un shock muy negativo en la economía pero que prontamente se visualizó que era un shock mayormente transitorio. Y en ese marco las instituciones se mostraron bien dispuestas a facilitar refinanciaciones de créditos y otorgar nuevos créditos para pasar los momentos más difíciles.

En definitiva, en nuestra opinión es innegable que el SiGa fue un instrumento que funcionó bien y que fue aprovechado por varias empresas (sobre todo micro y pequeñas con más dificultades de acceso al crédito), pero la disponibilidad de créditos tras la llegada del covid fue significativa más allá de esta herramienta.