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El lado humano de un Magistrado

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“En el buen sentido de la palabra, bueno”, dice Beatriz homenajeando al doctor Juan Pedro Tobía, a un mes de su fallecimiento.


Hoy, 19 de julio, hace un mes que nos dejó el Dr. Juan Pedro Tobía Fernández, quien culminó su carrera siendo ministro del Tribunal de lo Contencioso Administrativo.

Como funcionaria, tuve el privilegio de trabajar con él desde el año 1997, cuando fuera designado para integrar el Tribunal en lo Civil de 4to. Turno, junto a los Dres. Eduardo Turell y Jorge Larrieux.

En el mundo de hoy, donde la persona existe si sale en los medios de comunicación, prefirió pasar inadvertido trabajando en silencio.

Durante todo este tiempo pude ver un gran Magistrado pero también un ser humano excepcional e inteligente. Nunca diferenció a las personas por su título o nivel social. Compañero de todos, indicaba los errores sin alzar la voz, corrigiendo con sutileza sin señalar a nadie porque, siendo un equipo, la responsabilidad se compartía.

Fue un componedor por naturaleza en todos los órdenes de la vida para solucionar los problemas de manera justa y pacífica.

Gran hincha y socio de su querido Club Defensor, le transfirió ese amor a sus hijos y nietos.

Amenizaba las reuniones con chistes, anécdotas de vida y viajes; dejándonos, sin proponérselo, lecciones de vida.

Lo vi debatiendo y abierto a nuevas ideas cuando trataba temas de la Justicia; preocupándose por estar al día.

Humano y solidario, su despacho siempre estuvo abierto para escuchar al funcionario que quisiera plantearle un problema.

Pocas personas fueron tan queridas y respetadas por quienes lo conocieron.

Por años enfrentó su enfermedad bromeando sobre la misma. A pesar del sufrimiento que le causaba, nunca dejó de preocuparse por seguir trabajando para que el justiciable no se viera resentido.

Hasta el final de sus días, fueron apoyo incondicional su compañera de vida y la hermosa familia que juntos construyeron.

Tendría mucho más para contar pero quiero terminar con una frase que el doctor Tobía solía decirnos con frecuencia: “Sean buenos y sean felices”. Así vivió y, parafraseando al poeta Antonio Machado, fue “en el buen sentido de la palabra, bueno”.

Beatriz Ferreirós
Vía correo electrónico


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