Molino San Salvador, que entró en concurso de acreedores y suspendió su actividad en el mes de enero, volverá a operar en los próximos días por decisión de la sindicatura. Paralelamente, dos inversores han mostrado su interés en adquirir la industria, ubicada en la ciudad de Dolores, Soriano, que no presenta problemas de viabilidad, según distintas fuentes del sector.
Informe: Rodrigo Abelenda
Los problemas de dos plantas industriales importantes del interior marcaron la agenda en el arranque de 2017.
En este mes de febrero Fanapel anunció lo que se temía: el cierre de su fábrica en Juan Lacaze, que dejó sin empleo a 300 personas. Antes, en la última semana de enero, el histórico Molino San Salvador, envió al seguro de paro a todos sus 120 empleados.
Todo indica que en el caso de Fanapel no hay alternativas de reapertura, por lo menos a mediano plazo; así quedó claro luego de varias reuniones entre la firma, el sindicato y el Poder Ejecutivo. En cambio, en Molino Salvador el panorama aparece más alentador.
Para empezar, el problema es diferente. Molino San Salvador se vio obligada a suspender la producción ya que había entrado en concurso de acreedores y todas sus cuentas bancarias se encontraban congeladas, incluida aquella desde la cual se pagaban los salarios. Pero todos coinciden en que el negocio es rentable y que la reapertura es perfectamente posible.
En ese sentido, en las últimas horas se dieron dos novedades auspiciosas.
El director nacional de Trabajo Juan Castillo, informó a En Perspectiva que dos inversores interesados en comprar el molino se presentaron ante el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social: la firma argentina Molinos Cañuelas y Gonzalo Ruiz, ex propietario de Molino San Salvador.
Mientras tanto, el síndico Gabriel Ferreira, encargado de supervisar el concurso, ordenó la compra de trigo para que el molino vuelva a producir a comienzos de marzo, de forma de mantener activa la planta -y por ende valorizarla ante una posible venta- preservando, al menos temporalmente, las fuentes de trabajo.
La historia
Molino San Salvador fue fundado en 1889 y hasta 2010 fue propiedad de Industrias Harineras SA. Ese año el molino fue adquirido por el grupo integrado por Cereoil, como accionista mayoritario (55%), y la estadounidense Seabord S.A, con el 45% de las acciones. En ese momento pasó a denominarse Molino Dolores.
Luego de seis años de actividad, en setiembre de 2016, Seabord S.A solicitó que se realizara un llamado a concurso de acreedores. El dirigente de la Federación de Obreros y Empleados de Molinos y Afines, Marcelo Contrera, dijo a En Perspectiva que Seabord no encontraba “las cuentas claras” y responsabilizaba a la cara visible de Cereoil, William Jhonson, quien no ha podido ser ubicado por el sindicato desde setiembre de año pasado.
En definitiva, según Contrera, se llegó al concurso debido a diferencias entre Seabord y el grupo Cereoil, y no por dificultades de viabilidad de la empresa. "Es un molino muy rentable, son 500 toneladas por día, toda maquinaria nueva. Por eso anduvimos como locos. No hay pérdidas. Es mala gestión nada más. No hay pérdida", sostuvo Contrera.
Por su parte, el síndico Gabriel Ferreira dijo a En Perspectiva que a partir del análisis preliminar que se ha realizado se concluye que las dificultades que padeció Cereoil individualmente terminaron afectando a Molino San Salvador, una de sus unidades de negocios.
El grupo Cereoil llegó a ser una de las principales exportadoras de granos del país y planeaba instalar una planta de aceite de soja en la Playa la Agraciada, en Soriano, por un valor superior a los 150 millones de dólares. La empresa entró en concurso aquejada por una situación financiera complicada y deudas superiores a 50 millones de dólares con bancos públicos y privados.
El futuro
Ahora el síndico Gabriel Ferreira ordenó comprar trigo con la idea de alcanzar una producción de 6 mil toneladas mensuales.
"El objetivo fundamental es mantener y preservar el valor del molino porque entendemos que si deja de funcionar pierde dramáticamente su valor y reactivarlo se hace cada vez más difícil. Y también preservar las fuentes de trabajo de la zona", sostuvo Ferreira.
Según el perito, si no media ninguna propuesta del deudor es “altamente probable” que se proceda a la venta del molino a un inversor para que los acreedores del concurso puedan cobrar.
Sin embargo, agregó, antes de evaluar cualquier oferta, los acreedores tienen 60 días para verificar sus créditos. Luego de ese paso, el síndico hará un informe y determinará el pasivo de la empresa. Finalmente se hará un inventario para valorizar los activos y recién entonces se podrá evaluar las ofertas de compra que existan. Mientras tanto, es fundamental mantener funcionando a la planta industrial para valorizarla.
El próximo jueves el síndico se reunirá con el sindicato para definir la fecha de comienzo de la producción, que será a principio del mes de marzo. La idea es incorporar a toda la plantilla de trabajadores.
Castillo se mostró conforme con esta salida transitoria, que también fue utilizada en otras empresas que cerraron como Metzen y Sena, Green Frozen en Bella Unión, o la pesquera Fripur: "Cumple varias funciones. Los trabajadores están trabajando, el molino está produciendo, la sociedad está menos conmovida en el entorno de la localidad y además se potencia el valor en el mercado", sostuvo Castillo.
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Crédito Foto: Molino Dolores/Nolston S.A.