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In Memoriam. Al fallecer Gonzalo Aguirre, recordamos su participación en una tertulia especial a 20 años del acto del Obelisco

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Foto: Gonzalo Aguirre en 2010. Crédito: Nicolás Celaya /adhocFotos

Fue el acto político más grande de la historia de Uruguay. El del "Río de libertad" reunido frente al Obelisco a los Constituyentes. El de la proclama leída por Alberto Candeau y escrita por Enrique Tarigo y Gonzalo Aguirre que llamó a un Uruguay sin exclusiones. Aguirre junto a Danilo Astori, Ope Pasquet y Guillermo Chifflet recuerdan aquella tarde soleada en la que "la dictadura había muerto en el corazón de cada uno de nosotros".

EN PERSPECTIVA
Jueves 27.11.2003, hora 8.50.

(Grabación:)

"PROCLAMA LEÍDA POR ALBERTO CANDEAU:
Los partidos políticos uruguayos, todos los partidos políticos, sin exclusión alguna, han convocado hoy al pueblo a celebrar la fecha tradicional de la elección de sus gobernantes y a proclamar su decisión irrevocable de volver a ejercer su derecho al sufragio de aquí a un año, el último domingo de noviembre de 1984.

Lo hacen al pie del Obelisco a los constituyentes de 1830, autores del primer Código Fundamental de la República, en el que los orientales ratificamos nuestra voluntad de constituirnos en Nación libre y soberana y consagramos la norma sesquicentenaria que instauró la noble práctica de renovar a los representantes de la ciudadanía mediante su voto libérrimo, en un día como el de hoy, el postrer domingo del mes que ya fenece."

(Fin de la grabación)

EMILIANO COTELO:
Era 27 de noviembre de 1983, eran las cinco y media de la tarde, era el obelisco, el Parque Batlle. Así hablaba Alberto Candeau leyendo la proclama de aquel acto al que habían convocado los partidos políticos uruguayos, todos los partidos políticos, como enfatizaba el propio Candeau en el comienzo de este texto. El estrado que presidió la concentración tenía como telón de fondo la leyenda "Por un Uruguay democrático sin exclusiones".

***

(Grabación:)

"AC – …el anhelo de libertad y la vocación democrática constituyen el común denominador de todos los hombres y mujeres nacidos en esta tierra.

Y el pueblo ha dicho presente. Lo testimonia esta multitud inmensa, y pacífica, jubilosa y esperanzada".

(Fin de la grabación)

***

EC – Se están cumpliendo hoy 20 años exactamente, por eso hemos convocado a una Tertulia especial, a cuatro protagonistas de aquella jornada, cuatro de los dirigentes que estuvieron en el estrado del obelisco el 27 de noviembre de 1983.

Están con nosotros el doctor Gonzalo Aguirre, el diputado Guillermo Chifflet, el senador Danilo Astori y el doctor Ope Pasquet.

¿Tenían presente este aniversario, eran conscientes en estos días de que se acercaba esta fecha?

DANILO ASTORI:
Sí, yo era consciente, además porque se venía comentando públicamente la proximidad de la fecha. Los uruguayos somos afectos a realizar conmemoraciones especiales en las cifras redondas de aniversarios, ¿no? Los 10, los 20, los 30 años… A veces toca alguno de decena y media. Pero en este caso los 20 años del Acto del Obelisco se veían venir y todos los recordamos con mucha emoción. Ahora las rememorar las palabras de Candeau leyendo aquel texto brillantemente escrito por Gonzalo Aguirre y Enrique Tarigo, nos emocionamos nuevamente.

EC – ¿Qué recuerdos le trae al doctor Aguirre, por ejemplo?

GONZALO AGUIRRE:
Recuerdos imborrables de todo el proceso que inesperadamente se desencadenó, porque lo cierto es que los partidos políticos, los que se nos permitía funcionar, estábamos un poco desorientados después de la ruptura inevitable de las conversaciones del Parque Hotel, del invierno de aquel año 1983. Los militares prácticamente planteaban otra vez lo que el pueblo había rechazado en el plebiscito de 1980. Entonces tuvimos que levantarnos y decir que eso no iba más. Había señales de dureza, era como un ir y venir, una cosa en zigzag en la conducción militar; de repente aflojaban un poco y de repente se llevaban preso a algún dirigente y cerraban un semanario. No veíamos muy bien cómo íbamos a salir hasta que un día de esa primavera, en la casa del profesor Juan Pivel Devoto, donde nos solíamos reunir, un domingo, si no me falla la memoria, estábamos Carlos Julio Pereyra, Fernando Oliú, Pivel, Julio María Sanguinetti, Enrique Tarigo, Jorge Batlle y yo. Creo que fue a Batlle a quien se le ocurrió hacer un gran acto cuando fuera aproximadamente en la fecha de las elecciones el año siguiente. Todos dijimos que sí pero creímos que los militares nos iban a decir que no. Y realmente fue una sorpresa. Yo no sé si creyeron que el acto iba a fracasar. Un día habría que preguntarles a los militares por qué lo permitieron. Se hicieron un gol en contra como el del jugador de Brasil el otro día.

EC – Habían existido algunas señales de flexibilización, por ejemplo se había permitido por primera vez un acto del Día de los Trabajadores, ese mismo año, el 1º de mayo, junto al Palacio Legislativo. Esa concentración fue convocada por una organización que nacía en ese momento: el Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT).

GA – Fue antes de las conversaciones del Parque Hotel; después las cosas se endurecieron porque ellos creyeron que los partidos íbamos a ir -como se dice vulgarmente- a entregar el rosquete.

DA – Aquel acto del 1º de Mayo fue enorme…

GA – Fue enorme.

DA – …Una acotación: no en balde se eligió el último domingo de noviembre.

GA – Eso fue motivo de una discusión muy dura en la casa del doctor Vicente Chiarino…

DA – Exacto.

GA – …entre Fernando Oliú, mi inolvidable amigo, y el señor Humberto Ciganda. Oliú quería que fuera el 30 de noviembre, que naturalmente era la fecha del plebiscito del 80, pero también eran los 25 años de la victoria del Partido Nacional (PN) y no caía en domingo. No parecía muy adecuado. Al final se impuso la tesis de que fuera el último domingo para hacer el simbolismo o el paralelo con el próximo último domingo de noviembre en que se tenían que celebrar -y se celebraron- las elecciones.

EC – Recordemos algún dato más del contexto. Un año antes habían tenido lugar las elecciones internas de los partidos políticos habilitados, que eran el Partido Colorado (PC), el PN y la Unión Cívica (UC).

GA – Para decir toda la historia como fue: consecuencia de la ley de partidos políticos; y para hacer justicia entre todas las luces y sombras de una trayectoria: el general Abdón Raymúndez fue quien empecinadamente, presionando dentro del estamento militar y con la posición contraria del presidente de facto, Gregorio Álvarez, logró sacar adelante esa ley que condujo a las elecciones internas y al funcionamiento, por lo menos, del PC, el PN y la UC.

EC – En este año 83 que estamos considerando permanecían proscriptos el Frente Amplio (FA) y sus partidos integrantes, y permanecía proscripta una cantidad muy grande de dirigentes.

GA – Casi todos los proscriptos estuvieron en el estrado.

DA – Claro, salvo los que estaban presos o exiliados.

EC – Unos días antes del acto se había desproscripto una lista corta de 25 personas, entre ellas, por ejemplo, Carlos Julio Pereyra. En esas condiciones se produce la convocatoria a este acto. Aquí tengo el volante que se distribuía, que dice: "Ahora al obelisco, por libertad, democracia, trabajo, todos juntos. Domingo 27, 17 y 30 horas. Partidos políticos uruguayos". Convocaban todos. Ese detalle no era menor.

GUILLERMO CHIFFLET:
Exactamente. Dos breves recuerdos: el 1º de mayo de 1983, que fue realmente muy importante, fue un río también…

DA – Tremendo.

GCh – …desde todos lados. A ambos actos, el del 1º de Mayo y al estrado del Obelisco, fui acompañando al compañero José Pedro Cardoso, designado por el Partido Socialista, que desde luego estaba en la ilegalidad hasta ese momento.

Me parecen muy destacables muchos de los conceptos que he releído y escuchado estos días. Entre otras cosas, el pueblo recuperaba o planteaba su papel protagónico y esto se hacía en un tono sereno pero desafiante, muy claro, diciendo que se había "agotado y agostado" el período militar.

GA – Palabras del doctor Tarigo, las redactó él.

GCh – Muy interesante; yo sabía que la redacción había sido suya con intercalados.

GA – Después le voy a contar cómo fue eso.

GCh – Yo tenía esa información a partir de los informes que hacía en nuestras reuniones el compañero José Pedro Cardoso. Creo que eso y algunas frase que se me grabaron y que subrayé estos días, parecían escritas para Candeau, porque la voz realmente era de algún gran actor, de estos capaces de decir una tragedia clásica de la mejor manera, por ejemplo el concepto de que Prometeo fue grande cuando le dijo "no" a los dioses con pies de barro. Hubo otra frase diciendo que el país necesitaba y llegaría con seguridad a tener libertades, democracia y una prédica libre que ningún Torquemada pudiera clausurar por decir su verdad. Esta frase me parece importantísima para ese estilo de Candeau. Sé que no fueron escritas así, porque sin ninguna duda cuando se escribió el texto no se sabía quién lo iba a decir. Quizás el doctor Gonzalo Aguirre pueda decirnos ahora cómo se designó al orador.

EC – Sí, ese es uno de los puntos interesantes para explorar en esta charla: cómo se redactó la proclama, los entretelones, cómo se eligió la voz que sería encargada de comunicarla. Está con nosotros el doctor Aguirre, uno de los autores; el otro fue el doctor Enrique Tarigo, hoy fallecido. Pero Ope Pasquet estaba muy cerca de Tarigo en aquellos momentos, ¿no?

OPE PASQUET:
Sí, cómo no. Sin perjuicio de lo que dijeron quienes hablaban, en particular Gonzalo, sobre el contexto político y las precisas marchas y contramarchas que en cada momento se daban, lo precario de todo aquello en aquel momento, el recuerdo que me viene a la memoria cuando pienso en aquel acto es aquella gran emoción compartida que sentimos todos los que fuimos, en aquel día de sol. Más allá de los problemas que había antes y de los que iba a haber después -obviamente pensábamos que no iba a ser fácil-, aquella tarde todos teníamos la confianza de que el reencuentro con la democracia estaba ahí, fuimos con la convicción de que así era. Tengo presente la marcha hacia el lugar del acto, yo iba caminando con un grupo de amigos por bulevar Artigas y el sol, la vibración de aquella jornada… era todo sonrisas, todo alegría, todo confianza. La dictadura ahí había muerto en el corazón de cada uno de nosotros, sabíamos que ese tiempo había pasado, que había que buscarle la vuelta, sería antes o después, por un lado o por el otro, pero que al final la democracia se iba a restablecer en el país. Recuerdo aquella jornada como de emoción profunda y de confianza en el triunfo democrático.

EC – Cuando con esa marcha ustedes llegaron al Obelisco los recibió una música que estaba propalándose por los parlantes. Una canción que fue de alguna manera la cortina musical.

DA – Libertad, libertad.

OP – La recuerdo y me erizo todavía.

EC – Cuántas veces se pasó aquella tarde esta canción no sé, nadie lo sabe. "Libertad sin ira", ese es el título, del grupo español Jarcha.

DA – Una versión que además había utilizado El Galpón para musicalizar una puesta en escena que se llamaba así: "Libertad, libertad". Fue una especie de himno de la época, porque esta versión de Jarcha, un conjunto contestatario español, obviamente fue también un himno de las fuerzas contra el franquismo.

Una pequeña acotación. Creo que la salida del acto fue más festiva que la llegada, porque nos fuimos con la convicción de que había salido todo bien.

EC – Exacto.

DA – La llegada fue muy alegre, pero con una cuota de duda. ¿Saldrá bien? ¿Habrá gente?

EC – ¿Habrá incidentes?

DA – ¿Habrá incidentes…? Pero la salida, después de haber sido todo tan perfecto, fue impresionante; yo la recuerdo también, como Ope, llegada y despedida impresionantes. Me quedo con la despedida.

OP – Yo tenía cierta inconciencia juvenil quizás en aquellos años, pero fui con una fe ciega y salió todo bien.

EC – ¿Cuáles eran las dudas? Por ejemplo: ¿imaginaban esa multitud que se terminó concentrando en el Obelisco?

GCh – Conversábamos con el compañero Cardoso, que paró el auto varias cuadras antes pensando que iba a haber bastante gente, y él hacía referencia al plebiscito del 80 diciendo que el pueblo era capaz de aquello y sin ninguna duda iba a ser capaz de reiterarlo en una manifestación pública. Luego en el texto del discurso comprobamos que había un gran sentido de unidad, se hablaba en nombre de todos los partidos; se llegó a decir "somos representantes de partidos autorizados y no autorizados, y no negamos nuestra filiación y nuestras adhesiones"…

GA – Candeau repitió dos veces la palabra "todos".

GCh – Exactamente.

GA – En la misma frase la repitió.

GCh – Ahí está, decía "filiación que ostentamos con legítimo orgullo". Se hablaba en un tono firme, sereno, pero también siendo claro y desafiante. Al principio me pareció, cuando vi la cantidad de gente que había en el estrado, que podía haber algunas diferencias, porque en el plebiscito del 80 las había habido, había habido sectores que se pronunciaron categóricamente a favor de apoyar la reforma propuesta por los militares y sectores en contra. Sin embargo el discurso planteó las cosas muy claras y el común denominador de todas las fuerzas, sobre todo, y el reclamo de protagonismo de la ciudadanía y de afirmación de las libertades. Con seguridad se manejaba esto.

DA – Y en las internas del 82 también hubo matices, incluso dentro de nuestra propia izquierda.

GA – Cómo no, seguro; sí, sí.

EC – 124 personas conformaron el estrado que presidió el acto; tengo aquí prensa de la época con una cantidad de fotografías muy interesantes.

GA – Presumíamos que iba a haber una multitud enorme, desde que los partidos tradicionales y la UC definimos invitar al FA, y el FA por supuesto aceptó y mandó a sus delegados … seguro el doctor José Pedro Cardoso y creo que Juan Pablo Terra…

GCh – Exactamente.

GA – …no teníamos duda de que iba a ir todo el mundo y de que iba a ir todo el mundo. Yo redacté "y el pueblo ha dicho presente, como lo testimonia esta multitud inmensa y pacífica, jubilosa y esperanzada", y así fue la multitud.

EC – Eso estaba redactado de antes.

GA – Estaba redactado antes.

DA – Lo que no obsta que superara todas nuestras expectativas.

GA – Superó las previsiones.

DA – Para mí superó totalmente las expectativas; yo esperaba una multitud, pero aquello fue…

GA – Ya se sabía desde el mediodía que se estaba llenando de gente.

DA – Sí…

EC – ¿Temían la posibilidad de incidentes? ¿Se sabía qué actitud iba a tener la Policía, qué iba a pasar con las fuerzas de seguridad?

GA – El acto estaba autorizado y había una multitud, la represión hubiera sido una catástrofe. En ningún momento pensamos que podía haber represión.

EC – No existía ese riesgo en el horizonte…

GCh – Dos detalles: en alguna manifestación posterior se temió que pudiera haber incidentes. Hubo manifestaciones que siguieron por 18 de Julio después con miles de personas. Y a propósito, se habla de 400, 450.000, nunca se determinó exactamente el número, fue enorme.

DA – Pero debe haber sido el acto político más grande de la historia de Uruguay.

GCh – Exactamente. Pero hubo también actos en Salto y en Paysandú.

GA – En Paysandú, donde habló Jorge Larrañaga.

GCh – Exactamente, creo que con 6.000 personas se dice en la prensa en Paysandú; y así en otros departamentos. Esto fue realmente impactante en todo el país.

***

EC – Seguimos en esta Tertulia especial, recordando los 20 años del obelisco que se están cumpliendo hoy.

(Grabación:)

"ALBERTO CANDEAU:
… El gobierno de facto al que la República fuera sometida hace más de diez años, se halla hoy agotado y agostado. No responde a ningún sector de la ciudadanía y constituye un elemento artificial, incrustado por la fuerza en la vida colectiva. Su aislamiento en el seno de la sociedad uruguaya es total, como lo es también su aislamiento internacional ante el conjunto de las naciones democráticas del mundo"

(Fin de la grabación)

Fragmento del manuscrito de la proclama del acto del Obelisco.
Puede verla completa haciendo clic en este enlace

***

EC – Escuchamos a Alberto Candeau leyendo la proclama; esa proclama que redactaron Tarigo y Aguirre. No podemos desaprovechar la oportunidad de tener al doctor Aguirre aquí.

GA – Eso se resolvió el domingo anterior al acto en una reunión nocturna en los altos de la casa del profesor Pivel Devoto, que era un poco nuestro cuartel central. Allí estábamos todos y Pivel me había dicho unos días antes: "Usted redacte", porque el que redacte decide o resuelve. Había que llevar un texto. Tarigo por su lado había hecho otro, cosa que ignorábamos, entonces cuando se dijo cuál iba a ser el texto de la proclama Tarigo dijo que él había preparado un proyecto sujeto a revisión y lo leyó. Estaba muy bien, el doctor Tarigo redactaba muy bien. Yo no quise decir nada porque parecía que iba a hacerle competencia; cuando Pivel dijo: "No, pero también el doctor Aguirre, a mi pedido, redactó otro texto". Yo lo leí y cuando terminé -esto sin falsa modestia-, el doctor José Pedro Cardoso dijo: "Sólo faltaron los aplausos". ¿Qué ocurrió? El doctor Tarigo dijo: "Sí, la verdad es que tiene más tono de proclama, es más enfático, convoca más a la emoción". Yo le dije: "Lo que pasa que en su texto hay conceptos que faltan en el mío, que están muy bien -cosa que era muy cierta-; ¿por qué no los ensamblamos?". Entonces se dijo que al día siguiente nos reuniéramos; pero él tuvo que viajar con el doctor Sanguinetti a Buenos Aires, no sé por qué razón. Como se venía el momento yo los ensamblé por mi cuenta, entonces la propuesta tiene trece párrafos que redacté yo y cinco redactados por el doctor Tarigo. Cuando quedó el documento único, Pivel Devoto, con aquella agudeza que tenía, dijo: "No se le notaron los puntos de sutura". No se nota que hayan intervenido dos plumas distintas.

EC – Les cuento a los oyentes que el doctor Aguirre tiene aquí, sobre una carpeta en la mesa, el original del texto escrito a mano.

GA – De mi puño y letra; yo siempre escribo a mano, soy de la era de la estilográfica o de la birome, como quieran. Están a máquina los párrafos que se intercalaron, redactados por el doctor Tarigo.

EC – Nos va a dejar copiar todo eso…

GA – Sí, sí, por supuesto; además algún día los tengo que mandar, antes de que se pierdan, al Museo Histórico Nacional.

Les voy a explicar por qué lo leyó Alberto Candeau. Se había formado una comisión donde intervenían representantes de los partidos políticos y del PIT-CNT, Asceep, FEUU, todo el mundo, para la parte operativa, es decir dónde se iba a sentar la gente, cómo se iba a ordenar -yo por ejemplo estuve en la primera fila entre Jorge Batlle y Rodríguez Camusso- y una cantidad de detalles más. Entre esos detalles estaba quién iba a leer la proclama. Se había discutido, se había dicho: "algún político no porque vienen los celos, porque es del partido tal"… Una de las razones por las cuales se leyó una proclama es que si no habría una competencia de discursos. Además no se tendría control de que a cada uno no se le escapara en la emoción o en el empuje del momento y dijera más cosas de las que se debía o algunas que no se compartieran. Entonces, Pivel Devoto le dijo al doctor Clavijo, que era uno de los representantes del PN, que propusiera a Alberto Candeau, cosa que fue aceptada sin el menor inconveniente… Diría yo: con entusiasmo y aplauso. Y efectivamente la elección no pudo ser mejor.

GCh – No obstante lo cual después hubo hasta amenazas contra Candeau y manifestaciones en el Consejo de Estado respecto del acto y el discurso.

***

EC – Continuamos con esta Tertulia especial… Habían quedado algunos apuntes colgados de la primera parte de esta charla.

GCh – Brevemente. Yo decía hoy que cuando iba hacia el acto con José Pedro Cardoso, él me decía con mucho optimismo: "Este pueblo es capaz de una hazaña como la del 80″. Y efectivamente, se concretó eso. Pero hubo, conviene reconocerlo y es importante dejar constancia de ello, respuestas al acto; y no respuestas populares, sino en algunos ámbitos. Desde luego en el Poder Ejecutivo, en el ambiente militar, pero también en el Consejo de Estado. Yo ayer releía en el diario El Día una crónica en la que se dice, por ejemplo: "El consejero tal -un coronel fallecido actualmente- dijo que no concurrió porque no deseaba abrazarse con los totalitarismos", por eso no había concurrido al acto; "el consejero Daniel Barreiro discrepó, además, con el contenido de la proclama y con el acto; y el doctor Millor se manifestó -dice El Día- en términos similares". Hubo un consejero, el doctor Praderi, que propuso que lo dicho en sala se publicase con avisos pagos en la prensa. Se deliberó en torno a eso y se decidió que no se publicaba. Pero existió esta repercusión, es decir que había una polarización y un deseo de responder, de contestar a algo que había sido muy importante y de gran impacto popular.

EC – Sí; hubo otras repercusiones y otras respuestas, por ejemplo ésta:

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(Grabación:)

"GREGORIO ÁLVAREZ:
Un palco de autoridades políticas como vidriera irrespetuosa de los cambalaches. Si uno de los postulados del acto fue la defensa de la democracia, no se puede entender que en el estrado hayan estado presentes quienes por su ideología han sido y son sus más recalcitrantes enemigos. Es incomprensible que se trate de reivindicar desde el estrado y en la proclama a los dirigentes marxistas que accionaron como grupo subversivo, infiltraron los centros de enseñanza, subvirtieron todas las formas de la actividad nacional e intimidaron a la población por la violencia y el miedo.

En cuanto a la proclama, es en su contenido mentirosa e insultante. Cabe preguntar, y así lo hacemos, a los dirigentes de los partidos políticos: cuando se habla de construcción nacional, ¿estamos asistiendo a la creación de un frente amplísimo en donde veríamos mancomunados a quienes dicen defender la democracia con quienes pretenden destruirla desde siempre…?"

(Fin de la grabación)

***

EC – Es la voz del general Gregorio Álvarez.

DA – Yo propongo un desagravio a Enrique Santos Discépolo.

EC – Claro, porque lo más recordado desde siempre de aquella cadena de radio y televisión en la que hizo este discurso el entonces presidente, dictador, Gregorio Álvarez, fue esa frase en la que compara el estrado del acto con un cambalache.

DA – Una noción típicamente totalitaria, ¿no? Típicamente autoritaria…

GA – La concepción antidemocrática y autoritaria no comprende que los que pensamos distinto en algunas materias…

DA – Exacto… nos podamos poner de acuerdo…

GA – …tenemos un común denominador sobre los principios básicos y una tolerancia para ejercer la cultura del disenso civilizado…

DA – Sí, sí.

GA – …no otra cosa es la democracia.

DA – Es la actitud de exclusión que está en la base del totalitarismo, del autoritarismo.

GCh – Lo importante del discurso es que recoge el común denominador, justamente. Y en el discurso del "Goyo" Álvarez, el dictador del momento, creo que está la deformación que de alguna manera se les había impuesto a los militares. Porque vamos a ser claros: se les fue ganando la conciencia desde la Escuela de las Américas. Ahora lo dicen los propios integrantes de la Escuela de las Américas: allí se preparó a los dictadores de América Latina.

OP – Álvarez podía decir lo que quisiera en ese momento, era el presidente, es decir el poder de facto, etcétera; los consejeros de Estado lo mismo, estaban allí, pero lo que decían no tenía ninguna vigencia social, no estaban representando a nadie, no había una corriente de pensamiento en la sociedad uruguaya, no había un estado de ánimo colectivo de ciertos sectores, lo que fuera, que se expresara así. Eran reacciones meramente individuales. Recuerdo de manera patente la vivencia de aquellos años, todo eso eran como hojas muertas, como ramas secas que están en el árbol. Uno decía: "Bueno, sí, todavía están ahí; pero indefectiblemente van a caer y esto termina, porque no representan a absolutamente nadie".

DA – Exacto.

OP – Por otro lado, recuerdo también que el clima de aquel acto estaba bien reflejado en la letra de esa canción tan linda: "libertad, sin ira libertad". Diríamos con lenguaje de hoy: era un acto con buena onda, no había un clima de agresividad, ni de odio, ni recuerdo que se hubiesen coreado consignas o estribillos agresivos. Buena onda, era gente que se sentía segura de su destino, segura del reencuentro con la libertad y avanzaba con paso de triunfador sin agravio para nadie. Estas otras personas, Álvarez y los consejeros, eran muy lamentables pero pertenecían a una época que había quedado ya superada en la cabeza de todos. Esa frase que a veces se dice: "Nada hay más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo"; era así, había llegado el tiempo. Lo otro eran ecos del pasado.

GCh – En la misma sesión en la que se critica el discurso y el acto, etcétera, un consejero propone la Universidad paga.

EC – ¿Cómo escucharon ustedes el discurso?

GA – Las personas que habíamos estado el domingo anterior, cuando se definió el texto de la proclama, decidimos hacer una evaluación del acto. Fuimos a la casa de Pivel Devoto, nuevamente en el mismo lugar, éramos 12 o 14 personas -recuerdo que estaba don Jorge Silveira Zabala; él lo recordará bien-; empezamos a hablar y alguien avisó del piso bajo de la casa que estaba en cadena saliendo el presidente de facto contestando la proclama. Se prendió un televisor que había allí y nos pusimos todos a escuchar; se había cerrado la ventana de la habitación porque hacía bastante fresco. Estaba el doctor Chiarino, alguien dijo: "Le puede hacer mal al doctor", que ya era anciano, y se cerró la ventana. En eso escuchamos un batifondo tremendo, una gritería. "¿Esto qué es?", nos preguntamos. El doctor Sanguinetti, con esa agilidad mental que tiene, dijo: "Están caceroleando". Efectivamente, abrimos la ventana y aquello era… Ahí contestó el pueblo. No hubo necesidad de contestar nada, el pueblo le dio la condigna réplica en forma instantánea.

DA – Un par de apuntes que también resumen el estado que tenía la sociedad uruguaya y comparto lo que dijo Ope recién. El gobierno de facto no tenía ningún apoyo en al sociedad, eran como hojas que estaban cayendo, el otoño y el invierno se les venían. De esa canción "Libertad sin ira" es muy conocido el estribillo, pero durante el desarrollo de la letra, no lo voy a decir con palabras textuales, pero la idea es: "Dicen los viejos que en este país se necesita mano dura", canta Jarcha, y responde el conjunto: "Pero yo sólo he visto gente que quiere vivir tranquila, de su trabajo y en paz". Que era lo que los uruguayos estaban buscando en aquel acto.

El segundo apunte que personalmente me gustaría recordar y compartir con ustedes es la razón por la que yo estaba en el estrado aquella tarde. Habíamos fundado un grupo que se llamaba "Núcleo de Base Liber Seregni". Era el único grupo del FA que no estaba proscripto, pero no porque hubiera sido desproscripto, sino porque se fundó después de la ola de las proscripciones. Naturalmente, seguíamos las orientaciones que Seregni desde la cárcel nos enviaba. Yo estaba representando a ese grupo. Habíamos jugado un papel importante en el voto en blanco del año anterior; fue por eso que llegué al estrado, a aquella segunda fila. El estrado estaba organizado en tres filas, a mí me tocó en la segunda, sobre un extremo. Quería recordar a los Núcleos de Base Liber Seregni, que muchas veces recibíamos información y uno de los vehículos importantes era el doctor Hugo Batalla, que era el abogado de Seregni, una de las personas que lo veían, sino además una persona muy conocida de esta casa, que en aquella situación seguía siendo secretario político de Liber Seregni, que es Óscar Bottinelli.

GA – En la primera fila del estrado, en los lugares centrales, de un lado se sentó el doctor Sanguinetti y del otro el profesor Pivel Devoto, en sus respectivas calidades de secretario del Comité Ejecutivo del PC y presidente del Directorio del PN; al lado de uno de ellos -creo que de Pivel Devoto-, estaba sentada la señora de Seregni.

GCh – Esto es un hecho a recordar que ustedes marcan.

EC – Las ausencias que eran presencias: por un lado la de Seregni que estaba preso en Cárcel Central y estaba representado por su esposa, Lilí Lerena, y por otro la de Wilson Ferreira Aldunate, que estaba exiliado y requerido, y estaba presente a través de su hija, Silvia Ferreira.

DA – Wilson estaba llegando porque iría a Buenos Aires a los pocos días para la asunción de Raúl Ricardo Alfonsín

GA – El 10 de diciembre de 1983.

GCh – Y la señora del profesor Massera, también.

EC – Exactamente, Marta Valentini de Massera también estaba en la primera fila.

GCh – Entre paréntesis: cuando se hizo la manifestación de ASCEEP, algunos meses antes, desde luego participaron muchachos de todas las tendencias -esto no era una cosa partidista tampoco-. Y cuando se pasó en marcha hacia el Parque Rodó frente a la casa de Seregni, en Bulevar y Bulevar, la gente masivamente gritaba: "Seregni, amigo, el pueblo está contigo", y saludaba la señora Lilí. Fue en setiembre.

Danilo Astori, Gonzalo Aguirre, Ope Pasquet y Guillermo Chifflet en el estudio de El Espectador (2003)

***

(Grabación:)

"AC – Con esta conciencia tranquila es que exigimos la eliminación inmediata y definitiva de todas las proscripciones que aún penden sobre los ciudadanos y partidos, sabedores de que la democracia es incompatible con estas arbitrarias exclusiones de la vida cívica y de que únicamente la soberanía popular, manifestada en las urnas, puede disponer la postergación de quienes se postulan ante ella para el desempeño de los cargos de gobierno".

(Fin de la grabación)

***

EC – Doctor Aguirre, usted tenía algo para agregar.

GA – Estaba mirando que en los últimos párrafos de la proclama, del texto que yo escribí, hay por dos veces una referencia a la noche. Habíamos planificado el acto para la noche. Evidentemente el gobierno de noche no autorizó, debe haber tenido temor de que hubiera desórdenes, le pareció que controlaba todo mejor de día, entonces hubo que cambiar. Por ejemplo, en el último párrafo dice así: "Queridos compatriotas, gritemos bien alto y todos juntos, para que nuestro grito rasgue la noche"; entonces lo cambié y puse: "rasgue el firmamento y resuene de un confín a otro del terruño, de modo que ningún sordo de ésos que no quieren oír diga que no lo escuchó. ¡Viva la democracia, viva la libertad, viva la patria!". Así terminaba la proclama.

La anécdota es la siguiente; como dije, estaba sentado al lado de Rodríguez Camusso…

EC – Aclaro a los oyentes: yo les había preguntado si tenían anécdotas del desarrollo del acto mismo.

GA – …y estaba prohibido… bah, se había acordado no levantar emblemas o consignas partidarias. En algún momento vimos que algunos muchachos del FA levantaban alguna enseña del Frente, entonces Rodríguez Camusso se sintió obligado a descender del estrado y llamarles la atención, que eso no era lo acordado. ¡Para qué! Volvió y me dijo: "¡Para qué habré bajado, lo que me dijeron!". No fue precisamente respetuoso. Eran unos muchachos que no sabían quién era don Pancho Rodríguez Camusso y habrán dicho "¡¿qué viene este señor aquí a decirnos que no hagamos esto?!"

EC – Efectivamente terminó habiendo algunas enseñas partidarias, pese a que la convocatoria era a concurrir con símbolos patrios.

DA – Sí, lo que pasa es que… En defensa de los frenteamplistas digo que los frenteamplistas estaban aquella tarde con un hambre de exteriorizar su presencia…

GA – Danilo: no lo dije como crítica, es una anécdota.

DA – No, no, por supuesto; no lo tomé así, no lo tomé como crítica ni mucho menos. Explico que había realmente un deseo de exteriorizar la presencia del FA, que obviamente estaba cercenada por todas partes.

EC – El hecho de que el acto haya sido finalmente de tarde, a las cinco y media, permitió entre otras cosas que quedaran para la historia fotos espectaculares.

DA – Hay que recordar la de Pepe Plá.

EC – Sobre todo una, la de Pepe Plá, "Un río de libertad", que fue la que quizás más difusión tuvo en el mundo.

GA – Se ve la gente en la avenida central, pero la que había debajo de los árboles ni se sabe.

DA – Es una de las fotos del siglo.

EC – Claro, tiene el problema de que no se ve toda la gente que estaba debajo de los árboles, ¿no?

DA – Tomada desde un edificio posterior al estrado.

***

EC – El propio fotógrafo nos contó 20 años después la historia de aquella toma:

"PEPE PLA:
Cuando dijeron que iba a haber un acto en ese lugar, desde la semana anterior todos los fotógrafos de todos los diarios y de las agencias que había empezamos a ver los posibles lugares desde donde podía tomarse una buena foto. Porque, además, habían elegido hacerlo hacia el peor lugar; si lo hubieran hecho hacia 18 de Julio, no había ningún problema para tomar la foto. Y se llegó a la conclusión de que el mejor lugar era la azotea del edificio en cuya planta baja había una florería y ahora hay un club de video, justito en la esquina de 18 y Bulevar.

"Pero fueron como 40 fotógrafos que visitaron el lugar. Y entonces, un par de días antes, la asamblea de copropietarios del edificio dijo que no entraba nadie. Y si entraba alguien, tenía que pagar. No me acuerdo cuánta plata era.

"Dio la casualidad de que en mi familia conocían a los dueños del «pent house», que por unos problemas familiares en ese momento estaba desocupado. Pero yo conseguí hablar con la señora de la casa, y me dijo que sí, que no había ningún problema, que ella iba a estar y me iba a recibir.

"Pasó que cuando ella llegó, se dio cuenta de que a su apartamento desocupado el portero le había abierto a la Policía para que tomara fotos desde arriba. Y entonces había ya toda una cantidad de policías de particular, con cámaras fotográficas, teleobjetivos largos, y algún jerarca muy importante… Uno de ellos era el jefe de Policía, que estaba ahí arriba mirando el acto. La señora ésta en planta baja me hizo sacar cualquier acreditación. Entonces entré al «pent house» como invitado.

"El autor del título es Antonio Dabezies, el actual director de la revista Guambia, que en aquel tiempo diagramaba el semanario Aquí, y era un poco el que elegía todos los títulos de tapa y de contratapa. Y es muy importante lo del título, porque es el momento en que salió la foto y el título que tenía que le dio valor a esa foto. Si tú llevás esa foto a un concurso en cualquier lugar, no dice nada. O sea: les dice mucho a los uruguayos por todo lo que iba cargado en esa foto de expectativas y de festejo por lo que se había logrado, la cantidad de gente que había ido y todo eso.

"Ningún otro fotógrafo tuvo acceso a ese «pent house», salvo los de la Policía. En la Jefatura debe de haber un «Río de libertad» igual al mío sacado por ellos".

***

EC – La repercusión del acto fue enorme; ya hablábamos de algunas de las respuestas que tuvo en nuestro país, por ejemplo desde el gobierno, pero habría que agregar todo lo que se informó y se analizó en el exterior sobre semejante concentración. Mi pregunta es: ¿para qué sirvió el acto del obelisco? ¿Qué pasó a raíz del acto del obelisco?

GCh – Yo dije algo al principio: la proclama recogió un denominador común, pero era algo muy sentido por nuestra gente. Yo no sé si a raíz de la mesa redonda de hoy quedó claro los horrores que se habían vivido.

GA – Por supuesto.

GCh – Eran realmente crímenes, persecuciones, allanamientos, arbitrariedades, desapariciones, muertes, etcétera. Y todo eso desembocó en este río de libertad y en un ambiente de alegría, de optimismo. ¿Por qué? Porque a la gente se le consiguió trasmitir la seguridad de que esto era el principio del fin, de que la dictadura tenía que terminar. Es verdad: a la dictadura llegamos por un proceso, y de la dictadura salimos también en un proceso, no hay pasos mágicos, pero la gente salió con la convicción de que habría desproscripciones, de que era absolutamente necesario, que no podía haber democracia sin pluralismo, que todos aquellos odios que se habían trazado desde el poder contra los ciudadanos, que Wilson iba a ser desproscripto, que tenía necesariamente que volver al país la gente que se había ido en el exilio, en la diáspora política, etcétera. Creo que esto fue lo que definió el acto, y nos define hoy históricamente, así como nos sentimos unidos en el Éxodo, para citar un antecedente, los uruguayos nos sentimos unidos en esto, como se dijo en la proclama.

EC – Ope, tú que estabas empezando a desarrollar tu militancia política, contabas que llegaste al acto cargado de alegría y de entusiasmo. ¿Cómo viste lo que vino después?

GA – Teníamos la sensación clarísima, fortísima, de que el destino final estaba resuelto. Es como en esas situaciones que plantean los problemas de ajedrez, me gusta el ajedrez y veo los problemas que plantea Lincoln Maiztegui a veces en El Observador, sale el diagrama y dice: "Juegan las blancas y ganan"; uno sabe que al final gana la blanca, el asunto es… ¿puede usted encontrar el camino? Allí la cuestión era: está bien, Uruguay va hacia la democracia; ¿cómo llega, cómo se va a armar esto, cómo se va a hacer la salida? Ésa era la tarea pendiente y la que se desarrolló en el año 84. Por supuesto, después surgieron las diferencias entre los partidos, que conocemos, pero el resultado final se logró y ganó la democracia.

GA – Porque los militares también jugaban, también ponían obstáculos.

DA – El año 83 fue un año bisagra y este acto también. Culmina un proceso cuyos dos antecedentes fueron: el acto del 1º de Mayo del 83, en torno al Palacio Legislativo, cambiando un poco la ubicación de los últimos que se habían hecho…

GCh – Con soldados con ametralladoras en el techo del Palacio.

DA – Exactamente; un acto multitudinario, grande, muy grande, también una tarde espectacular aquel 1º de mayo; siguió con la movilización estudiantil de setiembre, un gran acto en el Parque Franzini, en la cancha de Defensor -ahí también estuve en el estrado pero como decano, perdón, como ex y futuro decano, porque después volví a serlo-, y esta es la culminación. Es el acto político más grande de la historia de Uruguay. Al mismo tiempo -y subrayo las palabras de Ope de hoy- es el comienzo de la recta final de derrota de la dictadura. Así que me parece que esa es la gran consecuencia: abre el tramo final de apertura.

GA – Yo no voy a hacer consideraciones porque sería reiterativo de lo que se acaba de decir sobre las consecuencias del acto, pero quiero decir algo sobre lo que expresó Chifflet, porque creo que para la gente joven que o por serlo no tenía conciencia, eran niños o adolescentes, o por no ser nacida; sobre lo que era la dictadura. Cuando vino aquel embajador americano Toddman en el año 77, Enrique Beltrán, que fue uno de los delegados por el PN, uno de los cuatro, le dijo: "Mire, ¿quiere definir esto? Esto no es una simple dictadura, esto es un régimen totalitario". ¿Por qué era totalitario? Porque aparte de los crímenes, las desapariciones, las torturas, que eran lo más espantoso, pero que naturalmente no se practicaban a nivel masivo sino contra determinadas personas, existía un régimen de intimidación y de falta de libertad absoluta, general y de arbitrariedad a todos los niveles. Los ciudadanos estábamos clasificados en categorías A, B y C; al que tenía el C lo echaban, por el acto 7 dejaba de ser funcionario público. Los jueces por el acto 8 podían ser echados y muchos lo fueron. Para formar la directiva de un club de bochas o de básquetbol había que presentar en la calle Maldonado y Paraguay una nota y entonces se sacaba la lupa para ver a todos los dirigentes.

DA – Y los cumpleaños, que estaban limitados.

GA – Una vez quisieron objetar a Pivel Devoto porque había viajado a Cuba en el año 63. Dijo: "Sí, viajé porque como ministro fui a un congreso en Caracas de ministros de Educación y como la embajada se cerraba fui ahí a liquidar todas las cuentas en representación del gobierno de mi país", le dijo enojado, con toda razón. Lo cuento como anécdota porque era increíble.

DA – ¡Estaban limitadas las reuniones familiares!

GA – Sí, hasta en reuniones familiares se ponían… Un baile de 15 años, ¡cuidado!

DA – "Hasta tantas personas", sí, sí…

GA – Mucha gente no lo vivió. Y la justicia militar, la Corte de Injusticia de la época, que me suspendió el título porque me había procesado la justicia militar, lo que hoy puedo contar como un honor, por supuesto.

EC – A todos quienes estuvimos en aquel acto sigue estremeciéndonos hoy este final de la proclama leída por Alberto Candeau:

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(Grabación:)

"AC – ¡COMPATRIOTAS!: proclamemos bien alto y todos juntos, para que nuestro grito rasgue el firmamento y resuene de un confín a otro del terruño, de modo que ningún sordo de esos que no quiere oír diga que no lo escuchó: ¡VIVA LA PATRIA! ¡VIVA LA LIBERTAD! ¡VIVA LA REPÚBLICA! ¡VIVA LA DEMOCRACIA!"

(Fin de la grabación)

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EC – El doctor Aguirre comentaba que hubo algunos cambios sobre la marcha.

GA – "Viva la república" lo incluyó él, y alteró el orden en que yo lo había escrito, puso primero la patria, como corresponde.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe