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Entrevista central, miércoles 18 de octubre: Ricardo Pascale

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Entrevista con el profesor Ricardo Pascale.

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EN PERSPECTIVA
Miércoles 18.10.2017, hora 08.28

Video de la entrevista

EMILIANO COTELO (EC) —¿En qué medida inciden nuestras emociones en decisiones económicas que tomamos día a día?

Quizás nunca nos pusimos a pensar lo irracionales que podemos llegar a ser desde el punto de vista económico. Tal vez no reflexionamos sobre esto hasta la semana pasada cuando la economía comportamental se instaló en la agenda informativa. ¿El motivo? La Real Academia Sueca de las Ciencias le otorgó el Premio Nobel de Economía 2017 a Richard Thaler, reconociéndole, justamente, sus contribuciones en este campo.

En nuestro país la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la República tiene una cátedra y una materia abocadas a la economía comportamental.

Y ese es el punto de partida de la charla que ahora iniciamos. Estamos con el profesor Ricardo Pascale, doctor en Economía, que fue presidente del Banco Central del Uruguay (BCU) y fue, además, quien fundó, hace 15 años, la Cátedra de Finanzas Comportamentales.

Quizás a los oyentes les llame la atención escuchar que el contador Pascale, que durante tantos años estuvo vinculado a temas macroeconómicos como presidente del BCU, esté concentrado en esto de la economía comportamental. ¿Cómo se dio ese giro?

RICARDO PASCALE (RP) —Muy buena pregunta. Recordará que era el año 85, veníamos de la dictadura, temas muy complejos, el país estaba con muchas demandas, sociales, políticas, económicas, aquello había quedado con un desorden colosal. Y ahí empecé a ver que había un alto grado de desconfianza. La economía no toma en cuenta la confianza, para la economía la confianza es un supuesto de base. Si fuera un supuesto de base imagínese lo que sería Estados Unidos, hoy estaría volando, cuando las tasas de interés del banco central hace 10 años que están prácticamente en 0 %.

Empecé a entender que tomábamos una medida y de pronto no funcionaba, entonces dije: “acá hay otra cosa que no es lo que yo aprendí, que está más allá del asunto”. Empecé a interiorizarme lentamente –estoy hablando del año 85– y ahí me metí en que la economía en su versión tradicional neoclásica, que hizo aportes geniales, maravillosos y enormes, y a la que bien le tenemos que estar reconocidos, ya no estaba dando los resultados que esperábamos.

EC —La semana pasada tuvimos ya un primer enfoque con la consultora Deloitte, pero para ir ordenando la conversación vale la pena recordar, manejar una definición. ¿Qué es economía comportamental?

RP —La economía comportamental sería el estudio de cómo la psicología influye en la toma de decisiones económicas y en el funcionamiento de los mercados.

EC —A grandes rasgos eso está claro. ¿Podemos manejar un ejemplo?

RP —Esa economía comportamental se nutre de muchas cosas, pero una de ellas es la cognición, los procesos mentales. Y dentro de los procesos mentales tenemos heurísticos y sesgos cognitivos. Los heurísticos serían atajos. Un atajo, un heurístico cognitivo sería por ejemplo el de anclaje y ajuste. Uno que nos pasa todos los días: en la economía personal hacemos un presupuesto, lo hicimos hace tiempo o tenemos gastos que vienen desde hace 10 años y nunca tuvimos tiempo, por la lucha diaria, los avatares de las cosas, de ponernos a pensar si ese gasto está bien, se justifica ahora o no se justifica. A nivel de una empresa lo mismo o a nivel macro también, de un presupuesto. Uno queda anclado a la rutina, se sigue agrandando y nadie se pone a pensar si eso está bien. O aquello de “me lo enseñó mi abuelo”, cuando la soja fue clarísimo el heurístico de anclaje y ajuste.

EC —¿Por qué?

RP —En el litoral se plantaba la soja, hasta que vinieron los argentinos, que son muy buenos en materia de agricultura, y son buenos no solo acá en el barrio, son buenos en el mundo, y explicaron que no se plantaba así, que se plantaba de otra forma, se trabajaba de otra forma. Los rindes fueron completamente distintos, pero la gente a veces no quería, decía “mi abuelo lo hacía así, mi padre lo hacía así, yo lo hice así siempre”. Quedaron anclados en aquello, y son heurísticos cognitivos, son atajos mentales. Le es más fácil a uno seguir haciendo lo que venía haciendo que ponerse a pensar si lo que está haciendo está bien o tiene que revisarlo. De repente está bien, pero de repente no.