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Entrevista central, martes 5 de julio: Juan Miguel Petit

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Entrevista con Juan Miguel Petit, comisionado parlamentario para el sistema carcelario.

Carol Milkewitz/EnPerspectiva.net

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Video de la entrevista

EN PERSPECTIVA
Martes 05.07.2016

Hace poco más de dos meses, el comisionado parlamentario Juan Miguel Petit envió una carta al presidente de la República Tabaré Vázquez en la que solicitaba que el estado de las cárceles fuera considerado en la agenda del diálogo multipartidario sobre seguridad pública. El sistema político recogió el guante; comenzó a analizar este asunto, pero mientras tanto la situación en algunos de esos centros llega a ser grave y explosiva. El caso especialmente preocupante se da en los módulos 8, 10 y 11 del Comcar, donde en lo que va del año cinco personas murieron en episodios violentos y otras 50 fueron heridas con arma blanca. Los datos aparecen en un informe específico sobre ese lugar que el doctor Petit remitió la semana pasada al Poder Legislativo.

¿Qué pasa? ¿Por qué ocurren esos episodios? ¿Qué soluciones deberían implementarse? Vamos a conversar en los próximos minutos con el doctor Juan Miguel Petit, comisionado parlamentario para el sistema carcelario desde octubre del año pasado.

EMILIANO COTELO— Juan Miguel, buen día. Gracias por acompañarnos

JUAN MIGUEL PETIT— Buen día, Emiliano. Un gusto estar acá y con tu audiencia, encantado.

EC—  En este informe de la semana pasada usted reconoce que en los últimos seis años se ha iniciado un proceso de reformas en el sistema penitenciario muy significativo que puso freno a un proceso de deterioro de varias décadas. ¿Cómo es? ¿Podemos explicar en qué ha consistido este proceso de modernización?

JMP—Sí. En una frase, diría, estábamos muy, muy mal. Tan mal creo que quizás ni siquiera nos habíamos dado cuenta porque el tema no estaba del todo en la agenda. Mejoramos, mejoramos mucho en algunos rubros, pero seguimos estando muy mal. O sea, en los últimos seis años se logró, por ejemplo, conformar un sistema único, un sistema nacional. Antes cada cárcel departamental dependía de la Jefatura de Policía. Se ingresó personal técnico. Se ingresó personal civil. Se habilitó, por ejemplo, la presencia de Salud Pública. Muy importante. Antes la salud era muy poca, era una salud manejada con un criterio vertical administrativo. La salud policial. Ahora es una salud independiente, que es muy importante que el médico sea independiente.

Se realizaron nuevos emprendimientos, se bajó el hacinamiento, se aumentó la transparencia, se mejoraron los controles, por más que periódicamente hay algún problema en el ingreso de sustancias ilegales o se encuentran distintos problemas. Mejoró el control de legalidad sobre los establecimientos, bajó la violencia abusiva.

Sin embargo, seguimos estando muy mal. Porque hubo una explosión demográfica en el país. En un país muy estable poblacionalmente en poco menos de 20 años casi se triplicó la población penitenciaria. Y, por tanto, es un problema muy grande. Más con todos los cambios sociales que hay. Los cambios de la drogadicción, crimen organizado, deterioro educativo. La salida de los jóvenes del sistema educativo genera una cantidad de problemas que se van encadenando y terminan muchas veces en episodios de violencia y por lo tanto el problema penitenciario se ha vuelto un problema central. Ya no es un problema solamente limitado a un grupo particular sino que tiene que ser visto como un tema central de políticas sociales. Por eso creo que sigue en agenda y por eso seguimos encontrando aspectos muy serios de la situación en la que estamos y que, por lo tanto, si no se resuelven esos aspectos, todo lo logrado se puede perder.

EC — Mencionó al pasar el aumento de la población carcelaria. ¿Cómo nos coloca la actual población carcelaria en el contexto de la región?

JMP— Nos coloca muy mal desde el punto de vista de que estamos con más de 300 presos cada 6.000 habitantes, somos de los países [con tasas] más altas de América Latina. No es una buena noticia. Uruguay claramente no es el país que tenga mayor inseguridad. Tiene una tasa de homicidios importante y elementos de violencia muy importantes, como son por ejemplo el suicidio, los accidentes de tránsito, la violencia doméstica.

A veces cuando se piensa en violencia se piensa solamente en la rapiña, en el arrebato. Entonces esa tasa de internación en cárceles es muy alarmante. En el sentido de que la cárcel tiene que ser la última medida. Tiene que haber otra cantidad de medidas educativas, de prevención, alternativas de sanciones por día, por hora, por noche. Es como tener un hospital que sea todo CTI, o sea que a ti te duele la barriga y te internan en el CTI. No es un buen camino ese.