Entrevista con el doctor Rodrigo Morosoli, fiscal letrado departamental de Maldonado de 3.er turno.
EN PERSPECTIVA
Lunes 03.04.2017, hora 8.18
EMILIANO COTELO (EC) —Luego de más de un mes de incertidumbre sobre su paradero y sobre cómo enfrentaría las denuncias en su contra, el viernes de mañana regresó a Uruguay Francisco Sanabria, propietario de Cambio Nelson y exdiputado suplente del Partido Colorado en Maldonado.
A su llegada al aeropuerto de Carrasco, fue arrestado, esposado y trasladado a la ciudad de Maldonado, donde declaró ante el juez Marcelo Souto. A las pocas horas terminó procesado con prisión, al igual que el gerente general del cambio, Nelson Calvete, y una de las contadoras, mientras que una contadora externa fue procesada sin prisión.
Para profundizar en estas resoluciones judiciales y poner a punto este caso, vamos a conversar con el doctor Rodrigo Morosoli, fiscal letrado departamental de Maldonado de 3.er turno.
Para comenzar me parece bueno revisar, teniendo en cuenta lo que usted expone en su dictamen de este fin de semana, lo que hasta ahora ha quedado claro, prima facie, de la operativa ilegal que tenía lugar en Cambio Nelson. ¿Cómo la resume?
RODRIGO MOROSOLI (RM) —Lo que ha quedado semiplenamente probado para la Fiscalía es la existencia de una operativa de parte de Camvirey SA, es decir Cambio Nelson, que se apartaba de las prácticas reglamentariamente […] aceptadas para una casa de cambio. Esta implicaba recibir depósitos de terceras personas, ya sea físicas o jurídicas, captarlos y mantenerlos para hacer un servicio de “gestoría” a cambio de una pequeña retribución, y a la vez recibir algunos depósitos ya más voluminosos para mantenerlos en una suerte de “banco”, obviamente apartados de la normativa vigente en la materia, a los cuales les pagaban una determinada tasa de interés, superior a la que se brinda en plaza.
EC —Eso es lo que usted denomina “cuentas corrientes sui géneris”.
RM —Claro, en el dictamen que hice por escrito para el expediente entrecomillé siempre esa denominación, porque durante todo el transcurso de las audiencias fue la que consensuadamente emplearon los propios indagados y los abogados, y el juez y la fiscalía para entender todos de qué estábamos hablando, más allá de la nominación contable. Porque en definitiva terminaba siendo eso: en una suerte de cuenta corriente, el cliente –generalmente del entorno fernandino, pero después se expandió hacia el territorio nacional e incluso Argentina– dejaba sus dineros allí, se le abría una cuenta en el sistema […], con sus datos y demás, depositaba la suma. La suma, que era empleada para pagar gastos comunes, tributos, luz, agua y demás, quedaba allí sine die, un tiempo indeterminado. O por ejemplo se daba la orden, por teléfono o por correo electrónico, de pagar determinada deuda a un tercero que después iba y sacaba el dinero, y el cliente depositaba nuevamente. Esa era la operativa cotidiana de al menos 650 personas, que fueron las que detectó el Banco Central del Uruguay (BCU), pero hay en el entorno de 2.000 clientes de estas características.
EC —A aquellos clientes cuyos saldos en esas cuentas fueran altos se les pagaba una tasa de interés superior a la tasa bancaria.
RM —Exacto, por eso era más conveniente y por eso dejaban el dinero allí. Más allá de que lo dejaban en base a su condición de conocidos, amigos o personas de confianza del extinto Wilson Sanabria en su momento y luego de su hijo Francisco, que fue el que quedó a cargo de la operativa del cambio como único accionista merced a la partición sucesoria que se hizo de Wilson Sanabria. Hasta este momento, al momento de los procesamientos, la investigación detectó al menos tres “cuentas” que recibían intereses. Una por un monto de US$ 800.000 al momento del cierre, otra que pasaba los US$ 200.000 y una tercera que andaba en el entorno de los US$ 300.000-US$ 400.000.