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Será que llueve en la ruta nueve y los radares se mojan

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FOTO: Galgomundo

 

Empieza a cantar otro inglés con el nombre de Robyn Hitchcock, siete minutos y sos liberada, oscura, oscura princesa. Es mucho más fácil escribir por arriba de lo que suena en el piso 10. No tiene nada que ver con escritura automática, o referencial de nada más que de la música. Tu galgo no está en baja estima, no.

Lo único que no se puede es andar en reserva con un galgo. No puede tener tan poca nafta en el tanque ese al costado del motor. Una vez le dejamos de llenar el tanque al galgo, íbamos con uno azul de no sé cuántos litros al costado del motor, para tomar de ahí para andar, después estaba todo el asunto de darle al bombín y los trucos que Marcelo Rivero me pueda haber enseñado luego de no haber vuelto nunca más a Francisco Simon.

No se pueden comer más de dos platos de nada en el menos uno. Tengo que no olvidar eso, no importa la comida que sea, todo termina en el menos uno siendo arrojado por la boca. Hablo de eso con el cocinero que está cortando el pan del Club Sandwich en una máquina que nunca había visto. Vas con el pan de molde y te lo devuelve pronto de la manera que se necesita para un club sandwich que le falta una rodaja en el medio. Tiene techo y piso, pero no tiene entrepiso el que sacan por aquí.

Suena una muy buena de Marvin Gaye, que le pasó lo contrario que a Jim Morrison, cuando iba por el corredor, abriendo puertas más tangibles que las de la percepción.

– Father?

– Yes, son.

– I want to kill you.

Lástima que el orden fue el inverso en la vida del maestro del soul, el que cantaba "Pride and Joy", él era el orgullo de todos los Claudios que hayan festejado su cumpleaños en el Bar del Techo en el piso 10.

Todo se va por el lugar que llega el delivery a las Tortugas Ninja. No tengo ninguna duda de que era cerveza irlandesa de la buena la que tomaban, Guinness as usual, nada de Cole Porter ni nada. Me doy cuenta de eso cuando suena una que dice "todos trabajan, nadie juega".

Espero levantarme mañana y sentirme menos viejo que la canción de Wilco, le prometí a Cecilia que íbamos a hacer un cine con un plasma que lleva meses en una caja, y nunca lo abrimos, porque no lo necesitamos, nos alcanza con una radio en cada cuarto, salvo que en el piso de arriba haya algo parecido a un cine. Estaría bueno conseguir unas cortinas, el efecto ese con el nombre de "black out", aunque todo oscuro se ponga adentro. La cabeza en la puerta de la banda que agotó entradas a la velocidad de la luz, nadie fue con el apellido de Robert a levantar 44 entradas para regalar en Galgomundo. Me acuerdo de esa que se llama "Salvation" de un desconocido ciudadano Cope, que estuvo a años luz de casa, de convertirse en un "one hit wonder".

No entiendo, ni quiero saber, cómo hice para salvar la noche, hace un par de horas juraba que no llegaría a la hora del cierre. Puede haber sido el café que Bruno me dijo que bastaba con que le pidiera por favor y no diera tantas vueltas al asunto.

Ya no me acuerdo, perdón, ahora me acordé.

Fui hasta la isla, donde estaba. Me puse del lado del norte, dije su nombre. Estaba con su corte de pelo nuevo, el cuello de la remera blanca, de la manera que le gusta usarlo.

Le dije primero: "culo veo, culo quiero". La segunda cosa era que capaz me quedaba dormido, y la tercera era que había que probar eso de que si cuando tira un café, algo se mete en los parlantes. Hay algo más raro que el sonido que se mete en la galgo conversation, cada vez que le pide a la máquina un café, o la cercanía a un cable metido en un celular al que no está conectada la música cuando yo estoy en el rincón del sur.

El café doble que le pedí por favor y trajo hasta la mesa alta, tuvo efectos poderosos, como si lo hubiera traído con el impulso del piso 9, sin azúcar y con el plato debajo. Le hago el cuento de la vez del balde que se derramó todito (los diminutivos malditos), entero, todo, del tamaño de las tazas que tienen tu nombre. Una de esas tazas está en la consola de la radio. El tamaño del susto grande, pero nada de entrar en pánico, los accidentes pueden pasar un sábado cualquiera en la temporada cero de galgomundo.

  • Lo primero es no entrar en pánico, lo segundo es ver que no sale humo de ninguna parte, saber que la radio está sonando, y después con una tranquilidad completamente equivocada, levantar desde abajo para pasar un trapo y no darse cuenta que todo lo que sube, baja directo al lugar donde nada tiene que ir, donde toda esa agua negra sin azúcar va a llegar a buen lugar para destrozar lo que se había salvado. Es en esa parte donde hay más cosas, más conexiones y cables de todos los colores que se pueden estropear.

Te dejo el plato en la taza para que nada como eso pase.

Todo va bien cuando suena "She Is My Little Rock and Roll" del tatuado de los cantos rodados, y solo puede mejorar cuando, despejados, se preguntan en la versión de su nombre, ¿cómo se siente?

Yo te digo exactamente cómo se siente, me pasó un día…

Lo del canto rodado, algo sabía de cómo vivir en la calle, o primero aprendí cómo vivir en la carretera, después en un galgo en la calle, y después sin el galgo, sin gato siamés en el hombro. Sé exactamente cómo se siente, cuando ves pasar las ruedas, cuando escuchas de tantas bocas a las que diste de comer masticables, la otra vez casi freno en los cardos.

Bueno, tal vez la próxima toques bocina y sigas de largo. Tal vez la próxima pongas un señalero cuando pasas por la puerta y entres a 200 metros, después de la parada de los semi directos que van al Este.

Puede ser que estemos buscando la misma cosa. Si estás buscando un lugar donde frenar en la carretera como en los tiempos de "todo pasado fue mejor", ¿quién te apura tanto por llegar? ¿Qué tanto precisabas la doble vía, la autopista veloz (ahora tiene radares)? ¿A dónde vas tan apurado? No tengo idea, not my problem. Acá las cosas giran a 33RPM, eran los discos de La Ronda, puestos en el km 86 de la ruta que era la nueve.

¡Viva la radio!

Saludos cordiales,

El galgo.


Galgomundo, lunes a viernes de 13:13 a 14 hs. sábados de 14 a 18 hs, domingos de 18 a 22.

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