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Black Jack de la Jota, dedos de oro y la vitrola de Johnny Rivers

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Voy a tener que hablar con la chica que me crucé en el segundo piso del Victoria Plaza Office (Radio) Tower, cuando estaba de salida con Cecilia, que me quiso jugar una carrera de quién llegaba antes al ascensor, no avisó nada, no hicimos como en las carreras, que alguien antes dice: prontos, listos, ya. Ella salió de una, no recuerdo si corría con Bruno, seguramente sí, yo venía con dos mochilas y un bolso con juguetes para la tarde que se nos venía. La que salía de uno de los tres ascensores se llama Valentina, empezó hace no mucho tiempo a cumplir tareas para la radio, las que le dejó Andrea, la que antes eran y fueron por un tiempo largo las que cumplía Inspector Stewart. No tuve tiempo para decirle cuáles eran mis intenciones, pedirle que por favor en los que son todos los días hábiles vaya a subir el diario de Galgomundo, para que esté disponible y se pueda escuchar en Spotify después de que se puso al aire, que lo atrape y lo suba. Cada día tiene que tener una introducción, eso que digo antes de que suene la primera canción, siempre arranca diciendo "El Diario de Galgomundo", día, fecha, mes y el nombre que no siempre es el que aparece en un almanaque, por ejemplo el mes de la primavera, que es el nueve, y no hay debate si tiene o no tiene que llevar una "p" como en la canción de Neil Diamond, una famosa que con el nombre de "September Morning".

Por ejemplo, vamos desde que Patti empezó a cantar esa de una playa. Una en la que nunca estuvimos. Ella pudo haber estado, dice que todos estaban cantando, pero ella no está tan contenta de nada, porque se había peleado con él y luego tuvo que salir a buscarlo.

Día miércoles y con el Black Jack en la fecha. La vez pasada estuvo uno que se hacía llamar "dedos de oro", parece que el apodo se lo había ganado jugando a las cartas, incluido punto y banca. Que era lo único que seguía cuando todo el resto de los juegos del casino no iban más, una hora más después del último grito de "no va más". El lento y aburrido, pero con cartas y apuestas.

Tu primo me puso ese apodo.

Pero yo no me acuerdo de haberte visto en esa época. No sabía que mi primo siguió yendo, las veces que solíamos ir juntos, se cortaba solo, o yo estaba en el parque hotel, y él por su lado en el casino del Hotel Carrasco. ¿Y después lo seguiste viendo? No tanto.

Para sentarse en una mesa de Black Jack, hay que saber cuándo pedir, cuándo no pedir, plantarse, abrirse, etc. Hace demasiado tiempo que dejé de estar en una mesa de esas, donde los mazos de cartas son como ocho, o menos, pero son una cantidad de pases. Cuando te llegan las cartas, y lo grande que es la apuesta, cuando te caen dos ases, y te puedes abrir, y cubrir si es que la banca puede hacer el mismo juego que el tuyo, y por eso ganarte y no pagarte la apuesta que pensabas que era imposible perder.

No creo que Galgomundo sea un espacio para ponerse a hablar de la vida en los casinos, las apuestas, slots, prestamistas, y todo lo que sucede en el lugar donde nunca se sabe mucho cómo está el día afuera, por supuesto que no hay relojes, para qué precisas la hora. Puedes, si quieres, ir anotando como hacía alguno, todos los números que van saliendo, para llegar a ningún tipo de estadística que te diga cuál es el próximo número que va a salir, en qué docena o color va a caer.

Cuando era con la ruleta, tenía mucho que ver con elegir alguna de las docenas, casi siempre la del medio, la segunda, poco de la primera, y a la tercera con cariño muchas veces, un especial amor incondicional al 33, y sus vecinos, el 1 y el 20.

Jota y As hacen Black Jack el día que sea, pero no siempre ganan.

¡Get Lucky, Galgo!


Galgomundo, lunes a viernes de 13:13 a 14 hs. sábados de 14 a 18 hs, domingos de 18 a 22.

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