Foto: Karen Ducey/Getty Images/AFP
¿Qué intereses geopolíticos hay detrás de la distribución de vacunas de covid-19?
A lo largo del año los países con más recursos han destinado miles de millones de dólares al desarrollo de estos medicamentos; se ha visto a varios gobernantes haciendo propaganda internacional de los progresos de sus países en relación con la vacuna, e incluso se ha hablado de hackeos entre laboratorios para robar avances científicos.
Estados Unidos por ejemplo, ha apoyado la investigación, el desarrollo y la fabricación de cinco de las vacunas más prometedoras en contra del covid-19 con miles de millones de dólares. A cambio, obtuvo un acceso prioritario a las dosis fabricadas en su país.
Rusia bautizó a su vacuna Sputnik V, en honor al primer satélite que puso en órbita la URSS en 1957, todo una proeza científica para Moscú que significó un revés histórico para el rival estadounidense de la época. El mismísimo presidente Vladimir Putin se ha erigido desde agosto en el principal embajador de la Sputnik V, que es exportada en cajas que recuerdan que es “la primera vacuna contra el covid-19 en ser registrada”.
China, por su lado, ha instaurado la llamada “diplomacia de la vacuna”, que entre otros objetivos busca lavar su imagen un año después de la aparición del nuevo coronavirus en su territorio. En ese marco, Pekín ya ha cerrado contratos de suministro con varios países en desarrollo, y ha financiado plantas de producción de vacunas en Brasil, Marruecos e Indonesia, países que han participado en los ensayos clínicos de vacunas chinas.
La Mesa de Análisis Internacional con Gustavo Calvo, conductor de La Hora Global; Leo Harari, ex asesor para Unesco, BID, PNUD y OIM; y Nicolás Pose, docente e investigador en Economía Política Internacional por la Universidad de la República.
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