Foto: Daniel Rodriguez /adhocFOTOS
El departamento de Lavalleja entró el fin de semana pasado en nivel de riesgo rojo según el índice de Harvard.
Hacía más de tres meses que ninguna parte del país quedaba en esa zona de la escala. Y a eso se suma que Tacuarembó, Colonia y Florida cayeron en nivel naranja.
Solo Salto, Río Negro y Flores están en nivel verde.
La situación recuerda a lo ocurrido a fines del 2020, cuando Uruguay fue cayendo en la escala hasta desembocar en los difíciles meses entre marzo y junio de 2021.
Pero, ¿debe esto causar alarma cuando están las vacunas de por medio? ¿Hay que seguir utilizando un índice creado para una enfermedad nueva, emergente, altamente infecciosa, cuando la enorme mayoría de la población está inmunizada?
¿Hay que seguirle prestando atención al índice de Harvard, o quedó obsoleto?
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¿Qué es?
El llamado índice de Harvard establece cuatro niveles de peligro en el desarrollo de la pandemia de covid-19.
Cuando hay menos de un caso cada 100 mil habitantes, se está dentro del nivel verde. Entre uno y nueve casos cada 100 mil habitantes, es riesgo amarillo, y esto significa circulación comunitaria. Entre 10 y 24 casos cada 100 mil habitantes, se entra en una situación de propagación acelerada: riesgo naranja. Y con más de 25 casos cada 100 mil habitantes el riesgo es rojo: se habla de “punto de quiebre”, con recomendación para quedarse en casa.
Esta herramienta fue desarrollada por el Harvard Global Health Institute en conjunto con un centro para la ética de la misma universidad estadounidense, el Centro Edmond J. Safra. Se hizo pública en julio de 2020.
En el comunicado de prensa que acompañó aquel lanzamiento, desde Harvard explicaban que ante la falta de certezas y el “ruido” provocado por los primeros y caóticos meses de pandemia mundial, un índice tan sencillo permitía “una guía clara y accesible” para la toma de decisiones tanto del público general como de los gobernantes.
De la misma manera en que uno lo piensa mejor antes de salir de casa si hay alerta roja por el pronóstico del tiempo, podríamos decir. Fácil de entender sin tener que procesar datos o comprender conceptos más complejos como el número R, que otras veces hemos mencionado.
En Uruguay
En ese momento, a mediados de 2020, todavía ni siquiera se sabía si sería posible desarrollar una vacuna contra ese nuevo coronavirus, ni mucho menos cuándo estaría disponible para un pequeño país como el nuestro.
El Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) tomó el índice de Harvard como referencia e incluso es la única métrica disponible en la app CoronavirusUY.
Uruguay se mantuvo dentro del nivel verde hasta octubre, cuando cayó en zona amarilla. En diciembre entró en etapa naranja, y finalmente en rojo en enero de 2021.
Los mojones, el pasar de un color al otro, acompañaron siempre la tendencia notoria en personas internadas en CTI y en la cifra de muertos con covid-19.
Recién con la vacunación comenzó a bajar el índice, que se estabilizó en amarillo a partir de julio. El país no llegó nunca a volver al nivel verde.
Ahora la tendencia parecería volver a complicarse. Pero que el departamento de Lavalleja vuelva al nivel rojo, ¿implica que hay que recomendarle a los habitantes que se queden en sus casas? ¿O con la inmunización y la reducción de casos graves de la enfermedad habría que cambiar la forma en que se monitorea la situación de la pandemia en el país?
Recordemos que Uruguay tiene casi el 80% de la población vacunada al menos con una dosis y el 74% con dos, a lo que se suma que el 35% tiene también la tercera dosis de refuerzo.
¿Sigue sirviendo?
Entonces, ¿sigue sirviendo la escala de Harvard en este contexto?
Para el Dr. Joaquín Bazzano, médico especialista en gestión de servicios de salud, con una maestría en Salud Pública, en realidad el índice ya generaba dudas desde el primer momento.
La herramienta está generada, está diseñada, con cierto contexto de sistema de salud, características epidemiológicas, sistemas de respuesta del área de salud pública, o sea la autoridad sanitaria. En realidad los límites que se eligen para comunicar los niveles de riesgo, lo que identificamos con los colores rojo, naranja, amarillo y verde, esos límites posiblemente no sean idénticos en todos los países en los que se aplica la herramienta.
Por estos motivos, ya a partir de su informe publicado en febrero de 2021, el GACH abandonó las métricas de Harvard y se pasó a la escala recomendada por la Organización Mundial de la Salud.
“Además de considerar la intensidad de la transmisión en la comunidad, incluye la capacidad de respuesta del sistema de salud”, se explicaba sobre por qué se prefería la escala de Harvard.
En vez de contabilizar solo el número de casos por población, la OMS toma en cuenta también la tasa de hospitalización, la mortalidad, y la realización de tests diagnósticos.
Luego también la vacunación cambió el panorama. Esto decía al respecto a En Perspectiva el doctor Joaquín Bazzano.
Es difícil pensar que si antes funcionaba en un contexto de “nadie está inmunizado”, siga funcionando con el mismo nivel de riesgo una vez que está una parte de la población inmunizada a partir de la vacuna. Hoy sabemos que el impacto en la gravedad de la enfermedad en aquellas personas que están vacunadas y enferman es mucho menor: menor mortalidad, menor severidad los síntomas, incluso hay una mayor proporción de personas asintomáticas enfermas.
¿Qué dicen al respecto quienes han seguido el ritmo de la pandemia desde el área de las matemáticas? Hablamos al respecto con María Inés Fariello, matemática, especialista en genética de poblaciones, integrante del área de muestreo y análisis estadístico del GACH.