En mayo de 2020, en la primera ola de contagios de covid-19, la población del Reino Unido atravesaba medidas de distanciamiento social muy estrictas.
Solo tenían permitido ver a una persona al aire libre, en un lugar público y respetando los dos metros de separación.
Era una relajación mínima de las reglas de confinamiento que los habían tenido encerrados en los albores de la pandemia de coronavirus.
Pero en Downing Street, la sede de la oficina del primer ministro, en esos días se celebró una fiesta, anunciada en un mail interno como unos “tragos socialmente distanciados”.
Del encuentro participó el propio primer ministro, Boris Johnson, y aunque pasó casi un año y medio, aquella reunión lo tiene contra las cuerdas.
En esta semana, Johnson reconoció en el Parlamento haber participado de esos “tragos socialmente distanciados” y pidió “sinceras disculpas”, aunque sostuvo que él creyó “implícitamente” que “se trataba de un evento laboral”.
La fiesta se celebró en los jardines de Downing Street, al aire libre, y según Johnson “los jardines son una extensión de la oficina”.
Este pedido de disculpas fue tomado por la oposición para exigirle al primer ministro la renuncia. Pero lo que es más importante aún: también algunas voces de su propio partido, el Partido Conservador, se alzaron para pedirle a Johnson que dé un paso al costado.
Entre la población británica, una encuesta mostró que la mayoría de la población quiere que el principal jerarca renuncie.
¿Qué puede pasar en el Reino Unido? Conocimos más de esta situación en diálogo con Joaquín Thul, economista uruguayo radicado en Londres a quien habitualmente consultamos sobre los sucesos en las islas británicas…