"No debemos abonar una narrativa falaz en que los derechos de la mujer recién ahora se van a ver cercenados: Durante veinte años, tampoco es que hayan vivido en libertad"
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La caída de Afganistán en manos del movimiento talibán ha sido muy analizada en términos geopolíticos.
Las consecuencias a largo plazo pueden ser muchas, entre el estatus internacional de EEUU y un posible florecimiento del terrorismo.
Pero hay una consecuencia que fue inmediata: el cambio en la postura de la sociedad afgana hacia las mujeres.
El periódico británico The Guardian reportó el lunes que no había mujeres en las calles de Kabul, la capital del país. Tenían miedo de ser golpeadas por no cubrir sus cuerpos.
Este cambio fue notorio por ejemplo en una corresponsal de la CNN en Afganistán, Clarissa Ward, quien hizo un día un reporte vistiendo sus ropas normales y al día siguiente apareció en cámara con el pelo y hasta los hombros absolutamente cubiertos por un hiyab.
La Nobel de la paz Malala Yousafzai, sobreviviente del movimiento talibán, que trató de asesinarla cuando tenía solo 15 años por su activismo a favor de la educación de las niñas pakistaníes, publicó ayer una columna de opinión en el diario The New York Times en el que expresa su miedo por las mujeres afganas.
“No puedo imaginarme perderlo todo, volver a una vida definida para mí por hombres armados”, escribió Malala.
Pero los talibán aseguraron ayer, en una primera rueda de prensa desde que lograron el control del país, que las mujeres podrán continuar yendo al colegio y al trabajo. Aunque aclararon que esto sucederá “dentro de nuestro marco”, en referencia a a ley islámica.
Desde Occidente, y más desde un país como Uruguay, estamos muy lejos y corremos el riesgo de caer en estereotipos o simplificaciones. ¿Qué supone realmente para una mujer vivir bajo la ley islámica?
Lo hablamos con Susana Mangana, experta en islam y mundo árabe.