Editorial

Morir para vivir

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Por Juan Ceretta ///

En el mes de marzo compartía con ustedes la historia de Franco, un adolescente de 16 años con una miocardiopatía congénita. Les conté de lo vivido en el juzgado con sus padres Jorge y Lorena, mientras reclamaban que el Ministerio de Salud Pública se hiciera cargo del procedimiento de ablación que necesitaba su corazón en ese momento.

En aquel entonces reflexionaba sobre cómo nuestra sociedad no estaba dispuesta a invertir ese dinero que costaba un procedimiento ya incluido en el Plan Integral de Asistencia en Salud (PIAS), pero pendiente de reglamentación por el Ministerio.

El procedimiento judicial culminó con éxito para Franco, y el MSP fue condenado a solventar el costo de la ablación que se pedía. Pero ya en aquel entonces sabíamos perfectamente que la lucha continuaría.

Así pues, luego de practicada exitosamente la ablación, los cardiólogos tratantes le indicaron la implantación de un cardiodesfibrilador que evitara el grave riesgo que la patología de Franco trae consigo en cuanto puede presentar un episodio de muerte súbita; episodios a los que 9 de cada 10 pacientes no sobreviven.

Curiosamente, el Fondo Nacional de Recursos financia el costo del dispositivo y su implantación, pero en el marco de lo que se denomina “prevención secundaria de la muerte súbita”; y no lo hace en los casos de “prevención primaria”. Traducido a lenguaje común: el FNR cubre a aquellos pacientes que han muerto y resucitado; pero si nunca has muerto, como afortunadamente era el caso de Franco; el FNR no lo cubre; a pesar de la sólida evidencia científica que lo aconseja.

Los pacientes como él lo obtienen porque cuentan con el dinero para solventarlo, o a través de un recurso de amparo presentado ante la justicia.

Así que volvimos al Juzgado con Franco.

En ésta oportunidad, Jorge, su papá, no nos pudo acompañar, pues su estado de salud (la misma patología que Franco) lo tenía internado a la espera de un trasplante de corazón.

El trámite judicial volvió a resultar exitoso, condenando en éste caso al Fondo Nacional de Recursos a financiar el cardiodesfibrilador y su implantación, estableciéndose un plazo muy breve en la sentencia para su cumplimiento, y dedicando parte de su texto a reconocer la valentía de éste joven ante la difícil situación que le ha tocado vivir.

A Franco le fue implantado el cardiodesfibrilador con total éxito. 

Jorge, su padre, internado a la espera de un donante de corazón, falleció, y la triste noticia provocó en su hijo un paro cardíaco del que resucitó gracias al cardiodesfibrilador.

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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, viernes 28.06.2019

Sobre el autor
Juan Ceretta nació en Montevideo, es doctor en Derecho y Ciencias Sociales, egresado de la Universidad de la República; docente del Consultorio Jurídico y de la Clínica de Litigio Estratégico en la Carrera de Abogacía; coordinador del Laboratorio de Casos Complejos en DDHH, y representante por el Orden Docente en el Consejo de Facultad de Derecho. Activista en Derechos Humanos. Hincha de Racing Club de Montevideo.

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