Editorial

Lo que sostiene una columna

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Por Rafael Mandressi ///
@RMandressi

Digamos que es el fin de un receso. Estas columnas de En Perspectiva, las de los lunes en lo que a este servidor refiere, vuelven a emitirse al cabo de varias semanas de interrupción veraniega. Desde fines de diciembre de 2017 hasta la fecha han ocurrido muchas cosas que tal vez habrían podido ser objeto de comentario y opinión, en Uruguay y más allá. La lista de esas cosas es larga, o mejor: puede ser tan larga como se desee o se pueda establecerla, en función de la memoria, las ganas de hacer el inventario y los criterios para incluir o excluir asuntos y episodios.

Así desfilarían, entre otros y en desorden, desde las maniobras político-nucleares del sátrapa que rige los destinos de Corea del Norte hasta las acciones de lo que se ha dado en llamar “autoconvocados”, desde las cifras de la temporada turística en Uruguay hasta las elecciones en Italia, desde las movilizaciones del Día internacional de la mujer hasta la trayectoria criminal y a la postre suicida del sujeto apodado “el Kiki”, desde la muerte y la destrucción que siguen devastando Siria hasta la ceremonia de entrega de los premios Óscar. Y así.

La mirada retrospectiva, cuando se repasa lo que habría podido ser objeto de una columna, lo que habría tal vez valido el hilván de un puñado de consideraciones, desmiente aquello tan manido del tiempo como filtro que hace a un lado lo accesorio y permite distinguir lo importante. ¿De qué columnas debería estar arrepentido hoy por haberle dedicado cuatro minutos a temas que al cabo de setenta días aparecen como sobrantes? No lo sé, y se dirá que para responder esa pregunta el tiempo es todavía corto, que un par de meses no bastan para la decantación, la disipación de la niebla, el descarte de lo irrisorio y la introducción de un poco de orden en el cambalache.

Pero no es tan simple. No se puede confiar en que alcanza con esperar lo suficiente para ver despejado el horizonte, ya que no está claro cuánto tiempo debe transcurrir para que las cosas se enfríen al punto de convertirse en historia y encontrar su lugar en la jerarquía presuntamente sólida de los acontecimientos.

Por otra parte, tampoco lo que la historia retiene es necesariamente la medida de la importancia que convenía atribuirle a las cosas en el momento en que ocurrieron. Lo que guardamos en el cajón donde se amontona lo que para nosotros ha pasado a ser mera espuma es como un entierro en la fosa común de la actualidad, esa tumba colectiva y sin nombres que casi nadie visita. Pero esos muertos sin flores estuvieron vivos alguna vez. Existieron, alguien los quiso o los detestó, por alguna razón se hicieron notar y los notamos, aunque nos parezca hoy que en su hora les prestamos demasiada atención, que aquel presente nos engañó por falta de distancia y que no supimos ver que estaban merecidamente llamados a entrar en el olvido.

Lamento inútil, porque no se puede escribir la columna de ayer, y si se lo hace, ya no es columna, sino otra cosa. Lamento absurdo, por lo demás, ya que este ejercicio, que consiste en el atrevimiento doloroso de hacer público algo tan frágil como una opinión, está irremediablemente condenado a morir en la cuerda floja, devorado por la obligación de elegir no lo que va a quedar, no lo que la memoria del futuro dirá que importaba, sino algo de lo que esa semana, ese día, ese momento, ofrecían como repertorio.

Eso es una columna, al menos a juicio de este columnista, que cree oportuno, al reiniciar sus irrupciones, tomar un tema que quizá mañana no importe, que quizá hoy mismo no tenga importancia, y librarse, pese a todo, a la reivindicación de este género modesto de la navegación a ciegas en el tiempo, de la palabra perecedera, del esquicio permanente, del punto de vista efímero que busca con quien conversar. Eso es todo. Lo demás es mármol, o bronce, y como es sabido, uno y otro son duraderos, pero no hablan.

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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, lunes 12.03.2018

Sobre el autor
Rafael Mandressi (Montevideo, 1966) es doctor en Filosofía por la Universidad de París VIII, historiador y escritor. Desde 2003 reside en París, donde es investigador en el Centro Nacional de Investigación Científica, director adjunto del Centro Alexandre-Koyré de historia de la ciencia y docente en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales. Es colaborador de En Perspectiva desde 1995.