Editorial

El fútbol de acá, tan lejos de la “isla” celeste

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Por Emiliano Cotelo ///

Este martes de noche se cerró el trabajo de la selección uruguaya de fútbol por este año. El resultado del partido no fue el que soñábamos. Pese a que la celeste había empezado ganando con un gol notable de Cavani lleno de simbolismo, Chile lo dio vuelta y nos ganó 3 a 1. Por si eso fuera poco, Suárez y Muslera recibieron tarjetas amarillas y no podrán jugar contra Brasil, en marzo.

De todos modos, si en vez de mirar el árbol nos fijamos en el bosque, el balance que queda es muy positivo, por donde se lo mire.

EL BALANCE

Por primera vez desde que se disputan este tipo de eliminatorias en régimen de “todos contra todos”, Uruguay llega al último tercio de la carrera ubicado en el segundo lugar de la tabla. En las cinco ediciones anteriores (previo a los mundiales de 1998, 2002, 2006, 2010 y 2014) a esta altura nunca superábamos el quinto puesto.

Pero además en 2016 el maestro Oscar Washington Tabárez cumplió diez años seguidos al frente de las selecciones nacionales. Esa permanencia tan larga, una década, tiene pocos antecedentes en este deporte en el mundo. Por eso, significa, seguramente, todo un orgullo para Tabárez. Pero, sobre todo, nos permite tomar conciencia de una especie de milagro: en esta materia el fútbol uruguayo está ejecutando una política de largo plazo, planificada, paciente, profesional.

Bajo la batuta de Tabárez la selección mayor ha obtenido una cantidad de logros importantes: en 2010 terminó cuarta en el mundial de Sudáfrica, una ubicación que Uruguay no alcanzaba hacía 40 años (la última vez fue en México 1970). Y en 2011 obtuvo la Copa América que se disputó en Argentina.

Varios jugadores también han alcanzado sus propios récords de la mano de Tabárez: Maximiliano Pereira se convirtió en el jugador que más partidos tuvo en la historia de la celeste y Fernando Muslera hizo lo propio defendiendo el arco. Diego Forlán, por su parte, fue designado el mejor jugador del Mundial de 2010, una distinción que ningún compatriota había obtenido antes. Además, el propio Forlán primero y Luis Suárez después batieron el récord de goles convertidos por la selección.

Por si fuera poco, las selecciones juveniles – que también coordina Tabárez – tuvieron su propio proceso de maduración, jugando varias finales mundiales en distintas categorías y, quizás lo más importante, accediendo a participar en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, algo que Uruguay no conseguía desde que ganó la última y legendaria medalla de oro, en Amsterdam, en 1928.

Sin embargo, aunque los muy buenos resultados de Tabárez con la selección en lo deportivo son más que evidentes, quizás lo más relevante es lo que ha conseguido en otros ámbitos que no se miden en la tabla de posiciones.

Hoy, la imagen que los uruguayos tenemos de nuestra selección es muy positiva, bien lejana de la que reinaba en los años 90 y comienzos de los 2000.

Ya nadie tiene dudas de la entrega y la buena disposición de los jugadores para venir cuando son llamados, a diferencia de otra época, cuando se despotricaba contra “los repatriados” y su escaso compromiso con la camiseta.

No son perfectos, pero tienen el fair play como meta, dejando cada vez más lejos las vivezas y la brutalidad; manejan su comunicación con educación, respeto y calidez; han ido construyendo un vínculo cariñoso de ida y vuelta con la gente; responden con solidaridad cada vez que se los convoca a dar una mano con organizaciones sociales; y cuando entienden que algunos de sus derechos están siendo vulnerados realizan sus planteos públicos con determinación y respeto.

En definitiva, Tabárez ha liderado una revolución celeste que logró lo que parecía imposible: que los uruguayos nos identificáramos con la selección, la sintiéramos nuestra, y estuviéramos dispuestos a acompañarla y disfrutarla, incluso en los momentos de afloje que, por supuesto, cada tanto aparecen.

¿UNA ISLA?

La contracara de este éxito es que está encapsulado en “una isla” dentro del fútbol uruguayo (eso de la isla es un término que utilizan incluso muchos dirigentes dentro de la AUF). El entusiasmo de la hinchada con sus ídolos, el muy buen desempeño a nivel internacional, el sistema de trabajo permanente y a salvo de ruidos coyunturales y hasta la infraestructura montada en el Complejo Celeste …todo eso está a años luz de lo que se vive en el fútbol de acá, el que se juega cada fin de semana entre equipos de nuestro país.

Una vez que pasa una fecha por las eliminatorias, los aficionados al fútbol vuelven a encontrarse con la otra realidad: Dirigentes más interesados por sacar ventajas en la chiquita para sus clubes que por mejorar la situación del fútbol uruguayo en general, demasiadas canchas donde es imposible que la pelota corra bien, muchos estadios donde el público no cuenta con las más mínimas comodidades, tantos vestuarios paupérrimos para recibir a los protagonistas del espectáculo, instituciones que mantienen deudas con sus planteles por largos períodos, comisiones directivas que toleran o hasta amparan el crecimiento de las barras bravas y, por si todo lo anterior fuera poco, desencuentros eternos entre los clubes, la AUF y las autoridades de gobierno a la hora de enfrentar los problemas tan acuciantes de violencia en algunas tribunas y entre algunas parcialidades.

Es difícil entender, por otra parte, cómo es que el Estadio Centenario pasa en pocos días de ser el escenario de la fiesta de miles de familias pintadas de celeste, a un campo de batalla en el que verdaderas bandas de delincuentes se cruzan a tiros en los baños de la Ámsterdam, asaltan a hinchas desprevenidos que compraron su entrada para ver un partido de fútbol o, como ocurrió el domingo pasado, destrozan portones de hierro y saquean un comedor de los funcionarios de CAFO.

PREGUNTAS

Tabárez ha logrado que la gente, en su sentido más amplio, vuelva a enamorarse de la selección. ¿Cómo se hace para que esa filosofía y ese método de trabajo no queden encerrados en la isla? ¿Qué medidas se están pensando para que también el fútbol local vuelva a enamorar al público los sábados y domingos?

Yo no estoy metido en ese mundo. No es mi especialidad como periodista. Pero me parece evidente que es imperioso dar el golpe de timón, por todo lo que el fútbol significa en la historia, la cultura y hasta la economía del Uruguay.

Por eso siento una enorme curiosidad por escuchar qué tienen para decir sobre este desafío quienes llevan las riendas de la AUF y de los clubes.

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Emitido en el espacio En Primera Persona de En Perspectiva, viernes 18.11.2016, hora 08.05