Editorial

La Celeste y Tabárez: Un caso de éxito, una referencia para la sociedad

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Por Emiliano Cotelo ///

¿Cómo sustraerme en este espacio editorial, hoy, viernes, a la alegría que vivimos todos los uruguayos el martes de noche cuando la selección uruguaya de fútbol confirmó su clasificación al Mundial de Rusia 2018? Imposible.

Fue un hecho deportivo, sí, pero, ¿hubo alguna noticia más importante que esa para nuestro país esta semana? No, sin duda, no hubo otra. Porque el fútbol es la gran pasión nacional y forma parte fundamental de nuestra idiosincrasia, y porque “la celeste” es de las pocas causas que logran unirnos a todos, emocionarnos, entusiasmarnos y movilizarnos juntos.

Nada nuevo

Este es, entonces, mi tema de hoy. Pero lo más interesante es que no tengo nada muy original que decir. Los apuntes que estuve armando se parecen mucho a lo que buena parte de ustedes piensan y se parecen mucho a los que yo mismo escribí para otro editorial, hace 11 meses, en noviembre del año pasado, cuando terminaron los partidos de las eliminatorias del año 2016, con Uruguay ya entonces ubicado segundo en la tabla de posiciones.

Estuve repasando aquella grabación y concluí que podría repetir el texto casi, palabra, por palabra. Al principio pensé: ¡qué problema…! Pero después me di cuenta de mi error. Que eso no es un problema. Que es muy saludable y gratificante que con el correr de los meses sólo haya ocurrido la consolidación de una evaluación. Que no haya habido, entre un año y otro, un volantazo, un giro abrupto, un quiebre. “El proceso” encabezado por el maestro Tabárez siguió su curso y llegó, tranquilamente, a la meta que se había propuesto en esta etapa: la clasificación.

Sí, alcanzó el objetivo con calma. Esa fue una de las características singulares de lo que experimentamos el martes: La felicidad, enorme sí, de clasificar de manera directa, pero una felicidad serena, reposada, madura. No sufrimos los dos últimos partidos con angustia o stress. Arribamos al encuentro con Bolivia sabiendo que no había combinación de terceros resultados que pudiera entreverarnos la chance. Finalmente ratificamos el segundo puesto después de Brasil. Y, en contraste con nuestra tradición, el 10 de octubre ya teníamos los deberes prontos, sin tener que especular con el repechaje que otros países vecinos tendrán que jugar en noviembre.

Largo plazo, profesional

Es un cambio gigantesco. Un avance más de los muchos conseguidos, pausadamente, por el equipo que dirige Oscar Washington Tabárez y que lleva 11 años al frente de las selecciones nacionales. Este último es un dato con pocos antecedentes en este deporte en el mundo. Todo un orgullo para Tabárez. Pero, sobre todo, una especie de milagro: en esta materia el fútbol uruguayo está ejecutando una política de largo plazo, planificada, paciente, profesional.

Hitos

Bajo la batuta de Tabárez la selección mayor ha marcado una cantidad de hitos importantes.

En 2010 terminó cuarta en el mundial de Sudáfrica, una ubicación que Uruguay no ocupaba hacía 40 años (la última vez fue en México 1970). Y en 2011 obtuvo la Copa América que se disputó en Argentina. Diego Forlán fue designado el mejor jugador del Mundial de 2010, una distinción que ningún compatriota había obtenido antes. Y ahora Edinson Cavani fue el goleador de esta eliminatoria sudamericana.

Por si fuera poco, las selecciones juveniles – que también coordina Tabárez – tuvieron su propio desarrollo, jugando varias finales mundiales en distintas categorías y accediendo a participar en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, algo que Uruguay no conseguía desde que ganó la última y legendaria medalla de oro, en Amsterdam, en 1928. En este año 2017, por ejemplo, la sub20 salió campeona en el Sudamericano de Ecuador y luego fue semifinalista en el Mundial de Corea del Sur.

…y afuera de la cancha

Sin embargo, aunque los muy buenos resultados de Tabárez con la celeste en la cancha son más que evidentes, quizás lo más relevante es lo que ha conquistado en otros ámbitos que no se miden en tablas de posiciones.

Hoy, la imagen que los uruguayos tenemos de nuestra selección es muy positiva, bien lejana de la que reinaba en los años 90 y comienzos de los 2000.

Ya nadie duda de la entrega y la buena disposición de los jugadores para venir cuando son llamados, a diferencia de otra época, cuando se despotricaba contra “los repatriados” y su escaso compromiso con la camiseta.

No son perfectos, pero tienen el “fairplay” como meta, dejando cada vez más lejos las vivezas y la brutalidad de las que hacíamos gala en otros tiempos; manejan su comunicación con educación, respeto y calidez; han ido construyendo un vínculo cariñoso de ida y vuelta con la gente; responden con solidaridad cada vez que se los convoca a dar una mano con organizaciones sociales; y cuando entienden que algunos de sus derechos están siendo vulnerados realizan sus planteos públicos con determinación y respeto.

En definitiva, Tabárez ha liderado una “revolución” que consiguió lo que parecía imposible: que los uruguayos nos identificáramos con la selección, la sintiéramos nuestra y estuviéramos dispuestos a acompañarla y disfrutarla, incluso en los momentos de afloje que, por supuesto, cada tanto aparecen.

Y ahora, más renovación

Claro que no todo lo que hace Tabárez genera unanimidades. Cuántos nos hemos fastidiado con su aparente lentitud a la hora de resolver algún cambio. Cuántos han discrepado con varios nombres en sus listas de convocados. Pero la gran mayoría de nosotros le reconocemos su seriedad, su rigor y su capacidad para sobreponerse a los ataques facilongos y/o cortoplacistas, tan habituales en el mundo del fútbol, tan plagado de directores técnicos. Y hoy, incluso, observamos con admiración cómo pilotea un nuevo escalón de renovación, dando entrada a nombres muy jóvenes, ya valiosos, que van ensamblándose de forma natural con varios de los ídolos ya consagrados, mientras otros, discretamente, van quedando al margen, con sus ciclos ya cumplidos. Una renovación que -seguramente después de Rusia- lo alcanzará a él también, sin sobresaltos ni dramas.

Que permee

Creo que es muy importante que en un deporte tan masivo como este se esté trabajando de esa manera.

No ha sido fácil. En este camino la Asociación Uruguaya de Fútbol ha enfrentado dificultades, tropezones y limitaciones, y todavía tiene, hacia adentro, varias asignaturas pendientes. Pero con las selecciones ha generado un caso de éxito muy potente que, espero, sea tomado como referencia y permee en otros ámbitos de nuestra sociedad, nuestra economía y nuestro sistema político.

El país lo necesita.

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Emitido en el espacio En Primera Persona de En Perspectiva, viernes 13.10.2017, hora 08.10