Editorial

Libretas de conducir irregulares: ¿Quién condena al “avivado”?

Por

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

Por Emiliano Cotelo ///

No se puede decir que la noticia nos haya sorprendido del todo. Dio mucho que hablar esta semana pero hechos similares se han descubierto varias veces en el pasado. Y me sospecho que volverán en el futuro.

El juez en lo penal de Las Piedras, Alejandro Asteggiante, procesó el miércoles a 18 personas, 12 de ellas con prisión, por una maniobra que permitía la compra de libretas de conducir sin tener que rendir el examen práctico correspondiente.

Según la información de prensa, alguien que necesitaba la libreta pero que, por alguna razón, no quería –o no podía– realizar el examen práctico, tenía la posibilidad de obtener igual ese documento pagando entre $ 4.000 y $ 20.000. En algunos casos, se trataba de libretas de conductores amateur; en otros, de libretas profesionales.

El tema se discutió fuerte en las redes sociales y se conversó en oficinas, comercios y fábricas.

Los funcionarios

La mayor parte de las reacciones (y probablemente las más encendidas) estuvieron dirigidas contra los inspectores municipales implicados en este caso. No es para menos…

Entre las 12 personas que marcharon a la cárcel, nueve eran, precisamente, inspectores de tránsito (seis de la Intendencia de Canelones y tres de San José). El magistrado les tipificó el “delito de asociación para delinquir en calidad de autores”.

Con su proceder oscuro estos funcionarios públicos están salteando controles que el Estado creó para verificar las condiciones mínimas que las personas deben cumplir antes salir a la calle al mando de un vehículo. Esos empleados de las intendencias traicionan la confianza que la sociedad deposita en ellos para que oficien de barrera de contención de una de las causas de la inseguridad vial.

Por eso es fundamental que, cuando culmine la investigación de fondo y se comprueben las responsabilidades, las sanciones sean ejemplarizantes, para que se castigue lo ocurrido en esta situación en particular pero además se emita un mensaje duro destinado a disuadir estas prácticas en otros departamentos.

¿Y la otra parte?

Pero la corrupción no tiene una sola parte. Tiene dos. Y yo quiero poner el foco en el otro lado del mostrador: los hombres y mujeres que consiguieron estas libretas de manera irregular. Por lo menos fueron cinco, si nos atenemos a la actuación judicial.

Si bien estos procesamientos fueron dictados sin prisión, la resolución judicial quiere decir que su conducta, analizada prima facie, no fue sólo una “avivada”. Se les tipificó un delito previsto en la ley vigente: el delito de cohecho.

Sin embargo, mi sensación es que la condena social sobre ellos o no existe o, en todo caso, es mucho más tenue que la que recae en los inspectores. Eso me alarma.

En general, los uruguayos tendemos a hacer “la vista gorda” ante las corruptelas. Eso ya me parece un error. Pero este es un caso más serio que otros similares. A los compradores de libretas irregulares deberíamos cuestionarlos con todo nuestro rigor. ¿Por qué? Porque el inspector que vende estas libretas "incompletas" contribuye, sí, indirectamente a los problemas de la seguridad vial. Pero, en definitiva, el verdadero peligro es el otro: el usuario que accedió al permiso “por debajo de la mesa”, evitando la prueba obligatoria (o eludiendo al oculista, como ha pasado tantas veces) y, sin embargo, circula por allí conduciendo un auto, una camioneta, un camión o un ómnibus.

Me preocupa que no logremos ver la gravedad de ese comportamiento.

El entorno

No es extraño que una de estas personas, además, le cuente con orgullo a su círculo de amigos y familiares que, poniendo una coima, consiguió burlar los controles municipales; y que los que la escuchan, la aplaudan y la festejen como si estuvieran ante una gracia. Es increíble. Si lo pensaran un minuto no se reirían, porque –en realidad- terminan siendo cómplices de una forma de proceder que puede derivar en una tragedia.

En lo que va del año más de 360 personas han muerto en siniestros de tránsito en todo el país. Es decir, más de una persona fallecida por día. Y a ese número hay que agregar los heridos, muchos de los cuales quedan con secuelas permanentes. Es un problema serio que arrastramos los uruguayos.

Noticias como esta de estos días deberían hacernos reflexionar sobre qué responsabilidad tenemos cada uno de nosotros en el flagelo de la siniestralidad vial.

¿Volveremos a sonreír y decir que el que logra una libreta de conducir sin haber cumplido con todos los requisitos legales es un “piola” o un “fenómeno”? ¿O lo calificaremos como lo que es, un irresponsable y hasta un delincuente?

Y una pregunta más directa: ¿Estamos dispuestos a plantarnos frente a un familiar, un amigo o un compañero de trabajo que protagoniza una de esas “avivadas”? ¿Somos capaces de pararle el carro, hacerle notar su frivolidad y marcarle que está jugando con la vida y la salud de mucha gente, incluso la de sus seres queridos?

***

Emitido en el espacio En Primera Persona de En Perspectiva, viernes 25.11.2016, hora 08.05