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En Primera Persona: Villegas no se va. Su huella está bien marcada, en la radio y en la gente

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Foto: Julio Villegas. Crédito: Gentileza familia Villegas

// Por Emiliano Cotelo

Este sábado nos despertamos con la noticia del fallecimiento de don Julio Villegas, a los 87 años de edad.

Obviamente es triste que él ya no esté entre nosotros. Y sin duda este es un momento muy doloroso para su familia y sus amigos más cercanos.

Pero yo prefiero celebrar su legado. Fui su oyente primero, colega después cuando comencé a incursionar en este medio y finalmente tuve el privilegio de contarlo como compañero de trabajo en El Espectador. Desde esa triple experiencia quiero hoy quiero agradecer la vida de quien fue, es y seguirá siendo un gran maestro del periodismo en radio y un referente importante de la comunicación en Uruguay.

Empecé a escucharlo a comienzos de la década de 1970, cuando me levantaba temprano para ir al liceo y Julio conducía en radio Sarandí “Gigantísimo”, un informativo que supo ser muy innovador por varias razones: por el horario a las 6 de la mañana, por su duración de dos horas, por el equipo numeroso y prestigioso (de seis periodistas) que lo realizaba en una rueda alrededor de la mesa y, sobre todo, por el tono de la comunicación.

Explico esto último. Hasta aquella época, en la radio uruguaya la costumbre era hablar de una manera muy impostada y, además, con un volumen muy alto (casi gritando a veces). Y en los noticieros ese engolamiento eso se exacerbaba. Bueno, en aquella Sarandí legendaria dirigida por Jorge Nelson Mullins varias de sus voces (Rubén Castillo, Néber Araújo, Cecilia Prieto, Mario Ivan Da Rosa, Juan Francisco Fontoura, Otto Cisneros…) se expresaban de manera más natural, conversando, incluso cuando leían. No puedo asegurar que ese cambio haya sido inventado allí; me consta que otras radios, por ejemplo CX30 Radio Nacional, bajo la dirección de José Germán Araújo, también se inclinaron en esa dirección. Pero el giro resultó muy significativo y marcó otra onda más cercana a la gente, más coloquial, que llega hasta hoy en la mayoría de las radios (y que yo, en particular, adopté cuando di mis primeros pasos en esta profesión).

Pero además, en esa misma línea, en aquel “Gigantísimo” había toques de humor inteligente y hasta quiebres de informalidad que encantaban a los escuchas. Por citar un caso, yo tengo muy presente cuando contaron que un patrullero había trasladado a una madre embarazada a punto de dar a luz: en medio del viaje el nacimiento se precipitó y los agentes terminaron oficiando de parteros en una intervención que culminó perfectamente bien. Una vez que completaron la lectura de la noticia, Villegas felicitó a los dos policías y pidió un aplauso para ellos. Todos sus compañeros de la mesa respondieron con sus palmas, fuerte y claro. Esas situaciones disruptivas no existían en el formato de los informativos, hasta entonces rígidos y acartonados.

En aquel horario de las 6 de la mañana Julio seguiría, siempre exitoso, durante 40 años. En cierto momento, “Gigantísimo” se acortó a una hora y Villegas permaneció como su único conductor. Y en esa tarea, ahora solista, se las ingenió para mantener atrapado a su público. ¿Cómo? La fórmula incluía información rigurosa y segura, una agenda completa que abarcaba incluso la actividad cultural, y sobre todo el magnetismo de su voz, cálida, amable y notoriamente solvente, un instrumento al que sabía llevar con una cadencia muy propia y agregando giros sutiles hacia la sonrisa o la perplejidad, combinados con otra herramienta, la pausa, el silencio, ese silencio que, bien usado, es capaz de decir tanto y que él también manejaba con genialidad, algo que, según contaba, aprendió en los radioteatros por los que pasó en alguna etapa anterior de su peripecia.

Es que Julio Villegas tuvo una trayectoria muy variada en radio, que hasta incluyó el relato en las transmisiones de ciclismo en la vieja Radio Sport. Y también pasó por otros medios, entre ellos una agencia internacional de noticias y la televisión. Sí, yo lo recuerdo en TV como movilero, realizando sus crónicas desde la Plaza Cagancha para En Vivo y en directo, conducido por Néber, que en su etapa inicial era un programa vespertino, de lunes a viernes en Canal 12.

De todos modos, es indiscutible que su labor más destacada y más valorada por la audiencia estuvo en aquellos informativos de la madrugada.

A mediados de 1999 una reestructura lo dejó afuera de Sarandí. La novedad provocó un enorme desconcierto entre sus seguidores. Y en radio El Espectador, a partir de una iniciativa de quien era entonces el director, Javier Massa, resolvimos invitarlo a que se sumara a la propuesta que veníamos construyendo para reposicionar aquella marca clásica del dial uruguayo. Él aceptó entusiasmado, entre otras cosas porque implicaba volver a la casa donde se había desempeñado casi en sus comienzos, después de su debut en radio Centenario.

Aquella movida, que estuvo acompañada de un gran aviso de prensa a página entera titulado “Villegas no se va”, tuvo gran impacto y fue muy bien recibida por la gente y los anunciantes.

Mientras la preparábamos enfrentamos un desafío: ¿qué nombre tendría ese programa? Finalmente nos decantamos por lo más simple y directo, “A las 6, Villegas”, que definía perfectamente el espacio y al mismo tiempo era, ya en ese momento, todo un reconocimiento. Sí. Julio Villegas era sinónimo de ese horario. Muchos de los mensajes que pudieron leerse este fin de semana en las redes sociales destacaban justamente eso: el recuerdo cariñoso y las anécdotas de tantos y tantos uruguayos a quienes Villegas los (nos) acompañó con sus noticias en esa circunstancia tan particular, cuando uno abre los ojos, se despereza, se prepara para salir a estudiar o trabajar y quiere “empezar el día con los pies en la tierra”, como Julio decía siempre.

Su llegada a aquella radio El Espectador, en junio de 1999, permitió fortalecer con los mejores cimientos la grilla periodística que luego seguía con En Perspectiva y los informativos. Y para nosotros, sus vecinos de las 7.00, implicó el privilegio de la convivencia cotidiana, ir conociéndolo en el día a día, trabajando de manera coordinada con él y aprendiendo con él. ¡Hasta tuvimos el honor de que en aquellos años Julio fuera el redactor de los titulares internacionales para nuestro panorama de la primera media hora del programa…!

De varios de estos temas pudimos charlar con Don Julio Villegas al aire en una preciosa entrevista que hicimos En Perspectiva el 8 de abril de 2011, el día mismo en que se despidió de los micrófonos. Tenía 74 años y se encontraba en la plenitud de su salud y de sus condiciones profesionales. Había comunicado su decisión de retirarse unos meses antes, en una reunión con la dirección de la empresa en la que explicó que quería dedicarse a la familia y a los hobbies y otras actividades que venía postergando. Hasta en aquel gesto dejó su huella: supo retirarse a tiempo, eso que para muchos resulta tan difícil, en especial en los medios de comunicación.

Este sábado de mañana, cuando me enteré de su partida, yo difundí en las redes sociales de En Perspectiva aquel reportaje/despedida/homenaje, que está en audio y afortunadamente también en video. Muchos de ustedes ya lo vieron y varios nos hicieron llegar sus comentarios.

Se los recomiendo muy enfáticamente.

En esa conversación van a descubrir al ser humano Julio Villegas, van a enterarse de cómo eran sus jornadas laborales y de qué manera preparaba cada programa, van a comprobar sus principios, van a medir su sensibilidad y van a percibir todo el respeto que sentía por quienes confiaban en él cada mañana. En algunos momentos se van a sorprender y en otros, sin duda, se van a emocionar. Y de esa manera ustdes van a estar rindiéndole su propio tributo a ese “amigo invisible” con el que compartieron tantas horas, tantos días, tantos años.

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Enlace relacionado: Entrevista con Julio Villegas, el 8 de abril de 2011