Editorial

El paro preventivo en la educación pública

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Por Emiliano Cotelo ///

José D’Elía, el dirigente histórico de la CNT, sostenía que los conflictos no se ganan si no se tiene a la opinión pública como aliada. Insistía en que para que una reivindicación tenga éxito es fundamental que el gremio que la levanta maneje con habilidad la comunicación con el conjunto de la sociedad. El paro que hoy desarrollan los sindicatos de la educación pública –acompañando a COFE– no parece cumplir con esta premisa.

Su plataforma incluye, principalmente, el reclamo de aumento de salarios y la exigencia de que se asigne un presupuesto equivalente al 6 % del PBI para ANEP y Udelar. Los voceros han dicho que quieren discutir el presupuesto en “un diálogo franco” con el Ministerio de Economía, el Codicen y los consejos desconcentrados; y también reclaman “que se instalen los consejos de salarios”. Además, sospechan que el gobierno de Tabaré Vázquez prepara a escondidas una reforma educativa similar a la que Germán Rama impulsó en 1995, que sería introducida en la próxima ley de presupuesto quinquenal.

Es cierto que a la decisión del paro se llega después de haber recorrido otras formas de movilización. A mediados de mayo, en una entrevista aquí en En Perspectiva, José Olivera, presidente de FENAPES, destacaba que su sindicato venía desarrollando decenas de asambleas de profesores y trabajadores de Secundaria a lo largo del país, y además intercambios con padres y estudiantes, conferencias de prensa, más charlas en comisiones de fomento y clubes de barrios, entre otras actividades.

Es bueno saber que intentaron esos caminos previamente. Pero mi impresión es que, de todo modos, el paro, por lo menos en estas circunstancias, no los ayuda y, por el contrario, los perjudica en su legitimidad.

¿Por qué? Para empezar, por una consideración general que condiciona a este sector: con esta medida estos docentes le hacen perder clases a sus alumnos, justamente los del sistema público de enseñanza, donde se arrastran tantos problemas; y además les complican las cosas a los padres de esos escolares o liceales, que deben ingeniarse para que sus hijos no queden a la deriva durante buena parte de la jornada. Y hay que tener en cuenta que este ya es el tercer paro de este año lectivo. Pero, sobre todo, creo que el defecto más serio que presenta este paro de hoy es la fecha elegida: justo el viernes previo las vacaciones de julio.

Francamente, me parece, este detalle tira por la borda toda la acumulación que los gremios hayan podido realizar hasta ahora y vuelve a dejarlos mal parados ante la población. ¿Qué imagen se está dando al ciudadano común cuando se convoca a un paro para el último día hábil antes de unas vacaciones de dos semanas? Que se quiere ganar un día libre más. Que más que una reivindicación lo que hay de por medio es el alargamiento de esa licencia. Y así lamentablemente, se alimenta esa percepción errónea y generalizadora de que los docentes no tienen un compromiso suficiente con el trabajo.

Y todavía la fecha es mala por otro motivo: ¿Cómo esperan que la gente haga suyo un reclamo del sindicato si esa gente ya está con la cabeza en las vacaciones? Parar en una fecha así sólo tendría sentido si ya hubiera definiciones contundentes del Poder Ejecutivo que chocaran de frente con las posturas de los sindicatos. Pero no las hay. La ministra de Educación y Cultura, María Julia Muñoz, recordó ayer que el presupuesto se presentará recién en agosto, como siempre; agregó que “se está trabajando al ritmo habitual”; y aclaró que “no se va a instrumentar ningún cambio sin la participación de los docentes y de los gremios de la educación". Está claro que el paro de hoy es de tipo preventivo.

Esta práctica suele usarse en el ámbito sindical y más aún en la previa de un presupuesto quinquenal. Más que para mostrar rechazo hacia algo, el paro preventivo sirve para marcar un perfil y realizar una demostración de fuerza. El problema es que, así como se la está aplicando en este caso, lo que provoca es lo contrario: un deterioro de la imagen del gremio y, en definitiva, su debilitamiento. Algo así como un tiro en el pie.

En Primera Persona
Viernes 26.06.2015, 08.00 hs.