Editorial

Desempleo y competitividad: Realismo a cuentagotas

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Por Mauricio Rabuffetti ///
@maurirabuffetti

El último dato de la Encuesta Continua de Hogares sobre el desempleo es preocupante. En marzo, 9 % de la fuerza laboral uruguaya estaba desocupada según las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística. Esto equivale, según cifras de analistas, a algo más de 150.000 personas que buscan trabajo y no lo consiguen.

Se trata del porcentaje más alto en diez años.

¿Debería sorprendernos? Creo que la respuesta a esta pregunta es que, lamentablemente, no. No debería sorprendernos el incremento de la tasa de desempleo porque vivimos en un país en el que los costos de producir, producir bienes o servicios, se han disparado.

Yo quiero proponerles repasar algunas declaraciones de los últimos días provenientes del sector empresario y comercial, que de alguna manera ilustran la percepción que tienen quienes son, junto con el sector público, los principales creadores de empleo en el país.

En el mes de abril, semanas antes de que se celebrara el Día de la Exportación, el presidente de la Unión de Exportadores del Uruguay, Alejandro Bzurovski, dijo de forma muy gráfica que los costos de producir en Uruguay, “asustan”.

Desde inicios de año, el presidente de la Cámara de Industrias, Washington Corallo, viene advirtiendo de los problemas de competitividad que afectan al sector en Uruguay. En enero, en una entrevista con el semanario Crónicas Económicas, reclamaba medidas “urgentes” en este sentido para evitar la pérdida continua de puestos de trabajo en el sector. Luego, cuando se produjo el cese de la producción de Fumaya, que pasó a ser importador, en un hecho que de alguna manera se constituye en símbolo de estos tiempos, el mismo Corallo le explicaba al diario El Observador que son los sectores industriales que más mano de obra generan, los que “paradójicamente están con más problemas”.

Si repasamos los últimos meses y años, si simplemente hacemos un poco de memoria, el panorama que alimenta ese 9 % de desempleo, es bastante desolador. Autopartistas, fabricantes de autos o de muebles, Fanapel en Juan Lacaze, empresas autogestionadas que funcionan con préstamos del Fondes en problemas, molinos, el sector lechero en una crisis histórica… La lista, si fuéramos nombre por nombre, sería extensa. En todos estos rubros se han producido quiebras de empresas.

Y claro está, las razones pueden ser variadas. Pero si uno se toma el tiempo de hablar con empresarios y comerciantes, grandes, medianos o pequeños, hay un factor que de forma sistemática es nombrado como causal de problemas, cuando no, de despidos y cierres: trabajar en Uruguay es caro.

Uruguay está caro. Está caro para el empleado, y está caro para quien da empleo. Y esto último es muy serio porque mientras en otras economías contratar es sinónimo de expandirse, en Uruguay dar trabajo se ha convertido en sinónimo de complicarse y muchos piensan dos veces antes de contratar.

Hace algunos días en su congreso, la Federación Rural dijo que en nuestro país los costos “asfixian” al sector agroindustrial y en particular se refirió a las tarifas públicas, al elevado costo del combustible y a los impuestos. La Cámara de Comercio se expresó en términos similares y en su último informe de coyuntura manifestó que el Estado uruguayo es “asfixiante” y consideró que “traslada” el costo de su ineficiencia a los privados.

Empresarios, industriales, productores rurales y comerciantes. El reclamo viene de todos los sectores de actividad y quiero repetirlo para enfatizar el punto: viene de quienes son creadores genuinos de puestos trabajo.

El ministro de Trabajo, Ernesto Murro, dijo que “pega y duele” la tasa de desempleo. Son expresiones que todos, sin duda, compartimos.

Es claro que hay factores externos que influyen en la dinámica económica local y que están más allá de lo que pueda manejar el gobierno de turno. Pero es indudable que el Estado se ha convertido en una especie de “socio indeseable”, en un peso más que en un aliado para muchos de quienes querrían dar trabajo.

Para algunos analistas, la perspectiva es que la economía podría mejorar este año. Tal vez con una recuperación adicional en 2018. Claro, para muchos es difícil creer en este pronóstico cuando se ve el dato de desempleo. Si se produce una mejoría, será en todo caso importante que los reclamos que se suceden para reducir costos asociados al funcionamiento del Estado no queden en el olvido. Sería como darnos otro tiro en el pie.

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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, miércoles 31.05.2017

Sobre el autor
Mauricio Rabuffetti (1975) es periodista y columnista político. Es autor del libro José Mujica. La revolución tranquila, un ensayo publicado en 20 países. Es corresponsal de Agence France-Presse en Uruguay. Las opiniones vertidas en este espacio son personales y no expresan la posición de los medios con los cuales colabora.