Editorial

Carrera armamentista retrasa desarrollo en Medio Oriente

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Por Susana Mangana ///

Buscando información con la que documentar los avances y retrocesos sufridos por los países árabes tras las revueltas iniciadas en 2011 me topé con una noticia desconcertante. Hace escasos días Francia y Egipto firmaron dos acuerdos históricos. El primero refiere a la cooperación militar bilateral y el segundo estipula la venta a Egipto de dos portaaviones clase Mistral. El acuerdo bilateral por valor de € 1.200 millones posiciona a Egipto como el primer país árabe y de Medio Oriente en desplegar portaaviones. Este acuerdo de cooperación militar consolida la relación entre Francia y Egipto al tiempo que refleja otra serie de acuerdos de compra venta de armas por un valor estimado de € 5.200 millones, destinados principalmente a que Egipto adquiera 24 aviones de combate Rafale.

Estas cifras siderales en un país donde el 40 % de la población vive por debajo de la línea de pobreza resultan preocupantes. Demuestra además que el actual gobierno de Al Sisi sigue apostando a la inversión en material bélico y no en proyectos de inversión que mejoren su maltrecha economía. Y si bien Egipto exhibe algunos índices positivos respecto de sus vecinos, como por ejemplo la salud o el creciente acceso de las niñas a la educación primaria, no se ve libre del absentismo escolar que sacude la secundaria. La calidad de su educación ha decaído producto de la insatisfacción que padecen los maestros y profesores por los bajos salarios.

Egipto es un país tremendamente centralizado, con regiones enteras alejadas de los círculos de poder. Así, en el Alto Egipto, una región eminentemente turística, se registran elevadas tasas de analfabetismo y el panorama no se presenta halagüeño ante la caída en picado del número de turistas extranjeros y por tanto del volumen de divisas. Producto del lastre económico que acarrea desde la revolución, Egipto no ha podido cumplir con la mayoría de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de Naciones Unidas.

El gasto militar sigue siendo altísimo a nivel global, siendo EEUU y China los que más gastan en este rubro. Esta tendencia también se ve reflejada en Oriente Medio, donde continúa la carrera armamentista. Arabia Saudita, por ejemplo, emplea el 10,8 % de su PIB (US$ 750.000 millones) en armamento.

¿Por qué países con necesidades acuciantes deciden invertir en compra de equipo y armamento militar antes que lanzar proyectos educativos u otros destinados a generar negocios y empleo para sus habitantes? Es fácil imaginar que los ciudadanos egipcios que participaron en las revueltas que derrocaron al presidente Mubarak lamenten hoy el gasto desmesurado en armas de un gobierno que sigue siendo militar. La revolución de enero del 2011 se llevó a cabo para protestar por la democracia y libertad del pueblo egipcio.

La sociedad civil árabe exigió entonces dignidad y respeto al soberano, motivo que animó a los organizadores de este año del Premio Nobel de la Paz a reconocer la labor desarrollada por el Cuarteto del Diálogo Nacional en Túnez. Por si no fuera bastante, Egipto ultima detalles para la compra de 50 helicópteros rusos, lo que consolidaría su sistema de asalto naval para defender el Canal de Suez y las costas del Sinaí, además de los gasoductos que desembocan en el Mediterráneo. Estos acuerdos permitirían a Egipto gozar de paridad naval con Israel.

Resulta un tanto hipócrita que países desarrollados como Francia o la propia Rusia generen pingües beneficios gracias al negocio de las armas. Cuando de vender se trata no se distingue entre gobiernos y grupos terroristas. Atacar la inflación, el desempleo o la falta de dinamismo del mercado laboral debieran ser la prioridad número uno de gobiernos que finalmente han comprendido que el pueblo sabe unirse para reivindicar derechos.

Continuar en la senda del militarismo aleja a una región sumida en el caos y conflictos bélicos de la paz y estabilidad necesarias para afrontar cambios estructurales que permitan destrabar la economía. La amenaza del integrismo islámico puede servir de pretexto para pertrecharse por un tiempo, pero finalmente las ansias de libertad y una vida digna de las sociedades árabes son más fuertes y eficaces que una ráfaga de metralla.

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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, martes 20.10.2015, hora 08.05

Sobre la autora
Susana Mangana, doctora en Estudios Árabes e Islámicos por la Universidad Autónoma de Madrid y MBA por la Universidad Pontificia de Comillas, Madrid, es docente e investigadora en la Universidad Católica del Uruguay y analista de política internacional en medios nacionales e internacionales.

Foto: Caza francés Rafale durante un entrenamiento en el portaaviones USS Dwight D. Eisenhower sobre el Océano Atlántico, 19 de julio de 2009. Crédito: Rafael Figueroa Medina/navy.mil