Editorial

Candidaturas: La danza en el bazar

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Por Emiliano Cotelo ///

Las noticias falsas, inventadas o distorsionadas, generan polarizaciones, empobrecen las discusiones. Sí, las "fake news" son perversas, pero no son lo único que dificulta los debates razonables a propósito de lo que nos ocurre como sociedad: también dañan mucho los eslóganes y la ausencia de propuestas prácticas y soluciones específicas para problemas concretos.

En estos meses los partidos y los sectores políticos se encuentran dedicados a designar a sus precandidatos; el proceso no está libre de roces, versiones encontradas, confidencias que no se respetan y silencios tácticos. Irritarse por ello es olvidar que la prolijidad extrema es más una idealización que una realidad. Y, verdaderamente, ni siquiera sabemos a ciencia cierta si esa tan mentada transparencia absoluta y total es algo eficiente y eficaz para la comunidad y su circunstancia. Lo que sabemos con certeza es que los ciudadanos tenemos el derecho y hasta la obligación de conocer más. Tenemos el derecho y hasta la obligación de ver, escuchar, leer y discutir cómo se sale de los líos de hoy y cómo nos prepararemos para los de mañana. Así, quizás, podremos tomar decisiones mejor fundadas, con información relevante sobre las personas que aspiran a representarnos y liderar las cosas públicas.

Muchos oyentes nos han escrito contando el hastío que les causa la “danza de nombres” que hemos visto en estas últimas semas. Y nos interpelan a nosotros. Preguntan por qué los periodistas dedicamos tanto tiempo a reflejar ese juego si, la verdad, parece algo tan alejado de las cuestiones de fondo que preocupan a la gente en la vida cotidiana. ¿Cuándo la población va a poder acceder a las propuestas? ¿Qué quiere hacer cada sector, cada dirigente y cada partido con los problemas más acuciantes? Por ejemplo, ¿cómo pretenden disminuir la contaminación creciente de nuestro medio ambiente? ¿Y qué plantean para mejorar la formación de capacidades y darle oportunidad a los jóvenes que son el recurso decisivo para el país? ¿Cómo piensan contribuir a atraer inversiones a corto plazo si hay menos profesionales preparados para los desafíos del presente? ¿Y de qué manera mejorarán la infraestructura vial deficitaria? O …¿cómo lograrán que nos roben y maten menos, para no vivir con temor? Totalmente de acuerdo: Esas son preguntas elementales para informes y entrevistas a fondo que nosotros tenemos previsto encarar.

Pero la exigencia es mayor. Muchas personas, resistiéndose a abandonar su esperanza de una convivencia relativamente sana, demandan debates entre propuestas específicas. Piden discusiones en las que no haya desprecio o caricaturización de las ideas ajenas, sino, más bien, examen riguroso de las soluciones posibles con datos reales y argumentos. Puede creerse que intercambios de ese tipo están destinados solo para una élite. Pero eso es relativo: los temas que afectan la vida de la gente pueden ser explicados y controvertidos con altura y sencillez, especialmente si los dirigentes y sus asesores técnicos se ponen como un objetivo esencial el rechazo a los excesos retóricos y otros facilismos, que son convincentes a corto plazo pero en definitiva dañinos.

Los periodistas, al menos unos cuantos de nosotros, sentimos que somos parte del problema y queremos ser parte de las soluciones. No porque seamos -o creamos que somos- más sanos que nadie, sino para hacer bien nuestro trabajo, o sea: contar lo que pasa en este país y lo que puede ocurrir en el futuro; contar los hechos y las versiones de ese acontecer y, más todavía, reflejar la variedad de las ideas, debates y tendencias que están ahí, en la vitrina del mundo. Solamente podemos insistir, verificar los hechos y hacer preguntas. Y volver a hacerlas.

Hoy, la mayor parte del elenco político aparece ocupado en empujarse tras bastidores, sumido en cálculos tácticos. Y eso es lo que hay, que no es tan malo como en otros países ni tan bueno como debería ser.

Yo me pregunto lo mismo que muchos de ustedes: ¿cuándo vamos a poder cotejar las ofertas y resolver entre sus propuestas concretas, basadas en datos específicos y comprobables, sin generalidades?

Por ahora, está difícil. En este momento lo que hay en el bazar es un remolino de aspirantes que se empujan en la trastienda, mientras cada uno asegura que lo suyo es bueno, bonito y barato, sin mostrar demasiado. Los compradores, mientras tanto, observan. Falta un rato largo todavía para que puedan evaluar realmente la calidad de la mercadería.

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Emitido el viernes 27.07.2018