Editorial

BRICS en aprietos: ¿Se desvanece el milagro?

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Por Susana Mangana ///

Mientras la crisis griega se agrava y deviene una tragedia y cuando buena parte de las potencias europeas se encuentran impotentes ante el aluvión de refugiados a los que maquilla con el término reduccionista de migrantes, comienza a hacer agua el esquema de economías emergentes conocido como BRICS, sigla que se utiliza para referirse en conjunto a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.

El que hasta ahora se había convertido en el buque insignia de la cooperación sur-sur y la semilla de un nuevo orden financiero, al menos en el discurso, capaz de desafiar en un futuro próximo a la arquitectura financiera mundial establecida por Estados Unidos y sus socios europeos, enfrenta hoy graves problemas internos que amenazan con derribar el mito.

Rusia sigue embretada en la crisis política con Ucrania que lo enfrenta a Estados Unidos y la OTAN y su economía resiente las sanciones europeas. Por otra parte, su apoyo al régimen de los Assad en Siria mantiene a Putin alerta y ocupado en un conflicto de los varios que asolan a Oriente Medio que podría prolongarse indefinidamente y cuyos impactos son imprevisibles; desde aumento de refugiados sirios que huyen del país hasta el repunte del terrorismo de base islamista que propaga el mediático Estado Islámico y que resulta atractivo para miles de jóvenes chechenos, kazajos y otros pueblos bajo órbita moscovita.

China, sin lugar a dudas motor económico y político indiscutible de los BRICS devaluó su moneda y se enfrenta a la ralentización de su economía. Es la segunda economía del mundo y el principal comprador de materias primas como petróleo, soja o cobre. La devaluación del yuan tiró abajo el precio de las commodities y son muchos los países en América Latina y África que dependen de la demanda china de estos recursos naturales. En caso de empeorar la economía china puede provocar una crisis de proporciones globales.

Sudáfrica padece una grave crisis energética que sumada a la corrupción endémica y pésima gestión del partido en el poder, el mítico Consejo Nacional Africano de Mandela, atenta contra el desarrollo sostenido del país más organizado y mejor equipado para despegar de toda África subsahariana.

A su vez, Brasil se debate entre las acusaciones por corrupción y escándalos políticos tras el “Petrobras affaire” y la pérdida de apoyo de la presidente Dilma Rousseff. El gran jugador regional con aspiraciones a convertirse en mundial viene cuesta abajo y sin frenos y es seguro que de precipitarse arrastrará a más de un socio comercial en la región, incluidos los vecinos como Uruguay.

India es por ahora el único país que se salva del naufragio. Las expectativas de crecimiento de la economía india se sitúan en 7,4 % en el 2015 y 8,2 % para el 2016. Pero el frenazo de la economía china también podría dañar las perspectivas económicas de su vecino. Además, India sufre cada vez más el problema de la agudización demográfica y la polarización extrema. Millones de indios son indigentes y cuentan solo con un ingreso de US$ 1,25 diarios, lo que no les permite mantener una dieta suficiente.

Tras el anuncio a bombo y platillo del lanzamiento de un nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS, comienzan a caer algunos velos respecto de este grupo de economías milagro que todavía representan cerca del 20 % del Producto Bruto del mundo, más del 40 % de la población mundial y el 25 % de la superficie del planeta. Poseen cerca del 40 % del oro y de las divisas del mundo.

América Latina sigue sin subsanar –o lo hace de manera muy lenta– su excesiva dependencia de la exportación de materias primas sin valor agregado a China. La ya conocida recomendación de que los países de la región deben diversificar su relación comercial con China y para ello sumarse a cadenas productivas no se ha plasmado aún. Otro desafío para Latinoamérica es avanzar en la conformación de herramientas financieras regionales. Se deberían concretar instrumentos útiles para luchar en un escenario mundial marcado por la voracidad de las finanzas. Por si el barco de los BRICS zozobra y naufraga es momento de que Latinoamérica diseñe un plan B.