Editorial

Bienvenidos los comentarios, pero con nombre y apellido

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Por Emiliano Cotelo ///

En la mitología escandinava, un troll es un monstruo maligno que habita en bosques o grutas. En la jerga de Internet, un troll es alguien que se mete en foros, blogs y chats y se dedica a publicar mensajes ofensivos y fuera de lugar. En otras palabras, un troll de Internet es un monstruo maligno que habita en la red y que con su comportamiento desvirtúa secciones dedicadas a los comentarios o los debates.

Basta darse una vuelta por algunos portales locales y extranjeros para comprobar el efecto que producen las opiniones de estos trolls: han convertido esos espacios de interacción en verdaderas “cloacas”. Es prácticamente imposible participar en esos lugares sin terminar ensuciado. Eso ya es un absurdo. Pero yo, además, me pregunto de qué sirven esos presuntos debates entre sujetos que se presentan como Apocalipto, Pepinillo25, Napoleón, Rojocorazón u otras variantes de ese estilo. Por lo demás, incluso podría ocurrir que Pepinillo25 fuera la misma persona que Napoleón. No sabemos.

A diferencia de los trolls mitológicos, estos otros, los que pululan en Internet, son bien terrenales. Lo que hacen estas personas, que insultan y agreden ocultas detrás de alias o nombres falsos, solo puede calificarse de una manera: vandalismo. Y su comportamiento posterga –quién sabe hasta cuándo– la ilusión de que Internet podía, finalmente, democratizar la comunicación y potenciar el ida y vuelta entre los medios y el público, volviéndolo algo real, cotidiano y fructífero.

Afortunadamente, en nuestro sitio web estamos lejos de esa realidad. Por el contrario, quienes participan en EnPerspectiva.net lo hacen con gran altura, exponiendo argumentos, tratando de razonar o, simplemente, mostrando su gusto o su crítica pero en forma civilizada, sin insultos ni agresiones. Estamos muy conformes y entusiasmados con el nivel de esos aportes, que nos hacen pensar, nos marcan errores o nos acercan sugerencias, y que, en definitiva, nos ayudan a mejorar nuestro trabajo. Creo, además, que así se enriquece toda la comunidad de En Perspectiva, porque esos mensajes también resultan útiles para los otros oyentes o lectores que se encuentran con ellos.

Estamos lejos de la invasión de los trolls, sí, pero cada tanto aparece alguien que embarra la cancha, siempre desde un seudónimo ingenioso o un enigmático nombre de pila. Y cuando eso ocurre nos golpeamos contra la realidad. No hay caso: los trolls existen y están ahí, al acecho.

Por eso, aprovechando que EnPerspectiva.net es un sitio nuevo, con apenas tres meses de vida, queremos curarnos en salud. Basándonos esa conducta ejemplar que caracteriza a la inmensa mayoría de nuestro público, vamos a subir la vara un poco más alto. A partir de hoy el sistema de comentarios en EnPerspectiva.net requerirá que quien participe se identifiquen poniendo a disposición de los otros sus nombre y su apellido.

La razón es muy simple. En nuestra tarea los periodistas que hacemos En Perspectiva damos la cara cada día, minuto a minuto. Lo mismo pasa con los tertulianos y los columnistas. Todos estamos individualizados y nos hacemos responsables de lo que decimos o escribimos. Incluso nuestros entrevistados, obviamente, también se presentan con su personalidad real. ¿Por qué, entonces, deberíamos aceptar un intercambio de ideas donde la otra parte se oculta en las sombras? ¿Qué le aportaría una discusión así a la democracia y a la convivencia?

Los medios de comunicación trasmiten valores. A veces lo hacen con su pasividad, dejando simplemente que las cosas pasen, sin limitaciones ni control; por ejemplo, dejando crecer un espacio de intercambio espurio y violento. Pero tambien los medios de comunicación pueden trasmitir valores tomando iniciativas, como esta que hoy lanzamos nosotros.

Hace algunas semanas, en un editorial sobre el ciber-bullying, yo decía que los seres humanos no deberíamos tener una moral para andar por la vida y otra para movernos en Internet. Hoy quiero retomar aquella idea, subrayarla y llevarla a la práctica.

Puede ocurrir que a partir de esta nueva regla, durante un tiempo, se reduzca en algo la participación en las páginas de nuestro sitio. Estamos dispuestos a correr ese riesgo. Pero estoy seguro de que, a la larga, ganaremos todos.