Editorial

Basura, burocracia y el poder de la gente

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Por Daniel Supervielle ///

Vivo en una esquina común, como tantas de Montevideo. En ella hay un contenedor sucio, rodeado de bolsas de basura. Es un paisaje de todos los días, desde hace muchos meses ya. Veo constantemente gente revisándolo, abriendo las bolsas y desperdigando los restos por la vereda y por la calle. Es un espectáculo triste. Pura violencia urbana.

Boyan Slat es un joven holandés que se cansó de esperar soluciones de los gobiernos a un problema que le incomodaba, por lo que inventó un sistema para limpiar los océanos de las toneladas de basura plástica que flotan en sus aguas. Se trata de una iniciativa que consta de la recolección de plásticos flotantes con una gigante estructura naval con forma de "V" que se instalaría en los océanos. Con su proyecto, Boyan piensa combatir la “sopa de plástico” que satura las aguas marinas. Miles de personas lo están apoyando con dinero y medios.

Según sus proyecciones, en cinco años se podrían recolectar las 7 millones de toneladas de plástico que contaminan el océano Pacífico. Sostiene que con los actuales métodos de limpieza –los del barco que tira la red, carga la basura, vuelve a puerto, descarga y la entierra– se demorarían unos 79.000 años en limpiar los mares.

No es sobre la viabilidad o no del proyecto Boyan a lo que me quiero referir. Carezco del conocimiento sobre biología marina e ingeniería como para marcar posición, pero si quiero destacar la iniciativa ciudadana que ha logrado el apoyo de la ciudadanía mundial y el interés de los medios de comunicación.

La historia cuenta que Boyan se cansó de ver más botellas de plástico que peces cuando practicaba su deporte favorito: submarinismo. Allí, bajo el agua, nació la idea de hacer algo para poder revertir la contaminación de los mares.

En Montevideo tenemos un problema endémico con la basura que se acumula en y junto a los contenedores y en los basurales. No hay barrio que se salve. Las disculpas públicas del intendente Daniel Martínez revelan que el municipio perdió la batalla. Me pregunto si como vecinos no podríamos iniciar una rebelión de la basura e inventar algo para cambiar para siempre el estado de mugre permanente en la capital de la República.

Es allí donde Boyan Slat se constituye en una enorme fuente de inspiración para los ciudadanos. El joven ingeniero holandés nos dice que los problemas que afectan al mundo tienen solución y estas no necesariamente tienen que venir del Estado.

Carezco del romanticismo y la convicción de Boyan para limpiar los océanos, pero comparto perfectamente la sensación de indignación que produce ver cómo pasan los años y nadie decide enfrentar de raíz el problema de la basura en Montevideo.

Nunca como antes en la historia la gente tiene el poder de mejorar el mundo en que vive si se lo propone y se organiza. ¿Qué pasaría si cada montevideano asqueado y hastiado del problema de la basura decide pasar a la acción? Por ejemplo: ¿Qué haría la comuna si para fin de año todos los montevideanos le mandamos de regalo al Intendente y a la directiva del sindicato de Adeom una bella, jugosa y olorosa bolsa de basura? Ojalá que la imagen, obviamente ficticia, sirva de disparador para pasar a la acción y así encontrar pronto una solución al tema antes de que la basura nos sepulte del todo y sea demasiado tarde.

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Emitido en el espacio Tiene la palabra de En Perspectiva, lunes 8.12.2015, hora 08.05

Sobre el autor
Daniel Supervielle es periodista, analista político y profesor universitario. En sus tiempos libres escribe novelas de ficción.