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Zafra agrícola: ¿Cómo viene y qué se espera para 2023 en un contexto de sequía? Análisis de Delfina Matos (Exante)

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Foto: Ricardo Antúnez / adhocFotos

EMILIANO COTELO (EC)Nuestro país está atravesando una fuerte sequía desde la primavera, que sin dudas tendrá varios impactos sobre la economía y que supone, en particular, riesgos importantes para la producción agropecuaria.

Con la reciente publicación de las cifras oficiales de producción de los cultivos de invierno y en pleno desarrollo de los cultivos de verano, nos pareció oportuno dedicar los próximos minutos a comentar cómo viene evolucionando la zafra agrícola 2022/2023 y cuáles son las perspectivas para los próximos meses en medio de este contexto de déficit hídrico. Para eso estamos con la economista Delfina Matos de Exante.

Si te parece empecemos por comentar cómo cerraron los cultivos de invierno, ¿la sequía que comenzó a instalarse sobre el final de 2022 llegó a impactar en estos cultivos?

DELFINA MATOS (DM): La realidad es que pese a que las lluvias comenzaron a escasear desde el comienzo de la primavera, el clima seco y frío que se dio durante el ciclo de invierno terminó siendo favorable. El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca publicó a fin de enero los resultados finales de áreas y rendimientos de los cultivos de invierno y estos mostraron productividades muy buenas en trigo y cebada, con unos 4.250 kilogramos por hectárea en ambos casos. Se trató incluso de un récord de rendimiento para el cultivo de trigo y, si bien en cebada no fue el más alto de la historia, fue el tercer año consecutivo con rendimientos promedio por arriba de los 4.000 kilos por hectárea.

En el caso de la colza, en cambio, hubo más heterogeneidad por chacra y el rendimiento promedio país fue de unos 1.690 kilogramos por hectárea, algo menor al de la zafra anterior. De todos modos, hay que tener presente que cierta baja en el rendimiento promedio de colza resulta razonable si consideramos la expansión excepcional que tuvo el área sembrada con este grano, hay productores que los sembraron por primera vez el año pasado y el cultivo se extendió hacia tierras de menor aptitud productiva.

EC: A ver, ¿qué mostraron las cifras oficiales respecto a las áreas sembradas?

DM: Las cifras preliminares ya habían señalado un crecimiento importante del área sembrada con cultivos de invierno, pero los datos oficiales confirmaron un aumento incluso mayor. Concretamente, en el invierno 2022 se sembraron unas 861.000 hectáreas, una superficie más de 30% superior a la del invierno 2021 y la mayor en más de una década.

El crecimiento en colza y carinata (así en conjunto es como lo presenta el MGAP) fue lo que más se destacó. Hace 10 años se sembraban poco más de 10.000 hectáreas y el año pasado se sembraron casi 350.000 hectáreas, más del doble que en el invierno previo. Con estas cifras, la colza no solo se consolidó como un cultivo importante dentro del esquema de rotaciones, sino que se posicionó el año pasado como el principal cultivo de invierno del país. Además, esto no fue a expensas de una pérdida de área importante de los otros dos cultivos tradicionales. En trigo, de hecho, se sembró la superficie más alta desde 2015 (algo menos de 302.000 hectáreas), lo que supuso un aumento de más de 20% respecto al invierno anterior. Y en cebada se dio una relativa estabilidad del área sembrada, en unas 211.000 hectáreas.

EC: Está claro. Ahora, hace unos meses comentamos con ustedes que la siembra de este último ciclo de invierno se hizo con costos de producción extraordinariamente altos, en pleno pico de precios de commodities. Con la baja de los precios internacionales que vimos a partir de mediados del año pasado, ¿cómo cierran al final los resultados de la zafra de invierno?

DM: Después de los resultados extraordinarios que se obtuvieron en la campaña del invierno 2021, los márgenes de estos cultivos se deterioraron significativamente en la zafra 2022/2023, aunque en el caso de los cereales (el trigo y la cebada), donde se obtuvieron rendimientos muy buenos, los números no habrían sido malos en una perspectiva histórica.

Según las estimaciones que realizamos en Exante, con rindes de 4.250 kilos por hectárea y precios en el eje de los US$ 300 por tonelada tanto en el trigo como en la cebada (muy similares al promedio del año anterior), los ingresos por hectárea habrían superado los US$ 1.200 en estos cultivos.

Ahora, al mismo tiempo, como decías, los productores se abastecieron para el invierno pasado cuando los precios de los fertilizantes, agroquímicos y combustibles se ubicaban en valores pico y nuestras estimaciones apuntan a costos por hectárea en torno a los US$ 1.000 en los cultivos de invierno.

En ese marco, estimamos un margen promedio (antes del pago de la renta de la tierra y de costos financieros) en el eje de los US$ 200 por hectárea en el trigo y algo arriba de eso en la cebada. Si bien se trata de una desmejora considerable respecto a la zafra previa, en ambos casos estamos hablando de cifras que son igualmente buenas en comparación con otros años. Distinto es el caso para la colza y la carinata.

EC: ¿Por qué decís eso? ¿Cómo cerró la ecuación para la colza y la carinata?

DM: En el caso de la colza, estimamos que el precio medio de venta habría sido de unos US$ 550 por tonelada, que es un valor bastante más bajo que en la zafra anterior (cuando los precios superaron los US$ 600 por tonelada). Eso, junto con los menores rendimientos y el encarecimiento fuerte de los costos determinó un deterioro significativo de los resultados en este cultivo. Si bien la situación puede variar mucho entre productores, según nuestras estimaciones los márgenes antes del pago de la renta de la tierra y de costos financieros habrían sido negativos para este oleaginoso en la zafra 2022/2023.

EC: Bien. Pasemos ahora a la zafra de verano que está en curso, ¿cómo viene afectando la sequía a estos cultivos?

DM: Sin dudas que el impacto de la sequía será mucho más fuerte sobre los cultivos de verano. Aunque probablemente también habrá mucha disparidad.

Por un lado, el arroz, que ya comenzó su cosecha al norte del país, es un cultivo de riego, por lo que en ese caso el impacto de la seca va a ser mucho menor. Pero las altas temperaturas y la falta de lluvias igualmente habrían significado una menor disponibilidad de agua para riego de la que se preveía, por lo que podría verse alguna pérdida de productividad en la cosecha arrocera.

Mientras tanto, en el maíz y la soja, los impactos seguramente van a ser relevantes, aunque dependerán de manera crucial del momento en que se sembró y de la zona concreta del país en que se ubiquen. Por ahora hay mucha disparidad, hay cultivos que tienen daños irreversibles, otros que siguen en carrera pero muy afectados y otros dónde las lluvias de semanas previas llegaron justo a tiempo y tienen por ahora daños menores. Todavía quedan dos meses hasta que arranquen las cosechas, y son semanas clave para definir los resultados, pérdidas habrá necesariamente, pero la pregunta es de qué magnitud.

EC: ¿Qué estiman ustedes en Exante para esta zafra de soja?

DM: Una nota positiva es que el precio internacional de la soja está en valores muy altos, arriba de los US$ 550 la tonelada, algo que podría dar algo de aire a los productores que todavía no han cerrado precios por la totalidad de su cosecha.

Con un precio promedio similar al de la zafra anterior, del orden de US$ 530 por tonelada, y costos en dólares que habrían aumentado un 30% según nuestras estimaciones (hasta unos US$ 950 por hectárea), el rendimientode equilibrio, o seael que hace que los ingresos alcancen a cubrirlos costos,sería de algo menos de 1.800 kilogramos por hectárea.Eso es un rendimiento muy alcanzable si lo pensamos en perspectiva histórica (es unos 1.000 kilogramos menos que en el verano 2022) peroes similar al quese registró en el verano 2021, cuando también hubo sequía.

En definitiva,la evolución de las lluvias en las próximas semanas va a serclave para definir si los productores de soja registrarán pérdidas, empatarán o silograránaunque sea una ganancia ajustada este año. El ciclo de invierno no fue malo como comentaba antes, pero todo hace indicar que vamos a cerrar una campaña agrícola 2022/2023 (mirada en su conjunto, invierno y verano) bastante pobre en términos de resultados económicos y que contrasta con los muy buenos márgenes de la zafra 2021/2022.