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Cambio de gobierno en Paraguay: ¿Con qué economía se encuentra la nueva administración? Análisis de Luciano Magnífico (Exante)

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Foto: Norberto DUARTE / AFP

EMILIANO COTELO (EC): El pasado 15 de agosto asumió un nuevo gobierno en Paraguay. En concreto, la fórmula conformada por Santiago Peña y Pedro Alliana del Partido Colorado tomó posesión por los próximos cinco años.

Con ese telón de fondo y dado que en los últimos años ha venido creciendo el interés de los empresarios uruguayos y de otros países del continente por el mercado paraguayo, nos pareció oportuno dedicar nuestro espacio de análisis económico de hoy a recorrer cómo viene comportándose la economía paraguaya. En particular, nos enfocaremos en discutir cuáles son los principales desafíos que afrontan las nuevas autoridades y qué perspectivas se manejan para los próximos meses. Lo conversamos con Luciano Magnífico, economista de Exante.

ROMINA ANDRIOLI (RA): Seguimos poco las novedades de Paraguay (o por lo menos no tanto como las de Argentina o Brasil), pero lo cierto es que el mercado paraguayo se ha vuelto bastante atractivo para inversores de nuestro país. ¿Te parece si empezamos repasando cuáles son los datos clave a tener presente en relación a su economía?

LUCIANO MAGNÍFICO (LM): A ver, en términos de población, Paraguay tiene un poco más de 7 millones de habitantes, lo que es más del doble de la población de Uruguay.

De todos modos y pese a la menor población, la economía uruguaya es más grande que la economía paraguaya. En concreto y según datos de 2022, el PIB de Uruguay se ubicó en US$ 71.000 millones, mientras que el de Paraguay ascendió a US$ 42.000 millones. Estos datos que estoy mencionando son en términos corrientes, si tomamos en cuenta datos ajustados por el poder adquisitivo del dólar en cada uno de los mercados, las conclusiones pueden variar de acuerdo al método que se utilice.

De todos modos y aun con esa aclaración, vale marcar que el PIB per cápita (es decir, el PIB total dividido la cantidad de habitantes) en Uruguay es sensiblemente más alto que en Paraguay.

Saliendo de esto, otro aspecto a tener en cuenta es que los patrones demográficos son bastante diferentes entre los países. Paraguay cuenta con una población relativamente joven y por ende, con una fuerza de trabajo que tiene mayor crecimiento. Esto significa que año a año se va sumando un contingente de personas al mercado laboral mayor al que puede observarse en términos relativos en Uruguay, lo que es un determinante clave a la hora de pensar en el ritmo de crecimiento que puede mostrar Paraguay en el mediano y largo plazo.

Lo último a destacar es que Paraguay tiene una desigualdad bastante mayor que la de Uruguay. En indicadores de desigualdad por ingreso su situación es similar por ejemplo a la que muestra Argentina. Asimismo, también persiste una alta tasa de informalidad, del orden del 65% del total de ocupados.

RA: ¿Y cómo ha venido siendo el desempeño económico en Paraguay? Al menos desde la óptica de Uruguay parece que ha venido mejorando en varias dimensiones, ¿cuán intenso fue su crecimiento en los últimos años?

LM: A ver, el crecimiento desde 2010 y hasta 2019, previo a lo que fue el Covid, la verdad es que fue muy intenso sí.

En el promedio de esa década su PIB creció en términos reales a una tasa de algo más de 4% promedio anual. Eso incluso con un 2019 que estuvo puntualmente afectado por la sequía (que son eventos que afectan mucho al país por su dependencia del sector agropecuario y de la generación de energía eléctrica en las represas que comparte con Brasil).

Posteriormente y como en casi todas partes del mundo, el Covid lo afectó bastante por varias razones, por un lado, el país ya venía con una situación sanitaria complicada por la calidad de su sistema de salud e infraestructura asociada, también venían con un brote bastante importante de dengue y además, se demoró el despliegue de las campañas de vacunación. Aun así, su repunte fue vigoroso en comparación con el de otros países de la región, (su “piso” había sido menor y su recuperación algo más rápida).

Más recientemente, Paraguay ha seguido creciendo y si bien 2022 fue otro año de fuerte afectación por efecto sequía, en el primer trimestre de este año la economía paraguaya creció más de 2% frente al cierre del año pasado en la medición desestacionalizada.

RA: Con ese marco que comentabas, ¿qué proyecciones se manejan en términos de actividad económica?

LM: Tomando como referencia la encuesta de expectativas que releva el Banco Central de Paraguay, los analistas esperan un crecimiento de 4,5% en el promedio de este año, a instancias en parte del rebote de la sequía. Sin embargo y aun sin ese efecto también se espera un desempeño mayormente positivo en la industria, el comercio y los servicios que compensarían una moderación en el rubro de construcción por una baja en la obra pública.

Para 2024, la encuesta tiene una expansión adicional de 4%, por lo que hay optimismo en que se mantendrá un buen ritmo de crecimiento, en línea con el que venía mostrando Paraguay en los años previos a la pandemia.

Un elemento de impulso a tener en cuenta en los próximos años serán las obras de Paracel, que es una planta de celulosa que se construirá en Paraguay y que tendrá un peso importante para el tamaño de la economía de este país (como sucedió con UPM en Uruguay), con una contribución estimada de entre 1% y 1,5% del PIB.

A más largo plazo obviamente es difícil el ejercicio de proyección, pero si uno mira lo que manejan los organismos internacionales en general son coincidentes en que su ritmo de crecimiento potencial rondaría el 3,5% promedio anual.

Esta cifra es superior al crecimiento potencial de 2,8% anual para la economía uruguaya que estimó el MEF este año en base a los insumos del Comité de Expertos y mucho mayor que la cifra de 2,1% que se venía manejando previamente para Uruguay. Con estos números, es de esperar que en el escenario base se amplíe la brecha de desempeño económico que ha venido acumulando Paraguay frente a nuestro país, aunque como decía el inicio, eso se da desde niveles de partida muy diferentes, con un Uruguay que se encuentra mucho mejor posicionado.

RA: Con esto que decís, sin dudas que el panorama para Paraguay es auspicioso. Ahora, yendo a lo que nos convocaba hoy, ¿cuáles son los desafíos que encuentra la administración que comienza? ¿Se espera continuidad o cambio respecto a lo que ha sido la tónica de los últimos años?

LM: Es el tercer mandato consecutivo del Partido Colorado. La gestión anterior a esta, la de Mario Abdo, no gozó de buenos niveles de aprobación y ha enfrentado un clima político relativamente hostil, con cambios en el gabinete ministerial e incluso con un intento de impeachment.

De todos modos, en el plano económico al menos hubo avances, como ese crecimiento económico significativo que ya recorrimos. A su vez, en 2020 se implementó una reforma tributaria que era bastante esperada, que tuvo el objetivo de migrar hacia un sistema impositivo más sencillo y equitativo y aumentar la eficiencia. Ese tipo de cosas fueron bien recibidas por los mercados.

Ahora, uno de los desafíos principales que tiene Paraguay es el frente fiscal. Paraguay venía muy bien en esta dimensión, con superávit fiscal hasta 2012 y luego déficits en torno a 1 – 1,5% que estaban muy alineados con el tope fijado por la ley de responsabilidad fiscal. Sin embargo, en 2019 la afectación de la sequía implicó un deterioro importante y se flexibilizó ese límite a 3% del PIB. Posteriormente, con la expansividad fiscal desplegada durante la pandemia el déficit fiscal se agravó hasta alcanzar niveles de 6% del PIB. Desde entonces ha venido cediendo, pero sigue estando bastante alto en una comparación con los años previos, en 3,6% del PIB en los doce meses a junio de este año.

Según declaraciones del propio Peña y de su equipo económico, la intención es que el déficit converja al límite original de 1,5% del PIB. No se anunciaron aun medidas concretas pero las declaraciones han venido en la línea de contención del gasto público (por ejemplo, unificación de secretarías y oficinas en el sector público, reducción del déficit de la caja fiscal que es una de las instituciones que conforman el sistema público de pensiones, entre otras).

Así que en síntesis se aguarda continuidad en las políticas económicas, pero con mayor énfasis en la prudencia fiscal.

RA: Se nos está yendo el tiempo, pero qué podemos destacar en otras dimensiones. Por ejemplo, en materia de inflación.

LM: En materia de precios, en los últimos años la inflación subió como en todos lados, alcanzando un pico de casi 12% anual en abril de 2022. Tras este pico y en línea con lo que también sucedió en otros países, la inflación ha tendido a caer fuertemente desde esos picos. De hecho, a julio estaba en 3,5%, dentro del rango meta de 2% a 6%. Además, las expectativas están bien ancladas en el sentido de que los analistas estiman que la inflación cerraría este año en 4,1% y el año que viene en 4%.

Con este control inflacionario, está muy descontado que su banco central va a empezar prontamente con un ciclo de rebajas de tasas de interés. Hoy la tasa de interés de referencia en Paraguay está en 8,5% y se espera que baje hasta niveles en torno a 7% en lo que queda de este año y hasta 6% el año con viene.

En ese sentido, condiciones monetarias menos restrictivas deberían ayudar a dar impulso a la actividad económica y eso es parte de lo que está detrás de esas proyecciones de crecimiento económico tan positivas para el año que viene.

RA: Y en definitiva, ¿cuáles son las claves con las que deberíamos quedarnos desde Uruguay?

LM: Deberíamos quedarnos con la noción de que Paraguay viene con buen desempeño económico y seguramente tenga potencial para crecer a un ritmo más intenso que el nuestro, al menos por un buen tiempo. Claramente es una economía que mantiene sus desafíos y rezagos a nivel de calidad de instituciones, clima de negocios, entre otras variables que suelen monitorear los inversores, cosa que no debemos desconocer, pero lo cierto es que viene avanzando en esos frentes y los mercados recibieron con buen humor a este cambio de gobierno.