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¿Qué son y para qué sirven los fideicomisos?
EMILIANO COTELO (EC): Hace algunos días salió a la bolsa el Fideicomiso Platinum, destinado a la construcción de un proyecto inmobiliario de viviendas y oficinas en Buceo. También se anunció que en breve saldrá al mercado otro fideicomiso inmobiliario que invertirá en el complejo World Trade Center Free Zone y en un portafolio de activos inmobiliarios que incluye inmuebles para uso de logístico, viviendas, oficinas y centros comerciales.
Los fideicomisos también han estado en el tapete a raíz de la noticia de que la Junta Departamental de Canelones no votó el fideicomiso que proponía la administración de Yamandú Orsi para el financiamiento de obras en ese departamento y con la propuesta que incluyó el gobierno en la Redición de Cuentas de crear un fideicomiso para atender la problemática de los asentamientos con fondos provenientes del Instituto Nacional de Colonización.
Todas estas noticias tienen poco que ver ente sí, pero ¿habían notado cuán en boga está la figura del fideicomiso? ¿Tienen claro qué son los fideicomisos? ¿Para qué se usan? ¿Qué ventajas tienen? Les proponemos conversarlo con Priscilla Pelusso, socia en Exante.
ROMINA ANDRIOLI (RA): Te propongo comenzar por la pregunta obvia. ¿Qué es un fideicomiso?
PRISCILLA PELUSSO (PP): En el contexto de los ejemplos que mencionaba Emiliano recién, un fideicomiso es un instrumento que se usa para canalizar dinero hacia un proyecto o una inversión, pero en realidad es una figura más amplia, donde la clave (y la principal diferencia con otras figuras legales) es que se crea lo que se llama un patrimonio de afectación separada o independiente de todos los actores que participan en el negocio.
Eso tiene muchas ventajas. Por un lado, se puede establecer un propósito específico para ese patrimonio, o un encargo definido de cómo aplicar el dinero o los bienes que forman parte de un fideicomiso. Los administradores del fideicomiso no pueden hacer lo que quieran con esos activos, sino que el contrato del fideicomiso indica qué pueden y qué no pueden hacer. Por ejemplo, si se hace un fideicomiso para desarrollar determinadas obras, ese dinero no puede destinarse a otros fines si cambian las prioridades del administrador a lo largo del tiempo. Vale aclarar que el administrador es el que se conoce normalmente como fiduciario (que en nuestro mercado son generalmente firmas especializadas para prestar este servicio).
Por otro lado, esos activos no se pueden “mezclar” con otros activos del administrador y tampoco pueden ser objeto de reclamos por parte de acreedores del administrador. También quedan “encapsulados” respecto al patrimonio del que puso los bienes en el fideicomiso y respecto al patrimonio de los beneficiarios. Por ejemplo, un padre puede poner un conjunto de bienes en un fideicomiso para que un profesional los administre y le transfiera los frutos a sus hijos. Ningún acreedor del padre puede reclamar sobre esos bienes y ningún acreedor del administrador puede reclamar sobre esos bienes. Esos bienes solo responden por las obligaciones que el propio fideicomiso haya contraído.
RA: Por lo que decís hay muchos usos posibles de los fideicomisos. ¿Cuáles son los más frecuentes?
PP: Sí, hay muchas clases de fideicomisos y las aplicaciones son muy variadas. Al inicio se mencionaban algunos ejemplos de aplicaciones que han sido noticia en las últimas semanas.
Una distinción es entre los que se llaman “fideicomisos de administración” y los que se llaman “fideicomisos de garantía”. Sin entrar en mucho detalle técnico podemos decir que en el caso de los primeros, los activos son transferidos a un fideicomiso para su administración con determinado fin. En los fideicomisos de garantía, se transfiere por ejemplo un bien o un flujo futuro de fondos con la finalidad justamente de garantizar cierta obligación. Muchas veces los fideicomisos de garantía acompañan a los fideicomisos financieros, de los que vamos a hablar ahora.
Los casos que mencionaba Emiliano son ejemplos de “fideicomisos financieros”. Lo que distingue a este tipo de fideicomisos es que se emiten títulos-valores, ya sea en la forma de títulos de deuda o certificados de participación. De hecho, en el mercado uruguayo han aparecido muchísimos ejemplos de fideicomisos financieros desde que se aprobó la ley que habilitó este tipo de figuras en el año 2003.
RA: ¿Podemos explicar cómo funciona entonces el fideicomiso en esos casos? Porque allí aparece además la figura de los inversores en esos títulos, que en muchos casos son las AFAPs pero que también pueden ser el público en general, no?
PP: Exactamente. Estos fideicomisos financieros operan como “puente” entre los inversores y los sponsors de los proyectos. En lugar de que los sponsors deban poner todo el capital para financiar un proyecto o tengan que recurrir a préstamos bancarios, los fideicomisos permiten captar ahorro de otras fuentes. Como tú bien decías, en Uruguay los inversores son en muchos casos las AFAPs, pero en realidad los títulos cotizan en bolsa y pueden ser adquiridos por cualquier inversor particular (a través de un banco o un corredor de bolsa que haga la gestión).
Lo que sucede es que, por los costos involucrados en el armado y mantenimiento de estas estructuras, los volúmenes de emisión en general son grandes. Es un instrumento de financiamiento que se justifica cuando los volúmenes a obtener son grandes y cuando los sponsors piensan que sería más difícil o costoso obtener esos montos con un préstamo bancario. Por eso, con emisiones grandes, en general se busca estructurar las emisiones de forma que sean proyectos apetecibles y viables para las AFAPs.
Las AFAPs manejan un volumen muy importante de fondos (el ahorro previsional de los trabajadores, que actualmente suma unos US$ 17.000 millones) y encuentran en estos fideicomisos una forma de diversificar sus inversiones y de obtener mayor rendimiento que en las colocaciones tradicionales en bonos del tesoro o letras de regulación monetaria.
RA: ¿Qué proporción de esos fondos previsionales que manejan las AFAPs terminan invertidos en fideicomisos?
PP: A junio era algo más de un 16% del total. Eso equivale a un poco más de US$ 2.800 millones invertidos en este tipo de instrumentos. Esa inversión está repartida en más de 60 fideicomisos diferentes, aunque hay algunos ejes temáticos que nuclean la mayoría de los instrumentos.
RA: ¿A qué te referís con ejes temáticos?
PP: A que hay muchos fideicomisos que giran sobre áreas similares. Por ejemplo, hay 6 o 7 fideicomisos de oferta pública que canalizan inversiones hacia proyectos forestales. En esos proyectos los inversores (AFAPs o particulares) invierten para que un sponsor adquiera tierra con aptitud forestal o ya forestada, se encargue del desarrollo del proyecto forestal y al término del plazo estipulado en el contrato venda los activos, apostándose generalmente a que haya además alguna apreciación de esa tierra.
Hay otros fideicomisos que operan con una lógica similar pero invierten en tierras agrícolas o ganaderas. La rentabilidad para los inversores allí proviene de los arrendamientos de los campos a terceros, o de la propia explotación que pueden los desarrolladores en algunos casos.
Luego tenemos fideicomisos para desarrollos inmobiliarios. Se mencionaba a dos al inicio y hay varios otros cotizando hoy en el mercado uruguayo.
RA: Entiendo que también hay fideicomisos que se usan para obtener financiamiento pero no necesariamente para desarrollar un proyecto. Los fideicomisos no necesariamente están vinculados a nuevos proyectos, ¿no?
PP: Claro. Justo iba a mencionar los fideicomisos emitidos por las mutualistas, que es otro de los “grupos” que se puede distinguir en el mercado uruguayo. Hay distintos fideicomisos emitidos en diferentes momentos del tiempo por la Asociación Española, CASMU y Casa de Galicia. En esos casos, los fideicomisos se usaron para captar financiamiento que permitiera reestructurar deudas que tenían las instituciones y financiar distintos planes de reconversión operativa. Esos títulos se emitieron contra la cesión de ingresos provenientes del FONASA que iban a tener las instituciones a lo largo de la vida del fideicomiso, pero tienen la particularidad de que además cuentan con la garantía del Estado.
Cuando una institución (en este caso las mutualistas) emite deuda contra la cesión de un flujo futuro, se dice que está haciendo una “securitización”. En un formato similar, algunas intendencias han “securitizado” los ingresos por patentes que perciben del SUCIVE y algunos otros ingresos que se pueden identificar bien precisamente. Vuelvo a lo que enfatizaba al inicio: esos flujos quedan “reservados” para repagar esta deuda y eso le da cierta seguridad al inversor; las intendencias no pueden gastar ese dinero en otra cosa sin antes pagar los títulos de deuda emitidos por los fideicomisos. Desde el punto de vista de las intendencias, la figura del fideicomiso permite “adelantar” esos ingresos en el tiempo, sea para pagar otras deudas o para financiar obras.
RA: Para terminar, ¿ven que este tipo de emisiones pueden seguir ayudando a desarrollar el mercado de capitales en Uruguay en el futuro?
PP: Definitivamente estos instrumentos han sido eficientes para canalizar ahorro de AFAPs a inversiones reales en Uruguay. Si bien existen ciertos topes a las inversiones que pueden realizar las AFAPs, todavía hay espacio para seguir creciendo. Dicho eso, creemos que también deberían existir otras avenidas de desarrollo para nuestro mercado de capitales. Un tema en el que podemos profundizar más adelante, es en que las empresas emitan deuda en el mercado de capitales, las llamadas “obligaciones negociables” e incluso abran su capital al mercado, es decir, hagan públicas parte o todas sus acciones. Todavía tenemos oportunidades y otros instrumentos para seguir desarrollando el mercado de capitales en Uruguay.
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