Columnas

Informe: Actas de tribunal de honor del Ejército aportan información sobre varias causas de desapariciones y revelan detalles de procedimientos represivos en Uruguay y Argentina

Por

Facebook Twitter Whatsapp Telegram

El ministro de Defensa, José Bayardi, entregó ayer a la Comisión de Defensa del Senado el expediente relativo a las actuaciones de un tribunal de honor del Ejército que contiene las “confesiones” de los oficiales retirados José “Nino” Gavazzo y Jorge “Pajarito” Silveira que se conocieron parcialmente el 30 de marzo en un artículo del periodista Leonardo Haberkorn en el diario El Observador.

Producción: Rodrigo Abelenda

Bayardi dijo a la salida de la reunión que, a partir del análisis de las actas, el Poder Ejecutivo notificará a la Fiscalía cinco hechos de apariencia delictiva que surgen de esos escritos.


QUÉ CONTIENE EL EXPEDIENTE

El “Tribunal Especial de Honor para Oficiales Superiores Nº 1” se conformó en setiembre de 2017 y juzgó la conducta del teniente coronel (retirado) Gavazzo, y los coroneles (retirados) Silveira y Luis Maurente (*), condenados por la justicia penal en la causa conocida como “el segundo vuelo”, donde se les tipificó el delito de “homicidio especialmente agravado en reiteración real” de 28 militantes de izquierda que fueron trasladados desde Buenos Aires a Uruguay en 1976 y que permanecen desaparecidos.

Sin embargo, la actuación del tribunal se transformó sobre la marcha en un gran relato desordenado sobre varias operaciones antisubversivas llevadas a cabo durante la dictadura.

El expediente tiene 702 hojas e incluye las actas de los interrogatorios pero además varias páginas vacías, resoluciones burocráticas del tribunal de honor y notas de prensa, actuaciones judiciales y otros documentos vinculados a los casos que se consideraron.

Gavazzo / Gomensoro

En las actas los miembros del tribunal preguntan reiteradas veces sobre la participación de los tres militares en interrogatorios y si tuvieron conocimiento de la muerte de alguna persona bajo torturas.

Al responder una de esas preguntas en su primera comparecencia (10 de abril de 2018) es que Gavazzo hace referencia, por su cuenta, a la desaparición del militante de izquierda Roberto Gomensoro Josman, ocurrido en marzo de 1973, tres meses antes del golpe de estado.

“Lo que yo sé, no lo declaré en la justicia porque no lo puedo declarar, aunque soy consciente de que lo que estoy declarando acá va a terminar en la justicia”, comienza diciendo Gavazzo.

El teniente coronel retirado relata que, revistando como Segundo Jefe del Grupo de Artillería N°1, detuvo a Gomensoro, que era señalado como el “Jefe Militar del Movimiento de Liberación ‘Tupamaros’”.

Gavazzo sostiene que ordenó dejarlo esposado en una silla con custodia porque su interrogatorio no era urgente, dado que ya sabía todo lo que podía aportar. Según Gavazzo al día siguiente Gomensoro apareció muerto, “pese a que no se le había hecho nada”, dice.

Agrega que, entonces, le comunicó la noticia a su Jefe, el teniente coronel Alfredo Rubio, y ambos concurrieron a informar al Comandante de la División de Ejército Nº 1, general Esteban Cristi. Cristi consideró que la información comprometía al Ejército. Por eso Gavazzo se ocupó de hacer desaparecer el cuerpo de Gomensoro arrojándolo al Río Negro. “Yo hago la operación tan mal que el cuerpo aparece al otro día o a los dos días, que ahí es cuando es recuperado”, relata.

Por esta causa, la justicia penal procesó el coronel Juan Carlos Gómez (**) pese a que Gavazzo sabía que era inocente. ¿Por qué no informó a la justicia? Gavazzo dice que procedió así para proteger a su subalternos y camaradas en el Grupo de Artillería Nº 1. En su segunda comparecencia ante el tribunal (13 de junio de 2018) Gavazzo lo explica en estos términos: “¿Por qué yo al principio cuando soy llamado por la jueza no digo todas estas cosas que estoy diciendo en este momento al tribunal? Por una razón muy sencilla. Porque en todo momento en cualquier juicio que se llama a un oficial, inmediatamente buscan que haya alguien más que tiene que ser responsable con él y le achacan la misma responsabilidad que pueda tener el responsable o no pueda o no tener el mismo responsable, pero empiezan a abrir el abanico y tratar de procesar al máximo posible de oficiales. Eso es lo que sucede, lo que está sucediendo hoy día, en la Justicia Ordinaria. Entonces yo lo que hice de esa manera es no mencionar nada porque, si no, iban a preguntar en el cuartel quién fue además que lo detuvo, quién lo interrogó, si es que lo interrogaron, quién hizo esto, quién hizo lo otro, e iban a procesar a oficiales que no tenían nada que ver y que eran subalternos míos. Entonces de esa manera yo no dije nada y asumí yo toda la responsabilidad".

Cuenta Gavazzo que a fines del 2010, estando los dos encarcelados, le relató al coronel Gómez su versión de los hechos bajo “palabra de honor” de que todo quedaba entre los dos. Al día siguiente, Gómez le entregó una carta redactada por él en la que detallaba la confesión que había escuchado unas horas antes. Gavazzo lo acusó entonces de “ser un hombre sin palabra”

Silveira / Gomensoro

¿Qué dijo Jorge “Pajarito” Silveira sobre la muerte de Gomensoro?

En sus dos comparecencias ante el tribunal, Silveira declara que le consta que “Gomensoro se le murió a Gavazzo”. Silveira admite que nunca vio a Gavazzo torturar ni matar al militante de izquierda pero que lo presumió cuando se enteró de una fuerte discusión entre Gavazzo y su jefe en el Grupo de Artillería 1, Alfredo Rubio.

Silveira relata que se reunió con las hijas de Juan Carlos Gómez, a quienes les señaló que era “una barbaridad” que su padre estuviera preso.

Silveira, por otro lado, presenta en el tribunal una carta firmada por Gavazzo que Gómez le entregó (por lo visto, entonces, Gavazzo y Gómez superaron el entredicho -sobre dejar por escrito aquella confesión- que tuvieron en la conversación relatada antes por el primero ante el tribunal). En esa esquela Gavazzo indica que Gomensoro murió “de un paro cardíaco” y que “un médico” señaló que “al estar esposado con las manos atrás”, las “arterias pulmonares que pasan por el tórax” quedaron “un poco comprimidas”. De todos modos, niega haberlo matado, apremiado o mandado apremiar (***).

 

OTRAS CAUSAS QUE APARECEN EN LA ACTAS

Además de las confesiones sobre la muerte de Roberto Gomensoro en las actas hay información sobre otras cinco causas.

Las repasamos rápidamente.

Eduardo Pérez Silveira (“El gordo Marcos”)

Silveira relata que Gavazzo “gaseó” a Pérez en su lugar de reclusión en la sede del Grupo de Artillería 1; dice que él mismo constató la presencia de gas en la celda. Según Silveira, cuando entró al lugar el “Gordo Marcos” ya había sido trasladado al Hospital Militar, donde terminaría falleciendo. Según Silveira, fue enterrado en un nicho del Cementerio del Norte. Gavazzo admite haber arrojado una granada de gas a Pérez porque se había desacatado.

Gavazzo señala que Pérez colapsó porque era asmático, según se enteró por otro detenido. El represor asegura que luego de que Pérez fuera traslado al Hospital Militar, le perdió el rastro.

El “Gordo Marcos”, o sea, Eduardo Pérez, permanece hoy desaparecido.

María Claudia García de Gelman

Silveira relata que cuando aparecieron indicios de que el cuerpo de María Claudia García de Gelman estaba enterrado en el Batallón 14 (allá por 2005), participó de una reunión en la que Gavazzo acusó de “traidor” al Coronel Eduardo Ferro, hoy detenido en España esperando la extradición a Uruguay. En ese encuentro Gavazzo dijo que había que matar a Ferro.

Silveira dice que Gavazzo ordenó llevar a María Claudia al Batallón 14 en 1976. Y agrega que fue testigo de que el enterramiento en ese lugar corrió por cuenta de Antonio Rodríguez Buratti (que se suicidó en 2006) y los policías Ricardo Medina y José Sande (hoy procesados). Según Silveira, Medina y Sande fueron los encargados de marcarle al entonces comandante en Jefe del Ejército, Ángel Bertolotti (2005-2006), un lugar incorrecto de la tumba clandestina.

Además, Silveira sostiene que el nombre de María Claudia García de Gelman nunca se le dio al oficial de inteligencia José Lamy, encargado de ejecutar “la Operación Zanahoria”, tareas que habrían estado destinadas a desenterrar restos de detenidos asesinados y hacerlos desaparecer definitivamente.

“¿Usted piensa que el cuerpo está todavía allí (en el Batallón 14)?”, preguntó el tribunal. “Lamy era una persona que hacía el trabajo con seriedad. Sé que Lamy no tenía el nombre de Gelman para desenterrar. Y sé por comentarios que había dos restos que no habían sido desenterrados en el Batallón 14”, contestó Silveira.

El segundo vuelo

En su testimonio, Gavazzo señala que el “segundo vuelo” con 28 militantes de izquierda “no existió. “¿Qué sentido tiene que de la Argentina, donde los mataban a todos, trajéramos una cantidad X de personas para matarlas acá?”, preguntó ante el tribunal. “No tiene sentido, no tiene sentido”, dijo Gavazzo. “Si nosotros hubiéramos tenido la necesidad militar o fuésemos unos sádicos, que los queríamos matar, los matábamos allá, pero no los traíamos a Uruguay a matarlos acá”, remató su respuesta.

Por su parte, Silveira declara en su primera comparecencia que tiene “la convicción personal de que existió el segundo vuelo”. Sin embargo, al prestar testimonio por segunda vez admite que escuchó comentarios en la cárcel y pudo haber sido “desinformado”.

Mechoso Méndez

Gavazzo relata que a mediados de 1976 Alberto Mechoso, un militante del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP) detenido en Buenos Aires, le reveló dónde estaban localizados unos 5 millones de dólares de un rescate que le fue pagado al PVP para la liberación de un empresario judío-holando-argentino que había sido secuestrado. A cambio solicitó protección para él y su familia, que le fue concedida verbalmente por Gavazzo. El dinero estaba en la casa de la esposa de Mechoso. Gavazzo dice que acompañó el operativo junto a militares argentinos, que según su relato, se apropiaron del dinero para beneficio propio.

Gavazzo sostiene que al siguiente día fue a buscar a Mechoso a la “base” donde se encontraba retenido para sacarlo de Argentina, pero no pudo ubicarlo. Entonces emprendió viaje de retorno a Montevideo con la esposa de Mechoso y sus dos hijos desde Aeroparque. Gavazzo sostiene que debió bajarse el avión apenas antes del despegue porque le avisaron que dos personas querían hablar con él. Esas dos personas, que dice desconocer, le entregaron un maletín “como obsequio por sus servicios”. Al subir de nuevo al avión notó que el maletín tenía una cantidad enorme de dinero. Al llegar a Montevideo llevó el maletín a su superior Antonio Rodríguez Buratti, quien al contar el dinero determinó que había 1 millón 200 mil dólares. Gavazzo relató que Buratti dejó el dinero en una caja fuerte del Servicio de Información y Defensa del Ejército y no ahondó más.

En el año 2012 el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó en territorio de Argentina los restos de Alberto Mechoso Méndez, desaparecido en 1976. La Justicia uruguaya procesó a siete militares y dos policías por su muerte.

Simón Riquelo

Gavazzo declara haber intervenido en Buenos Aires de un operativo para detener a Sara Rita Méndez, militante del PVP, en 1976. Gavazzo explica que participó interesado por el paradero de la bandera de los 33 orientales que había sido robada. Al ingresar al lugar donde estaba Sara Rita Méndez vio cómo militares argentinos se llevaban a su hijo de unos 20 días. Gavazzo aclara que formó parte del operativo sólo como “veedor”.

El niño apareció en 2002 y fue identificado como Simón Riquelo.


 

ALGUNOS COMENTARIOS

  1. El expediente amerita una lectura más a fondo y la reseña de otros aspectos que surgen en las declaraciones. Este informe realizado por la producción de En Perspectiva constituye, simplemente, una primera mirada sobre algunos aspectos destacados.
  2. El primer testimonio de Gavazzo ante el tribunal tuvo lugar el 10 de abril de 2018, hace un año. Ya en esa instancia surgieron elementos que, según lo dispuesto en el artículo 77 del reglamento de los tribunales de honor (****), debieron haber llevado a la suspensión de las actuaciones y la notificación del presidente del organismo al Superior que correspondiere.
  3. En los documentos incluidos no figura ninguna resolución que disponga la suspensión de las actuaciones según lo previsto. Tampoco existe notificación de que el comandante en Jefe de la época hubiese dispuesto la continuidad de la instrucción o la elevación al ministro de Defensa Nacional de la información relativa a eventuales delitos.

 


 

NOTAS:

(*) Originalmente el tribunal también debía juzgar la conducta del coronel (en situación de reforma) Gilberto Vázquez y el coronel (retirado) Ernesto Rama. Pero Vázquez no compareció por encontrarse en estado de salud delicado cumpliendo prisión domiciliaria en su casa de Piriápolis y  Vázquez tampoco lo hizo porque estar en situación de reforma debido a que se fugó del Hospital Militar.

(**) En su nota del 30.03.2019 en El Observador, Haberkorn explica los antecedentes: “Tito” Gomensoro fue detenido el 12 de marzo de 1973. No era jefe del aparato armado del MLN. Su tarea estaba concentrada en la militancia en la FEUU. Seis días después su cadáver apareció flotando en el río Negro, en el lago del Rincón del Bonete. Estaba envuelto en una malla de alambre y tenía atadas tres grandes piedras. El cadáver fue sometido a autopsia, pero no pudo ser identificado. Luego de ser enterrado en Tacuarembó, alguien lo volvió a desaparecer en fecha incierta.  El Ejército nunca admitió que aquel cuerpo que había aparecido flotando era el de Gomensoro. Decían que se había fugado y no se sabía nada de él. Hasta 1985 mantuvieron una orden de captura. Pero el forense que había analizado el cadáver cuando apareció flotando, se guardó para sí su cráneo. Eso permitió que en 2002 se confirmara que el cuerpo era el de Tito. En 2005 y a pedido del presidente Vázquez (en su primer mandato), Ejército, Armada y Fuerza Aérea entregaron informes con los datos en su poder sobre los desaparecidos. Fue entonces que el Ejército admitió por primera vez que Gomensoro había muerto en 1973, pocas horas después de su detención, “por problemas cardíacos”, en el Grupo de Artillería 1 (Montevideo); se reconocía, además, que su cuerpo había sido arrojado al lago de Rincón del Bonete. Este informe, sumado a la aparición del cráneo, permitió que un juicio por la muerte de Gomensoro avanzara en Tacuarembó. Parecía que los principales encausados serían los dos jefes del Grupo de Artillería 1: Rubio y Gavazzo. Sin embargo, sorpresivamente apareció un testigo, un tupamaro marginal llamado Valerio Blanco, que dijo que él había visto como el coronel Gómez había asesinado a Gomensoro, no en La Paloma sino en Paso de los Toros. Aunque su testimonio estuvo plagado de mentiras, errores, contradicciones e inconsistencias, la Justicia lo dio por bueno y Gómez fue enviado a la cárcel. Estuvo tres años y medio preso. En el Tribunal de Honor, los generales le preguntaron a Gavazzo y a Silveira por qué no advirtieron en la Justicia que Gómez era inocente, como les constaba.

(***) Jorge Silveira presentó ante el tribunal una carta firmada por Gavazzo, que le fue entregada por Juan Carlos Gómez y está fechada en 2010. Este es su texto: Yo, teniente coronel José N. Gavazzo, el día martes 26 de octubre de 2010, llamé al coronel Juan Carlos Gómez y le dije lo siguiente, que él puso por escrito solicitándome lo corroborara firmando al pie del presente, lo cual decidí hacer: Roberto Gomensoro Josman murió de un paro cardíaco, en el Grupo de Artillería N°1. Un médico explicó que el estar esposado con las manos atrás un cierto tiempo, hace que las arterias pulmonares que pasan por el tórax cerca de donde nacen los brazos queden un poco comprimidas. Le dije también, como lo he expresado en los juzgados, que soy un soldado y como hombre soy un hombre digno y no doy nombre de ningún superior ni subalterno. Le dije también que cuando murió Gomensoro yo era el 2° Jefe del Grupo de Artillería N°1, nombramiento transcripto en orden del Comando General del Ejército de fecha 26 de marzo de 1973.  Le expresé también que yo, Teniente Coronel Gavazzo: a) No maté a Gomensoro. b) No di orden de que lo apremiaran para obtener información y menos aún que lo mataran. c) Yo no lo apremié y por lo tanto no murió así.

(****) El artículo 77 del decreto 55/985 dice: “Cuando el Tribunal de Honor intervenga en cualquier asunto en el que exista la presunción de un delito, común o militar, su Presidente comunicará de inmediato al Superior que corresponda suspendiendo las actuaciones del Tribunal, hasta tanto el Superior se pronuncie”.