Foto: Erik Marmor / AFP
El movimiento Hamás liberó ayer a dos rehenes que había capturado en un kibutz en la incursión a Israel del sábado 7 de este mes. A partir de gestiones realizadas por Qatar y Egipto, estas dos mujeres, de 85 y 79 años, se sumaron a otras que fueron puestas en libertad el viernes pasado.
De todos modos, quedan en cautiverio todavía 222 personas secuestradas por los milicianos palestinos.
Además, este lunes pudo entrar a la Franja de Gaza, el territorio controlado por el movimiento islamista, un tercer convoy de 20 camiones cargados de ayuda humanitaria a través del paso de Rafah, en la frontera con Egipto. Aún está lejos el objetivo de la ONU de que ingresen cien vehículos por día, pero parece haberse superado el bloqueo total que existía hasta el último sábado.
Mientras tanto, Israel continuó bombardeando Gaza desde afuera, y preparando la opersación terrestre a gran escala que anunció hace dos semanasa. Según cifras de Hamás, desde que comenzó la respuesta israelí han muerto 5.000 personas en ese enclave.
El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, llamó a un “alto el fuego humanitario inmediato”, pero desde Estados Unidos, el presidente Joe Biden, principal aliado de Israel, declaró: "Los rehenes deben ser liberados, luego podremos hablar".
Un alto funcionario del gobierno israelí, por su parte, dijo a la BBC que el pedido de la ONU era “ridículo”: “Es como pedir a Estados Unidos un alto el fuego después de [los atentados] del 11 de setiembre [de 2001], y esto [que sufrimos nosotros el 7 de octubre] es 20 veces peor [que lo que ocurrió en las Torres Gemelas]", dijo.
Por otro lado, en la frontera entre Israel y el Líbano, continúa la tensión con otro movimiento islamista, Hezbolá, con el que también se han intercambiado bombardeos. El domingo, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, declaró que Hezbolá cometería “el error de su vida” si entrara en guerra con su país.
La Mesa de Análisis Internacional con Gustavo Calvo y Susana Mangana.
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