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¿Hacia dónde va la economía Argentina? ¿Cuáles son las claves para Uruguay?

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Estos son días de definiciones en Argentina. Se está armando el nuevo equipo de gobierno y hay mucha expectativa respecto a las primeras medidas que tomará la administración de Macri a partir del 10 de diciembre. ¿Cuáles son los aspectos más relevantes para atender desde la perspectiva uruguaya? Análisis del economista Pablo Rosselli, socio de Deloitte.

Análisis económico
Jueves 26.11.2015

Estos son días de definiciones en Argentina. Se está armando el nuevo equipo de gobierno y hay mucha expectativa respecto a las primeras medidas que tomará la administración de Macri a partir del 10 de diciembre.

Con ese telón de fondo, ayer Deloitte organizó un desayuno de trabajo con sus clientes para analizar a fondo el panorama económico en Argentina y discutir las claves para Uruguay. ¿Qué lectura hacen del escenario que tiene por delante el nuevo gobierno? ¿Cuáles son los aspectos más relevantes para atender desde la perspectiva uruguaya? En los próximos minutos les proponemos conversarlo con el economista Pablo Rosselli, socio de Deloitte.

ROMINA ANDRIOLI (RA) —Pablo, Mauricio Macri resultó electo bajo una alianza llamada “Cambiemos”. ¿Cuáles son los cambios que deberían aguardarse particularmente en materia económica?

PABLO ROSSELLI (PR) —Argentina lleva varios años de estancamiento económico y viene postergando una serie de ajustes que parecen inevitables para que el país vuelva a crecer de manera sostenible… Para ordenar el análisis, podríamos decir que a nivel macroeconómico hay 4 grandes frentes.

Por un lado, tenemos el tema del valor del dólar y los controles de capitales (del “cepo”). A lo largo de la campaña Macri se sostuvo que apunta a que haya un mercado de cambios unificado… Parece claro, además, que Argentina necesita un tipo de cambio más alto.

Por otro lado, Argentina tiene un déficit fiscal muy grande, para el cual no encuentra financiamiento genuino. Hay, por lo tanto, una necesidad de atacar ese desequilibrio a través de recortes de gastos, de cambios a nivel tributario y de una “normalización” de las tarifas públicas, que actualmente tienen subsidios enormes.

Otro frente es el de las trabas al comercio exterior, tema bien relevante para Uruguay. En la campaña se habló de bajar retenciones a las exportaciones y parece necesario también que se reduzcan las restricciones a las importaciones, que están siendo un freno importante para el funcionamiento de la economía.

El cuarto frente, y quizás uno de los más importantes, es el del financiamiento externo. Para que Argentina recupere acceso al crédito externo, es necesario buscar apoyo de organismos multilaterales y/o procurar un acuerdo con los holdouts que abra nuevamente la posibilidad de emisión de bonos en los mercados internacionales.

RA —Son muchos desafíos, Pablo… Ahora, Macri ganó el balotaje por un margen ajustado y no cuenta con mayorías propias en el Congreso. ¿Cuán factible es que se pueda articular exitosamente este tipo de ajustes?

PR —Todavía hay una incertidumbre grande. Los analistas argentinos en general tienden a coincidir que Macri podrá lograr cierta gobernabilidad al menos al inicio de su mandato si se mueve bien en estas primeras semanas…

Aunque todos han sido temas de campaña, tampoco es claro que el nuevo gobierno vaya a apostar a hacer cambios en todos estos frentes en forma simultánea… También hay incertidumbre acerca de cuán rápido se va a querer ajustar… De hecho, en Argentina hace tiempo que se viene debatiendo en torno a si el enfoque tiene que ser de ajuste “gradualista” o de “shock”… Inclusive, parece haber diferencias en el seno del propio equipo de Macri.

RA —¿Y por qué hay diferencias, Pablo? ¿Cuáles son las principales ventajas y desventajas de cada uno de los abordajes?

PR —Es un debate complejo, porque además se podrían plantear combinaciones… Es decir, no necesariamente hay que ir rápido o lento en todo… Por ejemplo, se podría pensar en ir rápido en lo fiscal y lento en lo cambiario, o viceversa.

El abordaje de shock (ir rápido en todo, lo cambiario, lo fiscal y las tarifas) tiene una clara ventaja que es que los cambios se hacen cuando el nuevo gobierno tiene la vocación y el capital político para hacerlos… Suponiendo que se hacen los ajustes adecuados, el costo inicial es recesivo pero debería sentar las bases para un crecimiento sostenido en el futuro.

¿Por qué hay quienes se oponen a un shock? Porque en algunos frentes (en especial en lo fiscal y en lo que hace a la corrección de las distorsiones en los precios de la energía) la magnitud del ajuste a realizar es enorme. Por ejemplo, se estima que los precios del gas podrían tener que multiplicarse por hasta 10 para volver a una especie de equilibrio. A nivel fiscal, Argentina tiene una relación de gasto sobre PIB de más de 40 %, probablemente unos 10 puntos del PIB más de lo máximo que puede soportar con su actual carga tributaria. Hacer un ajuste de esa magnitud es costosísimo para la actividad económica. Inclusive, un ajuste fiscal de magnitudes menores va a ser igual extremadamente impopular.

RA —¿Y el camino del “gradualismo”, Pablo?

PR —El camino de gradualismo puede ser exitoso si se ejecuta en forma consistente, pero tiene sus riesgos… Por un lado, el riesgo de que los ajustes terminen siendo insuficientes… entre otras cosas porque políticamente es muy costoso para un gobierno sostener ajustes año tras año, aunque sean de magnitud moderada.

Pero además, en el caso de Argentina, decía recién que hay muchos frentes abiertos… y están todos entrelazados. Por ejemplo, difícilmente el gobierno pueda levantar el cepo si no hace un ajuste más o menos rápido en lo fiscal, que frene la necesidad de emisión para financiar el déficit y sirva para estabilizar expectativas. Levantar el cepo sin reservas y sin una reducción fuerte del déficit fiscal probablemente llevaría a un escenario con tasas de inflación muy altas que podrían impedir la necesaria recomposición de la competitividad de Argentina.

Otro ejemplo: si hay ajustes fiscales pero hay demasiada gradualidad en ir desmantelando los controles de capitales y devaluar la moneda, Argentina va a tener dificultades para crecer. Sin un dólar más competitivo que reactive el motor exportador, va a ser difícil que la economía sobrelleve el efecto recesivo que de por sí tiene un ajuste fiscal.

RA —Pablo, otro de los temas de discusión está en torno de la situación de reservas del Banco Central de Argentina. ¿Cuán frágil es la situación actual?

PR —El banco central informa algo más de US$ 25.000 millones, pero de ese saldo unos US$ 12.500 millones son la contrapartida de un swap con China y de un préstamo del Banco de Francia, que no son reservas genuinas… También hay unos US$ 2.000 millones que son para pagar deuda a los bonistas, que no se ha pagado para no ser embargada en medio del juicio con los holdouts pero que eventualmente tendrá que ser desembolsada… Y finalmente hay casi US$ 10.000 millones que son encajes de los bancos… Si uno netea todo eso, las reservas “ajustadas” están en menos de US$ 2.000 millones, que es prácticamente nada para el tamaño de la economía argentina.

RA —¿Es posible levantar el cepo con ese nivel de reservas?

PR —Posible es, pero se arriesga un escenario de mucha inestabilidad, porque el Banco Central no tendría poder de intervención para atenuar una segura sobre-reacción del mercado… Por lo que se ha manejado en la prensa argentina estos días, parece probable que antes de levantar los controles de capitales el gobierno busque reforzar ese “colchón” de reservas, ya sea buscando financiamiento externo o mediante otros mecanismos… Por ejemplo, se habla de reducir transitoriamente las retenciones a las exportaciones para fomentar la exportación de granos que aún no se han exportado; se habla de pedir “adelantos” a las cerealeras y quizás también de algún plan de “blanqueo” para incentivar la entrada al sistema de dólares que hoy los argentinos tienen fuera del circuito bancario.

También es posible que inicialmente la devaluación sea en un esquema de mercado de cambios “desdoblado”, reconociendo valores diferentes para un dólar “comercial” y para un dólar “financiero”. Por el primer mercado pasarían todas las operaciones relativas al comercio exterior, y por el segundo se canalizaría la demanda por ahorro, viajes, inversiones financieras… Sería una forma de legalizar el valor del dólar paralelo que ya existe en Argentina… Esto puede funcionar por un tiempo, pero nos devuelve a la discusión anterior sobre el gradualismo… Este camino lleva el riesgo de que el mercado perciba la corrección cambiaria como insuficiente y la demanda de dólares se intensifique, por lo que no habría un alivio a la presión que hoy hay sobre las reservas del Banco Central.

RA —Pablo, por todo lo que decís queda claro que el desafío es enorme. ¿Por qué tanto optimismo entonces en el mercado? ¿No es prematuro concluir que Argentina va a “despegar”?

PR —Absolutamente. Sucede que el mercado está viendo un gobierno que al menos parece tener la vocación de impulsar modificaciones sustanciales… y también apuesta a que el clima de expectativas favorables que se ha generado ayude –vía mayor inversión y/o consumo privado- a atenuar los costos recesivos del ajuste fiscal.

Ahora, para sostener ese clima de expectativas es preciso que el nuevo gobierno tome iniciativas concretas… Ya sea operando rápido (en un abordaje más bien de shock) o eligiendo una estrategia más gradual pero delineando desde ya un plan consistente de ajuste para los próximos años. De lo contrario, Romina, a nuestro juicio no es para nada claro que Argentina pueda volver a crecer en forma firme.

En cualquier caso, la perspectiva de corto plazo es recesiva… Como están las cosas, ajustar es recesivo y sin ajuste las expectativas rápidamente van a darse vuelta para propiciar un contexto más recesivo también. Por eso, Romina, pensamos que en Uruguay tenemos que estar preparados para que lo más probable sea que tengamos otro vecino con caída del PIB al menos en la primera parte de 2016.

RA —¿Cuáles son a juicio de ustedes las claves para Uruguay de este panorama que se está abriendo en Argentina?

PR —Hay varios elementos relevantes. Por un lado, sea con el formato que sea (gradualismo o shock), parece que es inevitable una devaluación importante en Argentina. Eso va a tener consecuencias negativas en el turismo y también en la construcción residencial en Punta del Este. Además, si esa corrección es “exitosa” para Argentina, vamos a tener un vecino más barato en forma más o menos duradera… Eso supone una perspectiva de mayor competencia de importados en nuestro mercado interno.

Por otro lado, un ajuste cambiario junto con alguna reducción de las retenciones a las exportaciones irán generando condiciones para una mayor oferta de commodities argentinos en los mercados internacionales. Eso puede tener impactos en las cotizaciones de varios productos que son importantes para Uruguay… Y mejores condiciones de inversión en Argentina pueden suponer cierto desaliento a la inversión en el agro uruguayo.

Otro elemento que no debemos perder de vista es que la exposición de Uruguay a Argentina es notoriamente menor que en el pasado, pero un eventual “shock cambiario” puede ser coordinador de expectativas en Uruguay, tanto de expectativas de mayor devaluación como de menor actividad económica en nuestro país.

Ahora, todo lo anterior no debe opacar el hecho de que a largo plazo una corrección de los desequilibrios y un mejor desempeño en Argentina, si el nuevo gobierno tiene éxito, deberían tener efectos beneficiosos para Uruguay (por ejemplo, vía expansión del comercio bilateral o vía la apertura del Mercosur)… Pero eso depende también de lo que hagamos nosotros…

RA —¿Por qué decís eso, Pablo?

PR —Porque para que un mejor escenario en Argentina sea realmente beneficioso para Uruguay, Uruguay debe procesar su propio ajuste.

A nuestro juicio y como hemos comentado muchas veces en este espacio, la devaluación que ya ocurrió en Brasil y estas perspectivas que estamos comentando para Argentina refuerzan el imperativo de que Uruguay procure también un ajuste que involucre más competitividad, menor déficit fiscal y una moderación salarial. De lo contrario, el panorama en términos de actividad económica y empleo puede terminar siendo más negativo que el que hasta ahora hemos estado proyectando, que de por sí involucra un ritmo de crecimiento bastante pobre para el próximo año.

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Foto: El presidente electo de Argentina, Mauricio Macri, durante una conferencia de prensa en Buenos Aires al día siguiente del balotaje en el que derrotó al oficialista Daniel Scioli, lunes 23 de noviembre, 2015. Crédito: Juan Mabromata/AFP Photo.