A. Económico

¿Cómo viene evolucionando el resultado fiscal?

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De acuerdo con los datos que divulgó el gobierno el viernes, el déficit fiscal bajó a 3,3% del PBI en los doce meses terminados en agosto, el menor valor en lo que va del año.

Emiliano Cotelo (EC): ¿A qué responde la mejora? ¿Cómo vienen comportándose las cuentas públicas en relación a lo que se había previsto en la última rendición de cuentas? ¿Cuáles son las perspectivas en materia fiscal? En los próximos minutos les proponemos analizar los últimos datos en diálogo con la economista Tamara Schandy, de la consultora Deloitte.

Tamara, si te parece comencemos por ubicar a los oyentes con algunas cifras clave: cuánto es el déficit fiscal actual, cómo compara con los números de los últimos años, cómo se compone…

Tamara Schandy (TS): Según los datos que se publicaron el viernes, el déficit fiscal global (esto es, la diferencia entre ingresos y gastos del gobierno central pero también de otros organismos como las empresas públicas, el BPS, el Banco Central, el Banco de Seguros y las intendencias) fue de unos US$ 1.900 millones en el año móvil cerrado en agosto. Esto equivale a 3,3% del PBI, como señalabas tú al comienzo.

Se trata de un déficit importante pero menor al que tenía Uruguay al cierre del año pasado, que era del orden de 4% del PIB.

La otra mirada interesante, a nuestro juicio, es que el déficit de 3,3% del PBI que se reportó en el año a agosto está alineado con el que la rendición de cuentas contempla para el cierre de 2017. Recordemos, Emiliano, que la rendición de cuentas tenía un objetivo explícito de hacer bajar el déficit luego del aumento casi sistemático que se había registrado en años anteriores.

EC: ¿Qué factores están por detrás de la mejora, Tamara?

TS: Hay varios elementos. Por un lado, hay una décima de mejora que obedece a un menor pago de intereses. Eso era algo que estaba en la previsión de la rendición de cuentas y que está ocurriendo.

Pero por otro lado mejoró también el resultado primario (esto es, el resultado antes del pago de intereses de deuda). El resultado primario pasó de un déficit de 0,5% del PIB al cierre de 2016 a un déficit de 0,1% del PIB en el año a agosto. La previsión de la rendición de cuentas a ese nivel es de un superávit de 0,1% del PIB para el final de 2017… o sea que allí estamos todavía un poco atrás de lo previsto en la programación fiscal, pero igual hay una mejora visible respecto al cierre de 2016, equivalente a 4 décimas del PBI.

En esa mejora jugaron varios temas, pero una de las claves es el aumento de la recaudación impositiva que se dio a partir de los ajustes en el IRPF que comenzaron a regir a comienzos de este año.

EC – ¿Se puede cuantificar ese efecto, Tamara?

TS – La recaudación de la DGI subió 5,8% en términos reales si comparamos enero-agosto de 2017 con enero-agosto de 2016. Dentro de ella, la recaudación de IRPF subió 26%. El IASS también subió en el orden del 20% en términos reales.

Si miramos la recaudación de la DGI como porcentaje del PIB, el aumento a agosto es equivalente a 4 décimas del PIB… y seguramente siga mejorando a medida que avanza el año, porque en el año móvil a agosto todavía hay cuatro meses de 2016, previos a la entrada en vigencia del cambio tributario. Si miramos la planificación de la rendición de cuentas, estaba previsto que en el conjunto de 2017 la recaudación de la DGI aumentara 7 décimas de PIB respecto a 2016. De los números disponibles hasta el momento, eso parece algo alcanzable.

EC – ¿Qué está pasando a nivel del gasto público?

TS – Si miramos el gasto consolidado del gobierno central y el BPS sin intereses y sin inversiones (lo que se llama usualmente gasto primario corriente), el aumento promedio en los primeros 8 meses de 2017 fue de 3,1% en términos reales… no muy distinto del aumento del PIB… o sea que en términos de PIB allí no hay muchos cambios, aunque al interior de ese agregado sí hay dinámicas diferentes (por ejemplo suben las pasividades, mientras que gastos más “discrecionales” como los gastos de funcionamiento bajan en términos reales).

EC – ¿Y a nivel de las empresas públicas? ¿Cómo vienen los números?

TS – En ANCAP hay un efecto transitorio, que se da por la cadencia de las compras de petróleo. Como la contabilidad fiscal es de base caja, cuando se compra crudo aparece el gasto, mientras que cuando se usa petróleo en stock no hay gasto y mejoran las cuentas… Y en estos meses se da además la particularidad de que la refinería estuvo cerrada por mantenimiento. Si miramos el año móvil a agosto, los movimientos de stock de petróleo generan una mejora en el resultado de ANCAP equivalente a 0,2% del PIB respecto a lo que era la situación a diciembre de 2016… pero esto seguramente es transitorio.

Sacando ese elemento, en las empresas públicas en general no hay mayores destaques respecto al cierre de 2016, salvo por el hecho de que las inversiones han seguido bajando… Esa ha sido en los últimos años y sigue siendo una de las “palancas” de mejora de los resultados fiscales.

EC: Tamara, decías antes que el resultado fiscal viene más o menos alineado con lo que se preveía en la rendición de cuentas para el cierre de este año. ¿Cómo ven el panorama para delante?

TS: Sí, viene más o menos alineado con la proyección global… Está ese efecto transitorio de la variación de stock de petróleo, que debería tender a revertirse y por ende a hacer aumentar el déficit. Hay también algún desfasaje a nivel de algunas partidas de gasto respecto de la planificación (por ejemplo tanto las remuneraciones del gobierno central-BPS como las transferencias vienen algo arriba de lo previsto en porcentaje de PIB)… Pero como decía antes, el menor pago de intereses, la contención de la inversión y sobre todo una mayor recaudación impositiva deberían permitir una trayectoria para el déficit global más o menos alineada a la proyección oficial.

Para delante, el plan que se presentó en la rendición de cuentas contempla nuevas mejoras, para terminar el período de gobierno con un déficit fiscal de 2,5% del PIB. Para cumplir eso va a ser clave el comportamiento del gasto, sobre todo porque tradicionalmente en Uruguay el calendario electoral siempre lo ha condicionado. La norma es que el gasto público tiende a subir en la antesala de las elecciones… Y más teniendo en cuenta que en los últimos años hubo una caída muy fuerte de la inversión pública. De hecho, la inversión conjunta del gobierno y de las empresas públicas está en torno de 2% del PIB, en nivel más bajo en 10 años. Eso difícilmente sea sostenible en el tiempo.

EC: Tamara, venimos comentando que el déficit fiscal se achicó, que el plan es que siga bajando, pero al fin y al cabo siempre hablamos de números “rojos”. ¿Cómo se financia ese “rojo”?

TS: Esencialmente con deuda pública. Justo el viernes se divulgaron también cifras de endeudamiento del sector público que marcaron un aumento de la deuda neta de unos US$ 950 millones en el primer semestre de 2017.

Un elemento a destacar es que Uruguay no está teniendo ninguna dificultad para colocar deuda en el mercado; incluso lo está haciendo a costos menores que hace algún tiempo atrás…

Eso le da bastante “aire” al gobierno para ir procesando el ajuste… Ahora, si bien no hay un umbral mágico para el déficit, a nuestro juicio es muy importante que esa disponibilidad de crédito no haga perder el norte. Al fin y al cabo, no hay que perder de vista que el déficit bajó, pero el resultado sigue siendo negativo incluso antes del pago de intereses de deuda. Eso debe revertirse si se quiere asegurar una trayectoria saludable para la deuda pública en el mediano y largo plazo. La política fiscal parece orientada en esa dirección, pero el desafío por delante sigue siendo a nuestro juicio muy importante.