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Monegasco

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Por Ricardo Soca ///

Es el gentilicio del Principado de Mónaco, conocido por su casino de refinada elegancia, tan distante de la opulenta fanfarria de Las Vegas, y también por el romance protagonizado a mediados del siglo XX por el príncipe Rainiero y la actriz norteamericana Grace Kelly, quien se convirtió en la princesa Grace de Mónaco.

En la actualidad está gobernado por el príncipe Alberto II, hijo de Rainiero y la princesa Grace, y por el ministro de Estado Serge Telle.

El nombre es mucho más antiguo que el propio principado: le fue dado hace veintisiete siglos por el historiador griego Hecateo de Mileto, quien llamó a aquel lugar Monoikos, del griego monos ‘solo’, ‘único’ y oikos ‘casa’.

Era el apodo de Hércules, en cuyo homenaje se levantó un templo en ese lugar. Monoikos adoptó en latín la forma monoecus, que, tal vez por su semejanza con monachus ‘monje’, finalmente se convirtió en Mónaco.

En el dialecto ligur, los habitantes de Monoikos fueron llamados munegunoecus, de donde se derivó el vocablo francés monegasque, registrado en 1721 con el significado de ‘habla de Mónaco’ y más tarde, como gentilicio. A partir de ese vocablo francés, se formó monegasco en italiano, en español y en portugués.


Grageas de lenguaje

Quisiera saber si es correcto decir: «No hay nadie», teniendo en cuenta que es una especie de doble negación.

Cuando los indefinidos nadie, nada, ninguno y el adverbio nunca aparecen después del verbo, es prescriptivo comenzar la oración con el adverbio no: No he estado nunca en Senegal. La verdad es que no vimos nada extraño en su comportamiento. No han contratado a ninguno de los solicitantes. No hay nadie. Pero si van antepuestos al verbo (lo cual es un orden muy inusual) no es necesaria la negación: Nunca he estado en Senegal. La verdad es que nada extraño vimos en su comportamiento. A ninguno de los solicitantes han contratado. Nadie hay.

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Lengua curiosa, el blog de Ricardo Soca en EnPerspectiva.net, actualiza los martes con los secretos que albergan las palabras en su significado. El primer martes de cada mes incluye también una de sus Grageas de lenguaje.