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El sello (fonográfico) de hoy: Sondor

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Esta es la primera nota de una serie dedicada a los sellos editores que apoyaron –y apoyan– a la música uruguaya y fueron elemento esencial para la difusión de nuestros artistas. El inicio no podría ser otro que un perfil de Sondor.

Por Eduardo Rivero ///

No es posible una mirada en profundidad del desarrollo de la música uruguaya en sus más diversos géneros y estilos sin adentrarse en la historia de Sondor, poseedora, seguramente, del catálogo más antiguo y numeroso de ediciones de discos uruguayos y empresa decana en materia de difusión de música nacional y también de grabación.

De las editoras que aún funcionan es la única que tiene un estudio de grabaciones propio y en su hora más gloriosa del punto de vista comercial sumaba además la cadena de disquerías Harmonic, también de su propiedad.

En el lejanísimo 1938, Enrique José Abal Salvo, nacido en 1919 y fallecido a avanzada edad en 2008, inauguró un modesto estudio de grabación. Apasionado de la tecnología del audio, don Enrique Abal era un curioso eterno y un infatigable investigador. Muchas de las soluciones tecnológicas que hicieron grande a su estudio fueron producto de su talento y su capacidad de improvisar.

En una era en la que el idioma francés aún era un protagonista de primera línea en la cultura uruguaya, bautizó a su estudio con la expresión francesa “Son d’or” ("sonido de oro"), que años después se castellanizaría a “Sondor”.

En 1941, el estudio ya hacía grabaciones en discos de pasta, primero en Uruguay en realizar este tipo de registro fonográfico. El sello editor empieza a funcionar en 1944 con los entrañables discos simples de 78 RPM y en los años 50 la empresa empieza a fabricar los primeros discos larga duración –"long plays"– de 33 1/3 RPM. En 1960 Sondor fabricó el primer disco estereofónico del Uruguay.

También a comienzos de la década de 1960 empieza a trabajar en la empresa Enrique Abal Oliú, hijo de don Enrique, en la tarea de producción y difusión de los artistas uruguayos. Los músicos de mi generación conocieron sobradamente a “Quique” Abal, quien resultó para muchos la puerta de entrada al mundo del disco. Quique es además un notable fotógrafo y fue tremendamente lúcido en cuanto a las posibilidades de muchísimos artistas a quienes dio una primera oportunidad. Era celosísimo con los costos de producción, lo que enojaba a algunos músicos, pero no es exagerado decir que la música uruguaya en su conjunto está en eterna deuda con él.

Además de grabar –y fabricar– discos de música nacional, Sondor fue representante de importantes sellos extranjeros, entre los cuales se destaca especialmente CBS Columbia. Discos de figuras internacionales como los cantantes melódicos Roberto Carlos, Sandro, Sergio Denis o Julio Iglesias eran distribuidos y vendidos en nuestro país por la compañía Sondor. Lo mismo sucedía, a través de la etiqueta CBS, con nombres de primer orden del rock estadounidense como Santana, Blood, Sweat and Tears, Chicago o Simon & Garfunkel.

Con el paso de los años, Sondor absorbió en su catálogo la producción de música nacional de sellos que habían cerrado sus puertas como Macondo, Clave, De la Planta y Apsa, incrementando aún más el archivo de música nacional que posee.

A mitad de la década de los 70, el viejo estudio de la calle Rio Branco, donde se grababa en una primitiva consola y un grabador de apenas dos pistas, dejó lugar a un nuevo estudio de vanguardia para su tiempo, con una estupenda y amplia sala de grabación, notables micrófonos Neumann -que todavía siguen siendo incomparables para grabar a cantantes en nuestro medio- y un impactante grabador de ocho pistas en cinta de una pulgada.

Una somera revisión del catálogo de quienes editaron sus discos para la etiqueta Sondor alcanza para dimensionar la gravitación del sello. El tango uruguayo vio grabar para Sondor a nombres del peso de Miguel Villasboas, Antonio Cerviño, Donato Raciatti, César “Potrillo” Zagnoli y Romeo Gavioli entre muchos otros. Y es importante destacar que fue en Sondor que hizo sus primeras grabaciones el pedrense Julio Sosa.

Éxitos enormes de la música tropical surgieron en Sondor en las grabaciones de Karibe con K, Sonora Borínquen o Combo Camagüey. El canto de raíz nativa tiene en el catálogo de Sondor un enorme protagonismo. Baste mencionar que allí grabaron Amalia de la Vega, Alfredo Zitarrosa, Los Olimareños, Santiago Chalar, José Carbajal “El Sabalero”, Pepe Guerra, Carlos Benavídes, Carlos María Fossati, Tabaré Etcheverry, Juan Peyrou, Pablo Estramín, Los Zucará, Larbanois y Carrero y hasta artistas fundacionales de esa corriente como Aníbal Sampayo y Osiris Rodríguez Castillos.

En el ámbito del rock y la balada urbana, grabaron sus discos en Sondor Ruben Rada, Eduardo Mateo, Eduardo Darnauchans, Alberto “Mandrake” Wolf, Gastón Ciarlo “Dino”, El Sindykato, y hasta Canciones para no dormir la Siesta. También grabaron allí figuras del área clásica de primer nivel internacional como los guitarristas Olga Pierri y Abel Carlevaro, el bandoneonista René Marino Rivero y el pianista Hugo Balzo.

Por lo demás, dadas las bondades del estudio, importantes artistas extranjeros vinieron a grabar en Sondor de Montevideo; entre ellos: Osvaldo Pugliese, Roberto Goyeneche, Leopoldo Federico, Adriana Varela, Pappo, Sandra Mihanovich, Armando Manzanero y Joan Manuel Serrat.

Más allá de la larguísima y cordial relación personal que mantengo con Quique Abal y su hermano Rafael, le tengo a Sondor un cariño más que especial. En su estudio grabé por primera vez en mi vida, a los 19 años, cuando todavía don Enrique Abal Salvo andaba por allí, yendo y viniendo.

Allí compartí sesiones con nombres del peso de Jorge Galemire, Eduardo Darnauchans, Jaime Roos y Hugo Fattoruso.

Allí grabé mi disco de tango en homenaje a Gardel y mi disco de canciones napolitanas. Allí asistí a la grabación del maravilloso Sansueña de Eduardo Darnauchans prácticamente sin faltar a una sola sesión entre 1977 y 1978.

Allí grabé junto a Jorge Galemire el simple con el que nuestro dúo dio a conocer Vals de Pocitos, nuestra canción más difundida.

Allí, invitado por Rafael Abal, di una charla un fin de semana del Patrimonio en el que también canté tangos.

Allí está mi nombre en una placa ubicada en el pasillo que lleva a la sala de grabación con la enorme nómina de artistas que han grabado en el estudio. Por llamarme "Eduardo" figuro nada menos que entre los nombres de Eduardo Darnauchans y Eduardo Mateo.

Y allí disfruté al grabar con técnicos estupendos y grandes personas como Hugo Manzini, Henry Jasa, Willy De León y su hijo Gustavo.

Cada vez que voy por Sondor la emoción siempre es parte de esa visita. Entro al local de Rio Branco 1530, veo el piso de parqué de la sala, los micrófonos Neumann, los legendarios pianos Steinway & Sons… y entro en la historia de la música popular uruguaya y, por cierto, en mi propia historia.

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Urquiza esq. Abbey Road es el blog musical de Eduardo Rivero en EnPerspectiva.net. Actualiza los miércoles.