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Análisis de Exante: Las principales contribuciones de Card, Angrist e Imbens, ganadores del Premio Nobel de Economía 2021

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 Foto: Niklas Elmehed – Ilustrador de los Premios Nobel

Las principales contribuciones de Card, Angrist e Imbens, ganadores del premio nobel de economía 2021. 

EMILIANO COTELO (EC): Esta semana la Real Academia Sueca de las Ciencias concedió el Premio Nobel de Economía a los economistas David Card, Joshua Angrist y Guido Imbens. Vale marcar que Card es un economista canadiense que se desempeña en Berkeley, Angrist es estadounidense y trabaja en el MIT, mientras que Imbens nació en Países Bajos y es profesor en la Universidad de Stanford.

Según anunció la Real Academia, a Card se le concedió el Nobel por sus contribuciones empíricas a la economía laboral, mientras que Angrist e Imbens fueron reconocidos por sus contribuciones metodológicas al análisis de las relaciones causales. Vamos a tratar de entender un poco las contribuciones de estos autores a la ciencia económica, charlando en los próximos minutos con el economista Luciano Magnífico, de Exante.

ROMINA ANDRIOLI (RA): ¿Cómo vieron esta premiación? ¿Estuvo dentro de lo esperado?

LUCIANO MAGNÍFICO (LM): Como hemos comentado otras veces, la ciencia económica tiene muchas aristas y hay muchos autores dentro de cada una de esas aristas que han hecho contribuciones muy relevantes. De todos modos, diría que en este caso los galardonados no sorprenden en absoluto, ya que estaban entre los candidatos a obtener el Nobel en algún momento de su carrera.

De hecho, el anuncio fue muy celebrado dentro de la academia, ya que el aporte de los tres ganadores al campo de la investigación empírica y en particular, al desarrollo de los experimentos naturales como insumos para el análisis de relaciones de causa y efecto ha sido enorme.

RA: ¿Podemos detenernos un poco en eso de los experimentos naturales? ¿A qué te referís concretamente con ese término?

LM: Quizás antes de eso, es pertinente explicar algunos conceptos que permitan entender mejor el aporte de estos autores. Los economistas estamos acostumbrados a seguir múltiples variables y a observar cómo el comportamiento de algunas de esas variables se relaciona de alguna forma con otras variables. Eso es lo que en la jerga se conoce como correlación. Bajo esta lógica existen tres posibilidades: que haya una correlación positiva en la medida de que las variables presentan movimientos en el mismo sentido, que haya correlación negativa en la medida de que las variables presentan movimientos en sentido opuesto o puede ser que entre las variables no haya una correlación. Sin embargo, es importante resaltar que la existencia de correlación entre variables no implica una causalidad, es decir que una de las variables cause a la otra.

Y de un modo contrario, que no exista correlación no significa que no exista causalidad. Para ejemplificar esto, tenemos un caso de actualidad y que estuvo en el centro del debate hace poco tiempo, que es la relación entre la cantidad de casos de COVID y la severidad de las medidas de confinamiento dispuestas por los gobiernos. Uno debería pensar que ante mayor confinamiento de las personas, menor cantidad de casos de COVID. Sin embargo, las medidas de confinamiento más severas se aplicaron en los lugares donde había inicialmente más casos de COVID, por lo tanto, no era trivial demostrar el efecto del confinamiento sobre la cantidad de casos.

En términos generales entonces, uno de los grandes desafíos de la ciencia económica es poder probar la causalidad entre variables, causalidad que no se demuestra con la existencia o inexistencia de correlación.

RA: ¿Y cómo se resuelve ese problema?

LM: Una forma de abordar estos problemas es a través de los llamados experimentos aleatorios. En este tipo de metodología, el investigador separa a los individuos en dos grupos, uno sujeto a un estímulo determinado y otro no sujeto a dicho efecto (el llamado grupo de control) y se observan y se comparan los efectos. Este tipo de análisis es muy usado en medicina, para evaluar la efectividad de nuevos medicamentos.

En las ciencias sociales, a priori, el investigador no tiene la capacidad de poder probar sus teorías en un laboratorio. Sin embargo, en las últimas décadas la ciencia económica avanzó muchísimo en la construcción de experimentos sociales controlados, campo por el que ya se han galardonado a algunos investigadores en el pasado.

Pero dejando de lado los experimentos sociales controlados, la otra variante entonces que queda para los economistas es utilizar experimentos naturales, es decir, situaciones que surgen en la vida real y que se asemejan a estos experimentos aleatorios que mencionaba recién pero que ocurren en la vida real sin intervención del investigador. Sobre esto trabajaron los economistas premiados este año.

RA: ¿Podemos poner un ejemplo de una investigación de este tipo?

LM: Claro. Uno de los premiados de este año, Card realizó junto con Alan Krueger (fallecido en 2019 y que, de estar vivo, probablemente habría compartido el premio con Card), una investigación muy famosa acerca del efecto de un aumento del salario mínimo sobre los niveles de empleo. En particular, los autores consideraron dos estados cercanos (Pensilvania y Nueva Jersey), cuyos mercados laborales eran muy similares y estaban sujetos a condicionantes externas parecidas. Sin embargo, la única gran diferencia era que en Nueva Jersey las autoridades habían determinado un incremento del salario mínimo, mientras que en Pensilvania no.

Esto desde el punto de vista metodológico marcó un quiebre muy importante, ya que hasta ese entonces, la lógica de los investigadores de la época hubiese sido analizar los niveles de empleo en Nueva Jersey antes del aumento del salario mínimo y después de la entrada en vigencia de la medida. Esto tiene el inconveniente de que existen muchos otros factores que pueden ocasionar cambios en el mercado laboral en diferentes momentos del tiempo, lo que hace complejo aislar el efecto concreto del aumento del salario mínimo. Al comparar lo que sucedió en Nueva Jersey con lo ocurrido en Pensilvania, los autores lograron aislar convincentemente el efecto de la suba del salario mínimo.

En ese contexto entonces, los resultados mostraron que un aumento del salario mínimo no necesariamente implica un impacto negativo sobre los niveles de empleo, como era el pensamiento económico general hasta ese momento a principios de los años 90.

RA: Mencionabas este trabajo de Card como uno de sus aportes más conocidos a la ciencia económica, ¿en qué otros temas incursionó?

LM: Otro de los aportes destacados de Card se basó en los efectos de las corrientes inmigratorias sobre el mercado laboral.

Para ese trabajo, utilizó como experimento natural el fenómeno de la inmigración de cubanos hacia Miami, conocida como el éxodo de Mariel, tras la decisión de Fidel Castro en 1980 de permitir emigrar a todo aquel que así lo decidiera. Como consecuencia, en apenas cuatro meses emigraron unos 125.000 cubanos que en su gran mayoría se instalaron en Miami, generando un incremento de la fuerza laboral en dicha zona. En ese marco, Card comparó la dinámica del salario y el empleo en Miami con la evolución de dichas variables en otras ciudades comparables de EE.UU. En concreto y a pesar del enorme aumento en la oferta laboral, Card no encontró efectos negativos para los residentes de Miami, ni en términos salariales ni en términos de niveles de empleo.

Por otra parte, otro de los aportes más elogiados de Card estuvo en el campo de la educación y en particular, del análisis de ciertos factores que permiten predecir la trayectoria laboral futura de los estudiantes.

RA: A ver, ¿cuáles fueron sus principales resultados en esa temática?

LM: El resultado más importante fue la demostración de que la inversión en educación (por ejemplo, traducida en un aumento de la cantidad de maestros) tiene un impacto positivo y muy significativo en la trayectoria laboral futura de los estudiantes.

En ese sentido, la teoría previa asumía que no había una relación fuerte entre el aumento de recursos y las oportunidades posteriores de los estudiantes en el mercado laboral. Se pensaba eso porque se comparaba el gasto por alumno con la inserción laboral de las personas. Sin embargo, estos trabajos no consideraban la probabilidad de que las autoridades estuvieran invirtiendo más en aquellas escuelas donde el rendimiento de los estudiantes era bajo, un problema similar al que recién mencionamos respecto de la relación entre confinamientos y casos de Covid.

Por eso, Card y Krueger compararon los retornos de la educación para las personas que vivían en ese momento en el mismo estado en los Estados Unidos, pero que se habían criado en diferentes estados. Si los retornos de la educación difieren entre los diferentes grupos, esto es probablemente debido a que los estados han invertido de manera diversa en sus sistemas educativos. En esa línea, los autores descubrieron que los recursos para la educación son importantes e influyen en el éxito posterior de los estudiantes en el mercado laboral.

RA: Para cerrar, estuvimos comentando los aportes de David Card, ¿qué se puede destacar de los otros dos autores premiados?

LM: En el caso de Angrist e Imbens, que compartieron el otro 50% del premio monetario que otorga la Academia Real Sueca, su principal contribución radica en ciertos refinamientos metodológicos para el uso de estos experimentos naturales en la contrastación de relaciones de causa y efecto. En particular, estos dos investigadores fueron pioneros en el desarrollo de experimentos en los que no se tiene un control total de quién es sometido a un estímulo determinado, lo que inspiró mucha de la investigación posterior en este campo.

En el caso de Angrist, otro de los aportes que se destaca es el estudio (junto con Krueger nuevamente) de si el nivel educativo de una persona tiene un efecto directo sobre el nivel de ingresos que obtendrá posteriormente en el mercado laboral. En ese sentido, estos investigadores hallaron que a mayor cantidad de años de educación formal, mayor es el nivel de ingresos que alcanzan los individuos. Esto parece un resultado trivial, pero no lo es, porque el hecho de que una persona haya estudiado más y tenga mejores ingresos puede obedecer a que efectivamente los años de estudio generan mayores oportunidades (lo obvio) pero también puede ser que las personas con más capacidades para estudiar tengan también más capacidades para trabajar.

En cualquier caso y como han señalado diversos economistas en estas últimas horas, el Premio Nobel de Economía de este año apunta claramente a un reconocimiento sobre el desarrollo metodológico diseñado por estos tres autores y que significó un antes y un después a la hora del análisis de las relaciones de causa y efecto en la ciencia económica.