Foto: Ricardo Antúnez / adhocFotos
El río Paraná, el segundo más largo de Sudamérica y una vía clave para el comercio y la economía regionales, está sufriendo una bajante histórica.
Este curso de agua no alcanzaba un descenso de esta magnitud desde hace casi ochenta años, y es difícil predecir cuándo volverá a sus cotas anteriores.
Esta situación afectó en los últimos meses la navegación mercante, la generación eléctrica, la pesca, la industria turística, la provisión de agua para consumo y riego, e incluso modificó el paisaje de una forma que podría ser permanente.
Veamos en particular el impacto en el transporte fluvial de carga.
El Paraná nace en Brasil, su principal afluente es el río Paraguay, y desemboca en el Río de la Plata luego de atravesar Argentina. Allí su tramo navegable para grandes buques es vital para la salida de las exportaciones de ese país y de las de las regiones mediterráneas de Brasil, Bolivia y Paraguay. Y en ese flujo juega un papel importante el puerto uruguayo de Nueva Palmira, ubicado en la confluencia de los ríos Paraná y Uruguay –casi donde nace el río de la Plata. La mercadería que baja por la hidrovía Paraguay-Paraná arriba en tránsito a Nueva Palmera desde donde viaja luego, en otros buques, hacia el resto del mundo.
Entonces: ¿Cómo está afectando al puerto de Nueva Palmira la bajante del Río Paraná?
Hoy En Perspectiva conversamos con el ingeniero Rúben Martínez, director de Corporación Navíos, empresa que opera una terminal especializada, precisamente, en el puerto de Nueva Palmira.