El FMI aprobó una histórica asignación de fondos para apoyar la recuperación de sus países miembros tras la pandemia
En los últimos días, el Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobó una histórica asignación de fondos para sus países miembros, en un contexto en el que la mayor parte de las economías continúa procesando una recuperación gradual tras lo que fue el fuerte impacto del COVID-19. En concreto, el monto total involucrado en la transferencia del FMI alcanzó a unos US$ 650.000 millones, que fueron entregados a los países en forma de Derechos Especiales de Giro.
¿Qué son estos Derechos Especiales de Giro? ¿Cómo se pueden utilizar estos instrumentos? ¿Cuál es el alcance de esta asignación histórica del FMI? Les proponemos conversar sobre este tema en los próximos minutos con el economista Luciano Magnífico, de Exante.
ROMINA ANDRIOLI (RA): ¿Te parece si empezamos analizando qué son los Derechos Especiales de Giro?
LUCIANO MAGNÍFICO (LM): Perfecto. Los Derechos Especiales de Giro (o DEG por sus siglas) son un activo de reserva internacional creado por el FMI para complementar las reservas de sus países miembros.
Es importante destacar que los Derechos Especiales de Giro no son una moneda en sí mismos, sino que refieren a un derecho frente a otras monedas. Es decir, que los tenedores de estos instrumentos pueden canjear los DEG por un conjunto de monedas llamadas “de libre uso”, que son aquellas monedas que se usan habitualmente en las transacciones internacionales y que son referencias en los mercados financieros. En particular, las cinco monedas que hoy en día cumplen con este criterio del FMI son: el dólar, el euro, el yen japonés, el yuan chino y la libra esterlina.
De hecho, el propio valor del DEG se determina de ponderar la cotización de estas cinco monedas, con el dólar y el euro teniendo los principales pesos dentro de esa ponderación (42% para el dólar y 31% para el euro). Al día de hoy, el DEG cotiza aproximadamente a US$ 1,4.
RA: ¿Y para qué sirven en la práctica estos Derechos Especiales de Giro?
LM: Como mencionaba antes, estos Derechos fueron concebidos para servir como parte de las reservas de los países miembros. En ese marco, en momentos de crisis financiera pueden servir como un soporte ante el riesgo de impago del país o sin ir tan lejos, pueden colaborar en la obtención de financiamiento de menor costo, en la medida que se cuenta con el respaldo de estos activos de reserva.
Sin embargo, al poder canjearse estos instrumentos por otras monedas, pueden servir también para financiar cualquier tipo de gasto que los gobiernos consideren pertinente.
RA: ¿Cómo funcionan estos canjes entre los Derechos Especiales de Giro y esas monedas de uso corriente?
LM: El FMI prevé dos tipos de mecanismos. Por un lado, los tenedores de DEG pueden comprar y vender estos instrumentos en el mercado voluntario, es decir, que ambas partes acuerdan con autonomía hacer el intercambio. Sin embargo, cuando no se encuentra una contraparte dispuesta a adquirir los DEG, el FMI puede designar a países miembros con una situación financiera sólida para que compren DEG a otros países con una situación financiera más compleja. Vale destacar que en la práctica, el intercambio de DEG ha funcionado a partir de acuerdos voluntarios, sin necesidad de una intervención directa del FMI.
RA:¿Y qué costo tiene para los países el tener estos instrumentos? ¿Implica hacer frente a algún tipo de deuda con el Fondo?
LM: En realidad, este instrumento sigue de alguna forma un principio de doble contabilidad. Por un lado, el FMI cobra un interés a sus países miembros por la cantidad de Derechos Especiales de Giro que les fueron asignados. Por otro lado, el Fondo paga exactamente la misma tasa de interés por los DEG que mantienen los países miembros en sus reservas. Por tanto, si un país no utilizó los Derechos Especiales de Giro que le fueron asignados y los mantuvo en sus reservas, no hay ningún costo por la operación (salvo una comisión por el mantenimiento) y por ende, no se debe pagar nada al FMI. Sin embargo, si un país empleó parte (o la totalidad) de esos activos, la tenencia de Derechos Especiales de Giro va a ser menor a la asignación correspondiente a ese país y en ese caso, sí pagará un costo consistente en la tasa de interés de los DEG que fueron utilizados.
RA: ¿Y conviene endeudarse de esta forma? ¿Cómo se compara esa tasa con las tasas de interés que se pagan por emitir deuda en los mercados internacionales?
LM: Justamente, la ventaja que tiene el uso de estos DEG es que la tasa que se cobra por su asignación es muy muy baja. En particular, al día de hoy la tasa de los Derechos Especiales de Giro es de 0,05%. Para tener una referencia, esto implica un nivel similar a los de los bonos norteamericanos a tres meses pero se ubica muy por debajo de lo que puede ser una tasa en dólares a 10 años. De hecho, en mayo Uruguay emitió un bono en dólares a 10 años y pagó una tasa de 2,45%, que incluso fue considerada como muy positiva por el tipo de operación desarrollada.
Por lo tanto, es claro que financiarse con el uso de estos Derechos Especiales de Giro es bastante más barato que emitir deuda en los mercados internacionales, además de que en este caso no se debe amortizar ningún tipo de capital (salvo que el país decida irse del FMI). En otras palabras, si se usan los DEG hay que pagar un interés pero no es necesario devolver esos DEG al Fondo.
RA: Queda claro. Y si ahora pasamos concretamente a la decisión del FMI, ¿en qué consiste esta transferencia del Fondo a sus países miembros?
LM: A ver, tal como comentaba Emiliano al principio, el FMI
decidió asignar unos US$ 650.000 millones en estos Derechos Especiales de Giro a sus países miembros. La forma de distribución de estos recursos fue por la cuota que cada uno de los países miembros paga para cubrir el funcionamiento del organismo, que también está asociado en parte al peso que cada uno de los estados tiene en la economía mundial.
En ese sentido, los países que se llevaron una mayor proporción de la asignación fueron: Estados Unidos (16%), Japón (6%) y China (6%). Por otra parte, de ese monto el 42% fue asignado a países emergentes y solo un 3% correspondió a países de bajos ingresos. A Uruguay por su parte, le tocaron unos US$ 580 millones.
RA: ¿Con qué objetivo tomó esta decisión el Fondo?
LM:En realidad, este tipo de disposiciones son muy extraordinarias y de hecho, esta es nada más que la quinta oportunidad en la que se hace en más de 75 años de vida del FMI. Además, esta nueva asignación constituye por lejos la más importante. Para tener una idea, solo esta transferencia del FMI duplicó los Derechos Especiales de Giro que se habían asignado de forma acumulada en la historia del FMI. Esto se explica básicamente por la percepción del FMI de que la pandemia dejó graves consecuencias en los países miembros y en particular, dejó muy debilitadas las reservas internacionales de los diferentes estados. Esto se ve agravado por el fuerte incremento en los niveles de endeudamiento de los países, a raíz de la necesidad de financiar mayores gastos para contener los efectos sanitarios y económicos de la pandemia.
Por tanto, el Fondo entendió que era necesario destinar este dinero para mejorar el perfil de crédito de los países y para que pudieran acceder a financiamiento barato, sin necesidad además de pasar por los trámites más engorrosos y socialmente rechazados que implica solicitar un préstamo directo al FMI.
RA: Recién mencionabas que solo el 3% de los fondos fueron asignados a los países de menores ingresos, ¿cómo se concilia eso con el hecho de que el FMI esté intentando colaborar con los estados más afectados por la pandemia?
LM: Claramente el mecanismo de asignación no es perfecto. De hecho, entre siete países como Estados Unidos, China, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido e Italia se llevaron casi la mitad del total transferido, siendo países que no necesitan este dinero de forma tan imperiosa.
En ese sentido y sin interferir con el criterio de pesos relativos que implicó la distribución del dinero de esa forma, el FMI ha estado buscando algún mecanismo que permita canalizar voluntariamente fondos asignados a países desarrollados para países más necesitados. De hecho, ya hay algunos fondos que se han comprometidos para otorgar préstamos favorables a los países de menores ingresos.
RA: Para cerrar, recién comentabas que a Uruguay le habían tocado algo más de US$ 580 millones, ¿para qué se podrían usar estos fondos en nuestro país?
LM: A ver, tenemos dos obstáculos que deben superarse para poder usar estos recursos. Por un lado y al igual que el resto de los países, deberíamos hallar una contraparte dispuesta a comprar estos DEG, en un contexto en el que seguramente varios países estarán en la misma búsqueda. Por otra parte, en Uruguay el agente financiero del gobierno es el Banco Central, que es por tanto a quien le fueron asignados estos recursos. En ese sentido, vale recordar que existe una prohibición legal de que el BCU transfiera recursos al gobierno. Por lo tanto, en el caso de que se decidiera usar estos fondos, primero habría que habilitar un mecanismo legal que permita la transferencia de los recursos del BCU al gobierno.
Más allá de esto y aún si fuera posible sortear estos dos obstáculos, es importante destacar que esta asignación del FMI no implica que los países sean más ricos, ya que hay un activo y un pasivo que al inicio son exactamente iguales.
Sin embargo, con una tasa como la que estamos considerando muy próxima a cero y considerando que estos Derechos son un instrumento para el cual no hay que amortizar ningún tipo de capital, es claro que su uso podría postergar la emisión de deuda de mayor costo (como están haciendo algunos países). Inclusive, se podría pensar en financiar gastos de una sola vez como algún plan específico de infraestructura o de erradicación de asentamientos. La clave es entender que se trata de una fuente de recursos de muy bajo costo pero que se obtuvo de un modo excepcional y por tanto no debería dedicarse a financiar gastos recurrentes. Finalmente, si se decidiera aplicar esos recursos a nuevos gastos, obviamente eso supondría un aumento del déficit fiscal, que debería presentarse como algo totalmente excepcional y atado a esa nueva fuente de financiamiento de muy bajo costo.