Editorial

Periodismo y conflicto en la educación

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Por Emiliano Cotelo ///

El conflicto en la educación pública genera cada mañana una cantidad de mensajes de los oyentes de En Perspectiva.

Ayer, uno de ellos, enviado a las 9.41 hs por Julio del Centro, decía: “El 80 % o más de los docentes de la enseñanza pública concurre a dar clases. Muchos alumnos no van y eso es en gran medida por culpa de los medios de prensa que lo único que hacen es fogonear la posición de los sindicalistas, dándoles espacio para entrevistas. ¿Por qué no van a los centros de enseñanza (en todo el país y no solo en Montevideo) y le hacen notas a los docentes y maestros que concurren a su trabajo?”

Más tarde, otro SMS, en este caso llegado a las 10.29 hs y firmado por Andrés, señalaba: “Por favor, fue lamentable ese móvil que hicieron recién, indicando, desde cada escuela, qué funcionarios adhieren y quiénes no”. En este programa tratamos de atender con cabeza abierta todos los comentarios de nuestros oyentes. Y estos dos, tan críticos, me sirven para reflexionar un poco a propósito de nuestro propio trabajo periodístico (algo que, cada tanto, conviene hacer).

Una crisis como esta, que se concentra en un sector tan sensible como la enseñanza, que involucra a tanta gente –para empezar a los niños y jóvenes– y que se prolonga por varias semanas implica desafíos singulares a la hora de organizar nuestra cobertura en la radio.

Antes de seguir con este análisis, voy a enfatizar lo obvio: se trata de un tema ineludible. Nadie puede pensar en la posibilidad de que lo ignoremos o lo minimicemos en nuestra agenda. La pregunta, en todo caso, es cuánto tiempo le dedicamos y qué enfoques elegimos.

Un primer aspecto delicado es cómo damos las noticias de los paros o huelgas. Un error que yo veo frecuentemente en algunos medios es que se anuncia, por ejemplo, “hoy no hay clases en las escuelas públicas”. Así planteada la situación, se le da a entender a los padres y a los niños que las escuelas van a estar lisa y llanamente cerradas. En realidad, lo correcto es que “el gremio de maestros y/o funcionarios convocó a un paro”. Y habrá clases o no en cada escuela, según qué actitud asuman los directores y los maestros. En una escuela determinada puede ocurrir que haya clases de todos los grupos, o puede ser que haya en algunos sí y en otros no, o puede que, eventualmente, la escuela no abra sus puertas. Son realidades puntuales que deberá verificar cada familia en cada lugar.

Otro detalle a pensar por los periodistas es a quiénes se les da micrófono en entrevistas. Las oportunidades deberían ser lo más equilibradas posible, tanto en cantidad de minutos como en agudeza de las preguntas. Esto no siempre es sencillo. Por ejemplo, en este conflicto en particular las autoridades del Ministerio del Educación y Cultura, de la ANEP y del Ministerio de Trabajo han pasado días y días recluidas en el silencio, o atendiendo puntualmente a uno o dos periodistas y no a todos. En esas circunstancias, puede generarse la sensación no deseada de que un cierto programa de radio está “fogoneando”, como dice Julio del Centro, a los sindicalistas más duros en sus posiciones, porque ellos siempre van a estar dispuestos a hablar.

La otra opción, la que propone ese oyente, la de compensar con docentes que discrepan con las huelgas y asisten a clases, también existe, obviamente, aunque no es tampoco una salida simple. Primero, porque son pocos los que aceptan aparecer públicamente, con nombre y apellido, como desobedientes de una resolución gremial; lo más suave que les ocurre a estas personas es que reciben el mote de “carneros”. Y, suponiendo que esos voceros se ofrezcan espontáneamente, de inmediato se plantea la duda a propósito de la representatividad de los argumentos de ese punto de vista que vamos difundir.

En cualquier caso, también es importante no quedarse en el “declaracionismo”. Debe haber espacio para recorrer los institutos de enseñanza, observar qué es lo que ocurre en “el país real” y relatarlo para los oyentes. Esa información será una pieza clave para completar el panorama que le permitirá a la audiencia armarse una composición de lugar y a los padres de alumnos enterarse de qué es lo que está sucediendo, sobre todo más allá de sus zonas más cercanas. De todos modos, este esfuerzo también requiere tomar precauciones. El mensaje de Andrés, que yo citaba al comienzo, nos cuestionaba porque en el informe que realizamos después de visitar varias escuelas dimos al aire algunos datos que, de hecho, permitían identificar a algunos funcionarios o docentes que estaban trabajando pese al paro. Ahí de algún modo estaban chocando dos reclamos, el del oyente Julio y el del oyente Andrés.

Por último, quiero desarrollar algo que mencioné al pasar en el editorial del lunes pasado. En uno de los párrafos de ese comentario yo advertía que llevábamos más de medio mes “durante el cual el país se ha visto alterado de manera importante con huelgas, miles de alumnos sin clases, decenas de reuniones de gobierno (y también de dirigentes sindicales y líderes políticos), asambleas gremiales, marchas, ocupaciones, demasiadas horas destinadas al tema en la radio y la televisión, páginas y más páginas en los diarios y semanarios”. Mencionaba esto último, porque, francamente, a mí me preocupa mucho el hecho de que cada día debamos destinar tantos minutos a este tema.

En un programa que tiene una duración limitada –cuatro horas– cada minuto que destinamos al tema A es tiempo que dejamos de destinarle al tema B o al tema C o al tema D. ¿Qué es lo que me inquieta? Que tanto en nuestro panorama de titulares, como en los bloques dedicados a entrevistas e incluso en las mesas de debate, el conflicto en la educación pública desplaza a otros temas posibles, muchos de ellos, seguramente, importantes. Esos temas que nos vemos obligados a dejar afuera pueden ser buenas noticias, por ejemplo, una avance en la investigación científica o una iniciativa pública o privada que necesita difusión. Pero también pueden ser situaciones dramáticas, sobre las cuales también conviene estar enterados en profundidad; por citar un caso, la crisis migratoria que está afectando tan seriamente a la Unión Europea.

En definitiva, a mí, como director de este programa, me perturba comprobar que, según pasan los días, debido a la obligación de seguir este largo y complejo conflicto en la educación pública uruguaya, aquí En Perspectiva estamos ignorando o –en el mejor de los casos– postergando otros asuntos que ustedes y nosotros deberíamos abordar, si quisiéramos estar bien plantados en un país y, sobre todo, en un mundo que siguen adelante, tan campantes, sin dignarse a esperar cómo nosotros arreglamos este lío.

Pero esta preocupación que planteo como periodista también la tengo como ciudadano a propósito del impacto de esta crisis en la sociedad uruguaya en general. Esta pulseada por el presupuesto en la educación pública no sólo patea para adelante el problema de fondo, que es cómo mejorar la calidad de esa educación, sino que, además, nos atonta y nos distrae a los uruguayos, en una época particularmente dinámica de nuestra civilización, cuando vale más que nunca aquello de que “al camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”.

En Primera Persona
Miércoles 02.09.2015, hora 08.00