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Especial de AFP: Un inmenso mar blanco

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Por María Lorente / AFP

Uyuni (Bolivia) – Hay rutas que te desconectan de todo. Sin cobertura ni conexión a internet; no existes salvo para ti y los que te acompañan.

Hay lugares con paisajes tan extraños que no parecen de este mundo. Así es una parte del periplo que hacemos para seguir a Evo Morales en su viaje de regreso a Bolivia.

Salar de Uyuni, Bolivia (AFP / Rolando Schemidt)

Junto a Ronaldo Schemidt (foto) y Carlos Reyes (video) hemos recorrido distintos puntos de América Latina como parte de nuestro trabajo para la AFP.  Pero son muchos los momentos de este viaje en los que nos quedamos boquiabiertos y con la sensación de estar inmersos en una producción cinematográfica.

Yanina Olivera · Podcast – El regreso de Evo Morales a Bolivia

Poco después de pisar suelo boliviano, Evo Morales emprende una caravana con un centenar de coches que lo lleva desde la ciudad de Villazón, en la frontera con Argentina, hasta Chimoré, en el corazón cocalero del país.

Una mujer aguarda la llegada de Evo Morales en Atocha, Bolivia, el 9 de noviembre de 2020 (AFP / Ronaldo Schemidt)

(AFP / Ronaldo Schemidt)

Recorre más de 1.200 km en tres días. Ninguna de las ciudades por las que atraviesa parece elegida al azar.

Uyuni alberga el salar más grande del mundo y con las mayores reservas de litio del planeta, Orinoca es donde el líder indígena creció y en la que de niño trabajó como pastor de ovejas. La última, Chimoré, es donde tejió su liderazgo político hasta convertirse en el primer presidente indígena de Bolivia. También es la ciudad desde donde abandonó el país tras renunciar al poder hace un año, primero hacia Mexico, luego a Argentina.

Nos adelantamos y llegamos a Uyuni unas cuantas horas antes. La ciudad de 30.000 habitantes, pero visitada por miles de turistas cada año por su proximidad con el salar, espera desde hace días la visita de Morales.

En tiempos de pandemia y sin turistas, parece una ciudad olvidada.

Casi no hay árboles y el lugar está plagado de perros callejeros. Las calles de tierra son polvorientas y bastante más anchas de lo normal. Jenny Mamani, nuestra guía, que vive allí desde que nació, nos cuenta que así se diseñaron para permitir el paso de camiones.

Expresidente boliviano Evo Morales visita su hogar de nacimiento, en Orinoca, el 10 de noviembre de 2020 (AFP / Ronaldo Schemidt)

Minutos después, estamos en la inmensidad del salar de Uyuni.

En el altiplano andino, este salar aparece entre los primeros de la lista de las maravillas de Sudamérica que habría que ver una vez en la vida.

Es la salina más elevada del mundo, a más de 3.600 metros de altura, y también la de mayor extensión, con más de 10.000 km2. Asimismo es la mayor reserva de litio del mundo, con 21 millones de toneladas según los últimos cálculos.

(AFP / Ronaldo Schemidt)

Jenny nos cuenta que el momento mágico ocurre durante la temporada de lluvias, entre diciembre y marzo (verano). El agua genera una fina capa sobre la sal que provoca un efecto espejo: da la sensación que se camina sobre las nubes.

Ahora en primavera, pequeños montículos petrificados de sal y miles de figuras hexagonales se forman en el suelo, fruto de la evaporación del agua. De día el sol es brutal, por la altitud y por su reflejo en la sal; de noche el frío es intenso.

(AFP / Ronaldo Schemidt)

Para Morales este salar tiene un significado especial. Asegura que los grandes yacimientos de litio motivaron el “golpe de estado” en su contra, tras la crisis política y las acusaciones de fraude en las elecciones de 2019.

(AFP / Ronaldo Schemidt)

Rodeado de montañas, entre ellas el volcán Tunupa, el salar tiene en su parte central 120 metros de profundidad, en los que se suceden una decena de capas de sal, de dos a 10 metros de espesor cada una. Entre ellas se acumula agua de lluvia que más tarde se convierte en salmuera. La capa superior es una de las más gruesas por la que vehículos todo terreno pueden circular sin problemas. Este salar ha sido en los últimos años una etapa recurrente del rally Dakar.

Un día después de volver a Bolivia, Morales cita a la prensa para hablar exclusivamente sobre el proyecto que tenía su gobierno para industrializar el litio.

El líder aymara no acepta hablar de ninguna otra cosa que no sea el litio, un metal alcalino para la producción de baterías o coches eléctricos, y asegura que su proyecto se retomará ahora que su exministro de Economía Luis Arce es el nuevo presidente de Bolivia.

“¿De quién son los recursos naturales? ¿De los pueblos bajo la administración de su Estado o de los privados bajo el saqueo de las transnacionales? ", plantea Morales en uno de los hoteles frente al salar.

Expresidente boliviano Evo Morales en Orinoca, el 10 de noviembre de 2020 (AFP / Ronaldo Schemidt)

La industrialización del litio ha sido desde hace muchos años la esperanza para Bolivia, un país en el que casi un 40% de sus 11,5 millones de habitantes son pobres.

Pero la corrupción, errores de planificación y la crisis política han frenado a la industria. Un acuerdo con Alemania, firmado cuando Morales todavía estaba en el gobierno, no ha sido reactivado. Debido a la pandemia de coronavirus, también quedó paralizado un acuerdo con Rusia y otro con una empresa china.

“Nosotros casi estamos seguros: dos o tres países en el futuro definiríamos el precio del litio en el mundo. Es cuestión de soberanía, eso está en nuestras manos”, asegura Morales a los periodistas.

El precio de este “oro blanco”, considerado clave para el futuro de los países industrializados, se ha disparado en los últimos años: entre 2008-2015 se mantenía en un valor cercano a los 4.300 dólares la tonelada, en 2018 alcanzó un pico de 16.500.

Pero a partir de allí los precios cedieron debido a la sobreoferta ante la producción de otros países como Argentina (el segundo con mayores reservas, con 19 millones de toneladas métricas) o Chile (el tercero, con nueve millones), con los que integra “”El Triángulo del Litio”.

Al igual que muchos bolivianos, Benny Hinojosa, una vendedora, dejó de creer en el milagro del litio. “El expresidente dijo que va a hacer de nuevo el plan de industrialización del litio pero en 12 años ellos no han hecho nada”.

Jenny tiene 28 años, pero aparenta menos. Nos dice que también debemos hacer una parada en un cementerio de trenes con decenas de vagones y locomotoras abandonadas en las afueras de Uyuni. Esta una de las atracciones turísticas más visitadas después del salar. Despojos de una época en la que transportaban oro, plata y estaño, entre otros minerales.

(AFP / Ronaldo Schemidt)

Nos cuenta que a fines del siglo XIX, en plena ebullición de la minería, se construyó la primera línea de ferrocarril de Bolivia, que comunicaba Uyuni con Antofagasta. Tras la Guerra del Pacífico, Chile se anexionó el Departamento de Atacama, dejando desde entonces a Bolivia sin salida al mar.

Parece un viaje al pasado. Lo que queda desde entonces es un amasijo de trenes oxidados.

(AFP / Ronaldo Schemidt)

Para muchos en Uyuni, el proyecto del litio, puede quedar así, como esta necrópolis del ferrocarril. Una muerte prematura, con el mismo epitafio que uno de los mensajes que se leen en las viejas maquinas: “Así es la vida”.

 

 

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