Por Helena Corbellini ///
De jeans y championes, un reposado, lúcido y un tanto nostálgico Joan Manuel Serrat presentó la nueva antología poética de Mario Benedetti que él mismo acaba de hacer. La fecha fue el 16, día en que Benedetti hubiera cumplido 100 años; el lugar: la “casa de todos” dijo Joaquín Sabina, el Instituto Cervantes de Madrid, centro del prestigio de nuestro idioma.
Todos los tributos que se rindieron al escritor en Uruguay, son apenas un gramo de peso en este monumento de fama que España le acaba de levantar a Benedetti. Celebremos, uruguayas y uruguayos, y lo digo en serio, celebremos: dos poetas orientales durante dos años consecutivos nos han llevado a la cumbre de las letras, en el 2019 Ida Vitale con el Premio Cervantes, y este año el autor que se lanzó a poeta en 1945 con La víspera indeleble y tras 35 títulos más, culminó en el 2008 –un año antes de morir- con Testigo de uno mismo.
¡Cuán amado fue Benedetti! Parece increíble todo lo que su literatura y su persona han despertado en emoción y ternura, porque es querido desde el pie hasta el alma y se lo siente bueno desde el alma a mí (parafraseo de Corazón coraza).
En vista de tan grandes reconocimientos por artistas brillantes, me avergüenza opinar que Benedetti es un extraordinario fenómeno cultural y no exactamente literario. Creía agotada la lectura de su narrativa, porque pienso que envejeció con él y su Montevideo del medio siglo. Pero olvidé la pasión popular que despierta su poesía, versos que ablandan el corazón más duro y enardecen al más debilitado. Si esto no fuese así, la hazaña de marketing de la Fundación Benedetti junto a Editorial Alfaguara con el motivo de un cumple que no fue, no hubiera sido posible.
Se afirma que es el poeta más leído y el mayor best seller poético en la historia de la lengua española. Otra vez: qué suerte que es uruguayo. Sin embargo, en ninguna parte de España se hizo énfasis en su nacionalidad y leído en este homenaje por 13 poetas y cantantes con zetas, elles y entonación muy maja, la ignorancia de lo que significa la palabra boliche –como mucho otros uruguayismos a los que el autor nunca renunció- carece de importancia.
“Homenaje a Mario Benedetti” fue el título de la celebración y así se repitió en todos los medios hispanos. “Uruguayo, ¿por qué no destacan que es uruguayo?” rabié yo, que me molesta el ninguneo (palabra benedettiana). Gente de Tacuarembó, apúrense con esto, porque si Gardel nació en Toulouse, Benedetti creció en Madriz.
Bueno, en el homenaje fue Joaquín Sabina quien remendó el agujero: ceñido a su sombrero panamá, señaló: “No sé cuánto le dio España y Madrid a Benedetti, a mí al Uruguay y a Montevideo, le debo mucho…” y cerró con una canción sin música dedicada a nuestra ciudad, que es “hombro donde llorar cuando en España/se me viste de luto el corazón”.
Este homenaje, que está en youtube, fue un acto cultural perfecto, nada sobró ni faltó. La bella editora colombiana Pilar Reyes lamentó no haberlo conocido, también la rubia princesa de la poesía Elvira Sastre dijo esto y yo recordé una anécdota que contaba riéndose Tomás de Mattos: “A la salida se le acercaron a Mario varias muchachas a pedirle autógrafos, muy lindas. Él firmó y cuando se alejaron dijo: ‘dios le da pan al que no quiere tener dientes’”. También pensé: "Vivía entre nosotros, allí, modesto y tranquilo en su apartamento de la calle Michelini y 18 de julio sobre Tiendas Montevideo, y bajaba a almorzar al bar San Rafael". Con el sí fácil había aceptado de inmediato la invitación que le hicimos para abrir el ciclo La ciudad y los libros en el teatro del Cerro, fue un éxito total. En el coche municipal, cada poco, gatillaba el inhalador con que frenaba el asma. La segunda vez asistió a las Tertulias lunáticas del Cabildo: me hizo sonreír el placentero gozo de su mirada ante la performance de Lalo Barrubia vestida de cuero rojo.
Académicos y poetas de lengua perfumada, apáñense con lo declarado por el director del Cervantes, Luis García Montero: “Benedetti ha hecho lo que mucha gente desde las cátedras, sería incapaz de hacer” ya que “en vez de marginar la poesía a los mundos raros”, él tiene “el valor de pertenecer a una comunidad de 500 millones” de hablantes. Las lecturas de Juan Cruz, Benjamín Prado, Vanesa Martín, Ismael Serrano, Chus Visor, Rozalén y Marwan, sostuvieron en andas la emoción, y al fin, la voz quebrada y los ojos húmedos de Serrat, culminaron este homenaje al poeta, “intemporal como el Quijote”, que “supo ir al meollo de las cosas”, “entendió la canción como un arma” y hoy es “el poeta que la juventud siente más cercano”.
Helena Corbellini para el espacio Voces en la cuarentena de En Perspectiva.
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Helena Corbellini (1959) es una escritora y profesora uruguaya. Entre sus novelas figuran La vida brava. Los amores de Horacio Quiroga (2007) y El sublevado. Garibaldi, corsario del Río de La Plata.
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Foto: Javier Calvelo/ adhocFOTOS