Por Emiliano Cotelo ///
Desde el fin de semana pasado, Adriana Marrero, integrante habitual de La Tertulia, viene publicando en sus cuentas de Twitter y Facebook una larga serie de críticas a En Perspectiva y a mí como director de este programa.
Los mensajes se deben a que no la convocamos para La Mesa de este lunes ni para la del próximo lunes, un cambio que resolvimos, junto con otros cambios en otras mesas, para estas dos semanas previas al balotaje.
En sus posteos no se limita a opinar, sino que además cita, de manera distorsionada, una conversación telefónica que mantuvimos el sábado pasado: me atribuye expresiones que no manejé y, por si eso fuera poco, agrega que de mi parte hubo gritos y hasta violencia. Sus dichos han generado otras opiniones y cuestionamientos de terceras personas. Y todo ese ruido, a su vez, ha provocado la inquietud de varios oyentes que quieren saber qué ocurrió.
Se trata de un episodio muy, muy triste.
Pero tiene un único ángulo positivo. Me permite explicar (como hemos hecho tantas veces) cómo trabajamos en este programa.
Nuestro periodismo y La Tertulia
El equipo de En Perspectiva está comprometido con el periodismo como un servicio público, profesional e independiente.
En los contenidos que producimos procuramos la máxima pluralidad posible entre las distintas opiniones políticas, filosóficas, religiosas.
En ese contexto, un espacio especialmente delicado y complejo es La Tertulia. Por eso, desde que introdujimos ese formato, en 2001, estamos permanentemente evaluando y ajustando Las Mesas, sus integraciones y sus dinámicas.
En un año electoral, ese monitoreo requiere cuidados particulares, sobre todo en las mesas de los lunes, miércoles y jueves, donde se da con más intensidad el debate en clave político-partidaria.
En la medida que aspiramos a que estas discusiones sean un reflejo aproximado de lo que ocurre en la sociedad uruguaya, ¿hay que repartir las cuatro butacas de manera proporcional a la distribución del voto de la población? Es una pregunta desafiante. De hecho, durante buena parte de sus 18 años, y en sintonía con los resultados electorales, las tertulias funcionaron, en general, con un 50% de comentaristas frenteamplistas y 50% de colorados, blancos o del Partido Independiente. Pero con el paso del tiempo esa integración fue mostrando variantes desde el punto de vista cualitativo, ya que algunos tertulianos de izquierda evolucionaron hacia posiciones críticas con su fuerza política, e incluso algunos de ellos abandonaron el Frente Amplio (mientras no sucedía lo mismo con tertulianos de la oposición).
Ocurrió, de hecho, que las polémicas perdieron equilibrio, pero de algún modo ese giro reflejaba una transformación que estaba dándose dentro de la población de izquierda (con los desencantados, por ejemplo) y que ahora, en la elección de octubre, tomó cuerpo claramente cuando el FA cayó hasta quedar en 40%.
¿Debemos de ahora en adelante regirnos por los nuevos pesos relativos de los partidos para la conformación de las mesas de lunes, miércoles y jueves? La respuesta breve es “sí”. Aunque no va a ser sencillo (porque las mesas tienen cuatro lugares) deberemos ajustar al 40% la presencia de tertulianos de izquierda. Y no sólo eso. También tendremos que encarar otras correcciones. Por ejemplo ya hemos resuelto la incorporación de otros pensamientos, como el de Cabildo Abierto, en la medida que ese partido cuenta con el apoyo del 10% de la ciudadanía.
Estamos trabajando en esas variantes para ir implementándolas en el futuro cercano.
Estas dos semanas
Pero en el corto plazo tenemos por delante la segunda vuelta electoral, donde se enfrentan dos opciones. Y a priori no sabemos cómo se va a distribuir el domingo 24 el voto de la población. Entonces, del mismo modo que en el debate televisivo de esta noche entre Lacalle Pou y Martínez ambos van a tener a su disposición tiempos exactamente iguales, nos pareció que en las mesas de estos días, hasta el jueves 21, las discusiones deberían darse de manera pareja entre tertulianos pro Martínez y pro Lacalle Pou.
Por ese motivo decidimos, sólo para estas dos semanas, una serie de cambios. Uno de ellos era la salida temporal, sólo por dos lunes, de Adriana Marrero, que ocupaba en esa mesa uno de los dos lugares de izquierda pero discrepaba de manera recurrente con Martínez y su equipo; en su lugar ingresaría otra voz, frenteamplista pero partidaria de Martínez.
Eso era todo.
Muchas veces, por distintos motivos, introducimos variantes en las mesas y les pedimos a algunos tertulianos que dejen de venir una semana o dos o tres. Sin embargo, cuando Adriana recibió el viernes de tarde el aviso de Rodrigo Abelenda, productor de las tertulias, lo tomó a mal y cortó el teléfono. Enseguida me mandó a mí un WhatsApp con dos preguntas que denotaban su malestar. Enterado de su reacción, yo la llamé el sábado al mediodía para explicarle más en profundidad las razones y el alcance acotado que tendría su ausencia; mis argumentos tampoco la dejaron conforme.
Ese mismo sábado, a las once de la noche, Adriana comenzó a publicar en sus cuentas en redes sociales varias notas: en ellas comunicó que no estaría en las mesas, dio a entender que su exclusión sería definitiva y cuestionó la medida que tomamos, ignorando o tergiversando las razones que, con la mayor transparencia y honestidad, le manifesté por teléfono, y que son las mismas que acabo de resumir recién acá.
La catarsis
En su primera nota en Twitter advirtió que le quitábamos la posibilidad de responder a “los agraviantes insultos” que le habría proferido Felipe Schipani, otro integrante de las tertulias, ahora diputado electo por Ciudadanos, del Partido Colorado, a quien ella cuestionó el lunes 28 de octubre, lo que dio lugar a una respuesta de Felipe en la mesa del miércoles pasado, 6 de noviembre. Luego, ante preguntas de otros twitteros, se acercó a la razón real de su ausencia pero la planteó en estos términos: “Tienen miedo de mi influencia de cara al balotaje […] Si soy foca tengo que aplaudir. No hay lugar para la izquierda crítica. Los operadores del FA mensajean, y son oídos”. El lunes, cuando yo entrevisté a Graciela Villar después de cuatro meses de gestiones infructuosas, Adriana imaginó en un tweet la explicación que Villar debería haber dado cuando le preguntaran por qué aceptó el reportaje en ese momento: “Es que finalmente nos hicieron caso con que sacara a Adriana Marrero de la tertulia, que nos tiene harta”.
También, y más de una vez, Adriana sugirió que estaría sufriendo aquí En Perspectiva el tipo de persecución que denunció haber experimentado en la Universidad de la República y por la cual presentó renuncia a sus cargos académicos el mes pasado: “Me echan de nuevo” pero “ya no me callo nada”, “no soy más cómplice de ningún Torquemada”, “me juzgan sumariamente, me condenan y me destierran”. Y en esa misma línea agregó: “El FA, CENSURA. Arocena, Markarian, Arim y Cotelo, obedecen”.
Por supuesto que esos posteos de Adriana en Twitter y en Facebook dieron pie a numerosos comentarios de personas y seudónimos que aceptaron automáticamente su versión de los hechos y lanzaron al instante sus sentencias: desde quienes me acusaron a mí de “connivencia con los muertos de Talvi” hasta los que sostuvieron que estaríamos sumándonos a las radios “compañeras”, influenciados por “la pauta oficial”.
34 años
En fin. Esa es apenas una muestra de decenas de mensajes cargados de falsedades, agravios y agresiones que se han ido acumulando durante más de tres días.
Yo quiero creer que la sobre-reacción de Adriana se debe al estado emocional en el que se encuentra por los problemas que tuvo en los últimos meses en la UdelaR. Pero no puedo dejar pasar ni aceptar esa catarsis colectiva que enchastra y pone bajo sospecha un trabajo que el equipo de producción y quien les habla desarrollamos con mucho esfuerzo y responsabilidad.
En Perspectiva y yo como director de este programa llevamos 34 años de trayectoria ininterrumpida. En ese lapso hemos cubierto todas las elecciones nacionales, las elecciones departamentales y las consultas populares que han tenido lugar desde el retorno a la democracia.
En cada una de esas instancias nos hemos propuesto la mayor imparcialidad posible entre las opciones en pugna.
Podemos cometer errores, y de hecho hemos cometido unos cuantos. Pero jamás operamos a favor o en contra de un candidato.
Desde junio de 1985 nosotros nos jugamos nuestra credibilidad cada mañana, dando la cara y la voz frente a la audiencia.
¿Por qué dilapidaríamos esta vez ese patrimonio que nos costó tanto construir?
***
En Primera Persona de En Perspectiva, viernes 24.10.2019
***