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EN PERSPECTIVA
Miércoles 30.10.2019
EMILIANO COTELO (EC) —La movilización de la militancia en los días previos a la elección del pasado domingo generó mucha ilusión en el Frente Amplio (FA). En la dirigencia se esperaba una votación superior a la que indicaban las encuestas. Sin embargo, cuando aparecieron las primeras proyecciones de escrutinio el optimismo empezó a desinflarse. Finalmente, el FA fue la fuerza más votada, pero con 39,17 %, lo que lo dejó en posición difícil rumbo a la segunda vuelta con el Partido Nacional (PN).
Ahora se abre una nueva etapa en la campaña, en la que el oficialismo buscará captar a los votantes de la oposición que no se sientan atados a los lineamientos de sus líderes, quienes muy rápido, en la noche misma de la elección, dieron su apoyo expreso a Luis Lacalle Pou.
Ayer el comando de campaña de Daniel Martínez recibió a representantes de sectores del FA para analizar cómo queda el tablero político y sobre todo para recibir aportes sobre cómo encarar el desafío del balotaje.
Quizás la novedad más destacada fue que el comando sumó al intendente de Canelones, Yamandú Orsi, del Movimiento de Participación Popular (MPP), que será coordinador y vocero de esta parte de la campaña.
¿Cómo hay que leer estos cambios? ¿Qué lectura se hace de los números del domingo? ¿Qué se puede esperar del FA de ahora hasta el 24 de noviembre?
Lo conversamos con el expresidente José Mujica.
¿Lo encontramos en su casa esta mañana?
JOSÉ MUJICA (JM) —Sí, efectivamente.
EC —¿Pronto para moverse?
JM —Más o menos. No me muevo mucho porque estoy medio paralizado de las piernas. Pero algo hago.
EC —¿Qué le pasó con las piernas?
JM —Un golpe que me pegué en una canilla. Cosas del momento, pero duran.
EC —¿Fue ayer? Lleva unos días ya con eso.
JM —Hace como cinco días.
EC —Vayamos a los números. ¿Usted esperaba una votación más alta para el FA el domingo?
JM —Sí, esperaba tres, cuatro puntos más.
EC —Lo había ganado ese optimismo que se dio, sobre todo a partir de las movilizaciones en Montevideo.
JM —No, no tanto, pero esperaba tres o cuatro puntos más. Pero la realidad es la realidad.
EC —El FA perdió en cinco años unos 170.000 votos. ¿Qué es lo que hay detrás?
JM —Probablemente eso que se llama el desgaste de gobernar. Las demandas de la sociedad siempre tienden a crecer mucho más rápido que las posibilidades de la realidad. Es casi una ley.
EC —¿Esa es la explicación principal?
JM —Sí, creo que sí. Seguramente después hay cosas secundarias, pero me parece que es casi lo principal. Las sociedades modernas, en el Uruguay y en todas partes, están sometidas a una cultura de fuerte presión consumista, el marketing es parte de nuestra cultura, tendemos subjetivamente a confundir ser con tener y se multiplica la necesidad imperiosa de mayor poder adquisitivo, de comprar más cosas, etcétera. Naturalmente, estas cosas están muy estudiadas, pero con el estudio no se resuelve el asunto y generan presión. Porque ¿cómo explicar que de la República francesa surja una figura como Macron, que nadie conocía, prácticamente desaparezcan partidos que tienen una historia tradicional y a los pocos meses estén pidiendo que se vaya? O las decisiones que se tomaron en Inglaterra. Así que esto es un problema de la época también.
EC —Por otro lado, dirigentes, incluso ministros del gobierno, el lunes comentaron que los problemas de seguridad pública estaban también detrás de los números, que habían contribuido de manera importante a esa sensación de disconformidad de una parte de la población.
JM —Sí, seguramente. Todo eso está jugando.
EC —¿Qué nota toma del 47 % que tuvo la reforma Vivir sin Miedo impulsada por Larrañaga?
JM —Es un dato de la realidad que hay que tener en cuenta. Creo que expresa objetivamente una preocupación de la gente. Que no esté de acuerdo con el camino no quiere decir que esto no signifique una fortísima señal.
EC —Usted no está de acuerdo con el camino marcado en la reforma, pero ahí hay un mensaje.
JM —Sí, claro, un mensaje contundente.
EC —Y parecería que el FA no logró sintonizar con esa inquietud. Hizo propuestas, marcó de algún modo un giro, un rumbo, algo diferente con respecto a las políticas que se estaban siguiendo en esta materia, pero no fue leído como algo satisfactorio.
JM —Hay una parte de opinión dentro del FA, que tiene una parte de razón, que dice que el problema represión no arregla lo sustantivo. Pero llevado al extremo, esta parte que tiene una parte de verdad también tiene un grado de inocencia, porque ciertas cosas desatadas desgraciadamente necesitan eficacia represiva. Yo sé que la solución de fondo no está ahí, de ninguna manera, pero circunstancialmente allí hay un terreno donde no se puede ceder. Esa es una exigencia de la gente.
EC —Usted vio en la campaña de Lacalle Pou esa pieza titulada “15 años”, esa que se emitió por televisión con fotos en blanco y negro, con el vals de Strauss de fondo, que ponía el acento en hechos, respondiéndole a Martínez con su consigna “Hechos y no palabras”. Y qué hechos: fracasos o proyectos que no habían prosperado y que habían terminado mal de los gobiernos frenteamplistas. Varios de ellos venían de su período, de su presidencia.
JM —Sí, sí, podían haber puesto otros, pero los eligió.
EC —Estaban por ejemplo el puerto de aguas profundas, que no prosperó; la caída de Pluna SA; la iniciativa de Alas Uruguay, que tampoco funcionó;
Aratirí. ¿Usted, como responsable de ese período, entiende que este tipo de señalamientos también pesaron en este resultado?
JM —Sí, es posible que hayan pesado, creo que todo pesa. Y desde luego, pesa como para olvidar otras cosas a favor: que se invirtieron 7.000 millones en la cuestión eléctrica, que UTE sobrepasó de su propio bolsillo más de 3.000 millones porque hacía muchos años que no se ponía un peso en eso; lo que hizo Antel, que hace posible ahora que grandes empresas vengan a Uruguay. Sí, sí, si uno se dedica a criticar a los gobiernos…; yo podía haber sacado un spot de todas las industrias que se cerraron en el último gobierno del PN, desde Martínez Reina, FUNSA para adelante, 90.000 obreros industriales, me podía haber acordado de los bancos, etcétera, pero no creo que el país prospere con esto, sinceramente. Si no pensamos un poquito más hacia delante lo que tenemos que hacer… He visto todos los programas, y todos dicen que van a mejorar esto, lo otro, pero en el fondo todo eso que quieren hacer significa gastar más. Y para gastar más hay que discutir cómo se van a generar más medios. Y eso, que me parece central, no ocupó el tiempo de la campaña electoral.
EC —Ahí ya deja una pista sobre cómo entiende que el FA debe encarar esta que se viene. Pero miremos hacia otro lado del escenario y de los resultados del domingo: ¿cómo explica ese 11 % con el que debuta Cabildo Abierto (CA)?
JM —En el seno de los partidos tradicionales siempre existió una cuota de riverismo, una cuota más de derecha que el tono general mayoritario de los partidos. Ahí hubo una corrida importante de los partidos tradicionales, probablemente también algún despistado del FA, y naturalmente el arrastre de la corporación militar, sobre todo de las organizaciones de retirados, por el carácter organizado que tienen y por los lugares donde votaron mejor. Ahí hay toda una confluencia de factores. Pero es también un dato de la realidad, es parte del Uruguay y como tal hay que aceptarlo.
EC —En el FA varios dirigentes utilizan a CA para desacreditar a la coalición de gobierno que procura ofrecer Lacalle Pou. Señalan que un partido militar y de ultraderecha va a imponerle a Lacalle medidas que implicarán retrocesos, por ejemplo, en libertades y en derechos. Además, como Talvi marcó diferencias con Manini –dicen en el FA–, queda claro que no van a ser sencillos los acuerdos dentro de esa coalición alternativa. ¿Usted maneja esos argumentos en sus discursos? ¿Usa a CA como un foco de preocupación?
JM —Quiero ver los pingos en la cancha, después hablamos. Porque si es un dato de la realidad, existe; si existe y asumo con presunción no es prudente. Veamos la realidad. No tengo duda, por los nombres que se han nucleado, de que hay alguna gente de extrema derecha, pero el rumbo lo quiero ver en la práctica.
EC —Es claro dentro del espectro del FA que su sector político, el MPP, es el que menos ataca a CA. ¿Está bien esa conclusión?
JM —Buscamos ser prudentes, porque con declaraciones no voy a arreglar la realidad y sí puedo contribuir a agravarla.
EC —Pienso en el antecedente: Manini fue nombrado comandante en jefe cuando era ministro de Defensa Eleuterio Fernández Huidobro, todo eso que conversamos ya alguna vez.
JM —Yo lo conozco, he hablado y discutido de historia bastante con Manini, tengo claridad de cuál es su pensamiento, no tengo ninguna duda. Pero una cosa es el pensamiento de Manini y otra cosa es esta formación política. Yo no sé si Manini va a responder a lo que piensa o va a ceder al entorno que lo rodea. Todo eso se está por ver. Por eso prefiero la prudencia.
EC —Por ejemplo, en el FA hay quienes dudan de la convicción democrática de Manini. ¿Usted sobre Manini en ese aspecto qué piensa?
JM —Yo no pienso que sea tan estúpido. Es un hombre que tiene su inteligencia.
EC —¿Y eso qué tiene que ver con la pregunta que yo le hacía?
JM —Tiene que ver, tiene que mucho que ver, porque por cómo se ubica políticamente no creo que cometa ese error. Creo que hay prevención, porque naturalmente está la influencia de la cultura, de lo que pasa en la región, de las reminiscencias que dejó el proceso de la dictadura, Bolsonaro en frente, en el costado. Pero la vida es mucho más rica, hay que sutilizar un poco la cabeza. Si yo miro el escenario de Brasil hoy –mire lo que le tengo que decir–, es mucho más progresista el vicepresidente que el presidente. Y el vicepresidente de Brasil da la casualidad de que es general. Entonces la vida es mucho más complicada. Yo no quiero los análisis fotográficos que se sacan rápido.