Editorial

Uruguay: Periodistas, medios y la mentira

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Por Emiliano Cotelo ///

Hoy quiero charlar con ustedes sobre las mentiras que circulan en las redes sociales.

Pero primero voy a dar un rodeo que, quizás, allane el terreno.

Ustedes saben: Estas columnas de opinión engendran otras opiniones.

Hace 15 días, en un editorial en este mismo espacio, dije que soy cada vez más renuente ante las posiciones radicales y que creo que ese tipo de planteos no resuelven sino que, a la corta o a la larga, agravan los problemas que supuestamente van a solucionar “ya mismo”. Para graficar mi actitud, y recurriendo a una cita conocida del Apocalipsis, identifiqué los prejuicios ideológicos e intolerancias de derecha e izquierda como temperaturas extremas, frío y caliente, y me califiqué a mí mismo de “tibio”.

Ese término dio lugar a una discusión muy interesante en la web de Radiomundo, al pie de mi nota. Y entre los comentarios hubo algunos de sorpresa o hasta perplejidad.

Por supuesto, eso de “tibio” no significa que los problemas e inequidades sociales me importan menos que a nadie ni más que a cualquiera.

Un amigo, Gustavo, salió en mi auxilio y escribió: “la expresión alude a quienes piensan con cabeza propia (…), quienes buscan con honestidad intelectual antes que con lealtad a líderes”. Era por ahí, sí.

Me preocupa lo que pasa en los debates, donde prolifera la descalificación de los demás y sus visiones. Eso no solamente ensucia la discusión, también va resquebrajando la convivencia democrática.

En cambio, reivindico las polémicas con cortesía y coraje sobre temas concretos y propuestas específicas, apoyadas en hechos y datos; ese tipo de intercambio nos enriquece a todos, nos mejora a todos.

Y, claro, “tibio” tampoco implica que todas las posiciones me resulten respetables; a algunas las considero francamente deleznables, igual que muchos de ustedes. Eso sí: quién dice algo deleznable goza de, de todos modos, de garantías individuales, hasta cuando transgrede la ley.

Otro peligro

Aclarado eso, y desde mi “tibieza radical”, es que quiero alertar ahora sobre otro peligro que anda ahí, latente: la mentira.

Estamos a siete meses de las elecciones internas y falta menos de un año para las elecciones nacionales. Por eso hago ya mismo este llamado de atención: la mentira está envenenando demasiadas mentes brillantes y también, ni que hablar, muchísimas mentes promedio.

Variantes

Esa mentira de la que hablo se manifiesta de varias maneras.

Por ejemplo, aparece en discursos engañosos y en falsedades: quienes prometen bueno, bonito y barato simplifican groseramente.  Mediante afirmaciones llamativas nos “explican” cuestiones complejas como si fueran muy sencillas.

Pero además arrecian las noticias falsas, que corren rápido por las redes sociales. Son las “fake news”, como se les dice en inglés: “informaciones basura” que buscan enchastrar al contrario o, simplemente, crear confusión en el fragor del debate electoral. Pueden ser mentiras toscas o sutiles pero tienen apariencia periodística, llegan a las pantallas de teléfonos móviles y computadoras, y muchos usuarios, de buena o mala fe, las reenvían.

Este fenómeno, que viene creciendo en los últimos años, salta de país en país, según van sucediéndose las campañas electorales.

Acá ya llegó, y por lo visto está empezando a intoxicar a la gente.

Cómo nos altera

Lo noto en algunos mensajes de oyentes de En Perspectiva.

Están, por un lado, aquellas personas responsables que, habiendo recibido una denuncia que les resulta sospechosa, se frenan, no la reenvían pero nos la pasan a nosotros, que -“como somos periodistas”, nos dicen- deberíamos investigarlas y laudar sobre su veracidad.

Y, por otro, están los oyentes que, ya muy nerviosos a partir de las fake news, se dedican a escrutar con lupa las afirmaciones de entrevistados o tertulianos y a denunciar en ellas presuntas faltas a la verdad. Ese tipo de mensajes aparece cada vez más. Y esos oyentes “vigilantes” no se quedan allí. A continuación van contra los periodistas (yo en particular) porque “dejamos pasar” tal o cual falsedad, “eludimos el tema” o “no corregimos” a Fulano o Mengano.

¿Qué percibo? Que la onda expansiva de las noticias falsas está fogoneando una presión un tanto excesiva sobre los medios y los periodistas: en algunos casos, presión es bienintencionada, para que ayudemos a desentrañar maniobras; pero en otras la presión se “pasa de rosca” cuando se nos coloca en el banquillo de los acusados, como responsables, por acción u omisión, de la confusión de la población.

De todos modos, es un hecho que los periodistas tenemos un papel importante a jugar en esta materia.

La nube/la grieta

Toda esta nube (discursos engañosos, campañas de noticias falsas y nueva actitud de la gente, alterada por esas manipulaciones) se parece mucho a otras que han sacudido a otras partes del mundo, haciendo mucho daño a la democracia. Por eso debe llamar a la responsabilidad a los actores político-partidarios, los periodistas, los publicistas y, en un plano más amplio, los dirigentes sindicales y gremiales, y los docentes y autoridades de la enseñanza.

Pero, en particular, los periodistas que nos tomamos en serio nuestro trabajo debemos pensar qué papel vamos a jugar en este escenario nuevo e inquietante.

En otros países varios medios de comunicación han creado sus departamentos de “fact-checking”, verificación de hechos, algo que hasta ahora no existía y que, por supuesto, implica costos adicionales, no siempre fáciles de enfrentar. Otro camino que se ha visto es el armado de una “coalición de medios” que, en conjunto con universidades, crea y financia una agencia de verificación de noticias falsas que actúa por un período acotado, por ejemplo, la duración de una campaña.

Cualquiera de los dos modelos implica, en el caso de Uruguay, un reto significativo, teniendo en cuenta las dificultades económicas por las que pasan buena parte de la prensa, la radio y la televisión.

De todos modos, cuesta hacerse los distraídos cuando lo que está en juego son valores tan delicados, empezando por la convivencia pacífica y civilizada. Estoy seguro de que no solo yo, varios colegas vamos a estar ocupados en estas reflexiones y, sobre todo, en la necesidad imperiosa de reaccionar.

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Emitido en el espacio En Primera Persona de En Perspectiva, viernes 16.11.2018