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Mano a mano: Los archivos de Eduardo Rivero (v)

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En un nueva entrega de la serie Mano a mano -que rescata fragmentos de viejas entrevistas con figuras de la música que Eduardo Rivero guarda en su archivo personal-, hoy presentamos conversaciones con Eduardo “Pitufo” Lombardo y Rubén Olivera.

Por Eduardo Rivero ///

Pitufo Lombardo

Eduardo “Pitufo” Lombardo es la encarnación misma de la clásica frase de la música uruguaya: “candombe murga y rock and roll”. En un pequeño y ruidoso barcito de la Plaza Cagancha, el 25 de noviembre de 2016 se produjo esta entrevista destinada a ser publicada en el semanario Brecha con este polifacético músico que trabajó, entre muchos otros, con Jaime Roos, Jorge “Choncho” Lazaroff, Mauricio Ubal, Jorge Galemire, Rubén Olivera, Jorge Drexler y Fernando Cabrera, además de artistas extranjeros como Joan Manuel Serrat, Mercedes Sosa, Lenine, León Gieco o Liliana Herrera.

Te recuerdo en Falta y Resto allá por 1984.
Ese fue mi primer año en Falta y Resto. ¡Nada menos que en Falta y Resto! Era muy pibe, pero igual creo que sabía valorar muy bien el paso que daba y la oportunidad que significaba pasar a formar parte de esa tremenda murga. La Falta venía de su enorme éxito con Murga la… y en el carnaval en el que yo entré hicieron El éxodo.

Quien le iba a decir a aquel pibe de 17 años que tocaba los platillos, que llegaría a dirigir murgas de primera línea.
Si, es cierto. Entonces era impensable. Pero dirigí a Falta y Resto en los carnavales 1988 y 1989, y también a los Asaltantes con Patente, la Gran Muñeca, la Contrafarsa, La Matinée… no me puedo quejar.

Voy a referirme a una experiencia que yo nunca tuve y que te la envidio sanamente. ¿Qué se siente estando en medio o al frente de un coro de murga, en plena actuación en un escenario popular?
Es una sensación tremenda. Es muy bonito, porque el resultado sonoro de un coro lo escucha el director que está ahí adelante, al ladito de las voces. Cuando estás cantando en la cuerda escuchás una parte del resultado vocal, pero sin embargo estás muy concentrado en tus líneas de texto y eso. Pero te diría que estar ahí es una sensación indescriptible al enfrentar a ese fenómeno sonoro, ese bloque de emisión polifónica. Diría que es “muy interesante” pero trasciendo a lo meramente interesante: te eriza la piel. Y no nos olvidemos que una parte fundamental del impacto es la batería, por supuesto.

Volviendo atrás, ¿cómo recordás tu participación en Los que iban cantando? Te lo pregunta porque es algo de por sí muy importante y porque tu segundo disco está dedicado al Choncho Lazaroff.
El Choncho ha sido auténticamente una luz en el camino. En el de mucha gente y también en el mío. Cuando lo conocí yo era muy gurí. Trabajé con él en Los que iban cantando pero también junto a él, Pinocho Routin y el Flaco Castro en Falta y Resto. El Choncho hizo la música del Cuple de la gente. Fue una época hermosa. Llegué allí siendo pibe y con una lógica inmadurez musical, haciendo mis primeras armas como instrumentista, pero tuve la suerte enorme de compartir con Los que iban un ratito de su historia. Por supuesto que yo conocía a Los que iban cantando desde gurí, pero jamás pensé que un día iba a integrar ese grupo.

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Rubén Olivera

Con la clásica oficina del sello Ayuí en un apartamento –frente por frente a la Intendencia de Montevideo– en proceso de mudanza a otro sitio, en una caótica habitación llena de cajas de discos y libros, se produjo esta charla para el semanario Brecha con una gran músico, un gran tipo y un gran amigo. Un talento múltiple: cantante, autor, docente, periodista, comunicador radial y agitador cultural permanente.

¿Seguís con tus clases formando pibes que quieren transitar la “canción de autor”?
Si, por supuesto. Una tarea que adoro.

Sería más que interesante que dieras una forma de contacto por si algún joven autor quiere contactarse contigo.
Es un gusto. Aquí va: [email protected]. Tengo, por ejemplo, un taller de composición y análisis de canciones, que vengo llevando adelante desde hace ya tres años con seis muchachos. Es un taller plenamente práctico: componer, componer y componer sobre consignas previas dadas. Es una vez por semana, desde abril a noviembre.

A causa de mi libro, fui invitado a Paraguay. Estuve una semana interviniendo en el Primer Simposio de Música Paraguaya. Toda una experiencia. Me encantan las clases de concepto y no tanto técnicas. Me encanta lograr que los muchachos no sean todos “olimareñitos” o “vigliettitos”. La cuestión es cómo cambiarles el “chip”, como invitarlos a aventurarse en una identidad propia. Además, claro, es un medio de vida.

¿Cómo ves el momento actual de la “canción de autor” en el Uruguay?
Permanentemente te estoy escuchando cosas donde hay puntas interesantes. Muchas cosas. Lo que puede estar ocurriendo es que lo más conocido no es lo más vanguardista. Uno, por edad, lógicamente está más acostumbrado a gente como Lazaroff o Leo Masliah que experimentaba mucho más de lo que se experimenta hoy. De todas formas conozco mucha gente joven que tiene propuestas muy interesantes que me gustaría que salieran más a la luz, que fueran más masivas.

Desde hace mucho integrás el equipo de ediciones Ayuí-Tacuabé, lo que implica que conocés la industrial del disco. ¿Como ves este momento del disco uruguayo?
Hay un gran desnorteo. Nadie sabe bien hacia donde va la cosa, con todo esto de lo digital, las descargas de música de la red y demás. Es innegable. que el disco, como formato físico, viene en descenso. Los autos, por ejemplo, ya no traen pasa CD. Y uno se pregunta ¿hasta cuándo van a existir disquerías en el Uruguay? ¿Hasta cuándo los pibes van a seguir interesándose en un disco palpable, real, más allá de escuchar una canción que le interesa y punto?

Hace poco lo charlaba con Mauricio Ubal este tema, y me decía que parece haber desaparecido aquello de poner un disco y escucharlo entero.
A eso voy. Pero por suerte todavía muchos músicos piensan en “la obra”. Siguen diciendo “voy a hacer un disco”. Estamos coexistiendo con lo digital. Y hay algo más: los muchachos tienen ahora el estudio de grabación en su casa, computadora mediante, y todos se han convertido en técnicos de sonido casi…

Exactamente. Aaparecen estudios y estudios con nombres ingeniosos y graciosísimos, porque sencillamente se trata de la propia casa del músico.
Es genial, porque hablás con muchachos que te dicen “yo saqué cinco discos”, lo que es rigurosamente cierto, por más que los hayan hecho en su casa en forma artesanal. Eso genera una cierta falta de “cable a tierra” en relación al mundo circundante, porque tienen un montón de discos, pero la sociedad a la que pertenecen no los ha escuchado. Pero tampoco es tan malo eso, ya que a los muchachos les da una gran fuerza para hacer cosas, componer, ensayar, grabar…

¿Cómo ves al periodismo musical uruguayo?
Las épocas cambian, no hay duda. En época de la dictadura, era normal que hubiesen críticas de los recitales, una modalidad que hoy está en extinción. Los críticos iban a todos los espectáculos y comentaban lo que veían. Ahora se habla casi únicamente sobre los discos. También hay que decir que el número de recitales se ha reducido bastante y más a la luz de la crisis que atravesamos. Veo que muchos jóvenes que llegan a críticos de los medios escritos carecen de una formación en profundidad. Me han llegado a decir “los discos de Osiris Rodríguez Castillo no me los des porque no tengo a nadie que conozca de esto”. También tenemos dificultades en lo que podríamos llamar el mundo de nuestros “oldies” propios. De los cinco discos de Osiris hay solo dos editados, de entre los diez o quince discos que sacó Amalia de la Vega hay solamente dos en el mercado…

Hay discos esenciales de Jorge Galemire como Segundos afuera y Ferrocarriles que no se consiguen desde hace décadas…
Exacto. El nuestro es un mercado chico y que además se ha quedado sin pasado. Pateás una piedra y siempre aparece alguien que dice que Todos detrás de Momo de Los Olimareños es una obra maestra, pero está desde hace años inconseguible. Nunca se editó en CD, aunque resulte increíble…

¿Como se hace una buena canción?
Idea Vilariño decía que más que en la corrección del poema, confiaba en la correción del poeta. En el taller que doy, precisamente, me gusta “componer al creador”, antes que a la canción. Creo que hay que empezar por allí.

Ver también…
Mano a mano: Los archivos de Eduardo Rivero, ediciones anteriores

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Urquiza esq. Abbey Road es el blog musical de Eduardo Rivero en EnPerspectiva.net. Actualiza los miércoles.