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El presidente Xi Jinping afirmó que "China ha ingresado en una nueva era"

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“China ha ingresado en una nueva era”. Así lo afirmaba ayer su presidente, Xi Jinping, en la ceremonia de inauguración del 19vo Congreso del Partido Comunista chino.

Emiliano Cotelo (EC): Estos congresos, que tienen lugar cada cinco años, son hitos sumamente relevantes. En materia económica, en particular, son el ámbito en el que se anuncian los objetivos y los principales lineamientos estratégicos para los siguientes cinco años. ¿Qué señales se pueden extraer del discurso inaugural de ayer? ¿Habrá modificaciones en la conducción económica de China en este segundo mandato de Xi Jinping? ¿Cómo está planteado el panorama de crecimiento para los próximos años? Les proponemos charlarlo con la economista Tamara Schandy, de la consultora Deloitte.

Romina Andrioli (RA): Tamara, la prensa internacional que cubrió la inauguración del congreso del partido comunista ayer en su mayoría subrayó las declaraciones del presidente sobre “una nueva era” en China. ¿Qué significa eso, concretamente?

Tamara Schandy (TS): Empiezo con una precisión importante, que es que los temas económicos son solo uno de los muchos ingredientes que tuvo el discurso inaugural de ayer. Muchas de las señales más esperadas por el resto del mundo, de hecho, pasaban por el lado de lo político, del recambio de la dirigencia, por ver si se develaba alguna pista sobre si el presidente pretenderá quedarse más allá de dos períodos de gobierno… No nos vamos a ocupar de eso ahora, aunque obviamente son temas que pueden terminar impactando en el desempeño económico.

En materia de economía, en particular, esa referencia a una “nueva era” va más que nada por el posicionamiento de China en el mundo. Xi destacó que durante su primer período de gobierno el crecimiento del PIB contribuyó aproximadamente con un tercio del crecimiento de la economía mundial… y presentó también algunos números que ilustran de forma bastante impactante las tendencias que ya conocemos, que han transformado a China en el principal consumidor de la producción de muchas economías (incluyendo la uruguaya)… Por ejemplo, a pesar de que China está creciendo a un ritmo más lento, Xi dijo que en los últimos cinco años se crearon más de 10 millones de empleos urbanos por año y salieron de la pobreza unos 60 millones de personas. Desde el punto de vista del consumo de materias primas y alimentos son cifras enormes.

RA – ¿Hubo pistas sobre qué se espera en materia económica para los próximos años? ¿Se revisó, por ejemplo, la meta de crecimiento para este nuevo período de gobierno?

TS – No hubo anuncios muy concretos, pero el congreso dura una semana… Varios especialistas decían en prensa ayer que la ausencia de referencias muy concretas ayer no quiere decir que no vaya a haber lineamientos más precisos un poco más adelante.

En lo que hace al ritmo de crecimiento, en particular, la expectativa del mercado en general está en que China logre ir estabilizando el ritmo de crecimiento en torno a las tasas actuales (alrededor de 6,5%), o incluso un poco más bajas. De hecho, muchas voces sostienen que sería deseable ver un crecimiento más lento si eso significa ir avanzando en un patrón de crecimiento más “sostenible”, menos apoyado en la inversión y las exportaciones y con más contribución del consumo.

RA – Llama la atención eso de un patrón de crecimiento con más consumo y menos inversión y exportaciones… Totalmente opuesto a la lógica en la que pensamos el crecimiento “deseable” en Uruguay… ¿Por qué ese objetivo?

TS – El “boom” económico de China desde los 80s estuvo apoyado en un modelo fuertemente exportador, con las exportaciones subiendo hasta representar casi el 40% del PIB a mediados de los años 2000s. Sin embargo, luego de la crisis internacional de 2008 y ante la debilidad de la demanda de los países desarrollados (que estaban en recesión), quedó claro que ese modelo no tenía continuidad. En ese momento la inversión local, que también venía mostrando un crecimiento bastante acelerado, tuvo un salto adicional. Hubo un boom de inversiones en construcción y en infraestructura, en muchos casos con dudosa capacidad de repago y financiadas generalmente con deuda.

Más allá de las carencias de infraestructura en la situación inicial y las oportunidades que abre el propio proceso de crecimiento económico, tasas de inversión de casi la mitad del PIB por año hicieron aparecer temores de sobre inversión y de posibles burbujas… El crédito al sector no financiero, de hecho, subió por arriba de 2 veces y media el PIB, nivel que supera cualquier parámetro “normal” de las grandes economías del mundo y que además es muy superior a niveles que en otros países terminaron desencadenando crisis financieras muy serias.

Con ese telón de fondo, las autoridades tienen en agenda hace varios años (y de hecho lo hicieron explícito en ocasión del anterior congreso del partido, hace cinco años), el migrar a un crecimiento más apoyado en el consumo.

RA – Tamara, más allá de esos riesgos de “burbuja” que señalabas, las preocupaciones sobre una posible crisis se vienen atenuando, no? Al menos dejaron de ser titular frecuente en la prensa internacional en los últimos meses.

TS – Sí, quizás el momento más severo en materia de expectativas fue entre fines de 2015 y 2016, cuando se vio además una fuerte pérdida de reservas en China y presiones importantes de devaluación sobre el yuan. La incertidumbre por un posible “aterrizaje forzoso” en China fue un gran factor de destabilización también para los mercados accionarios en las economías centrales y también fue disparador de salida de capitales desde los países emergentes el año pasado. Pero ahora, como tú decís, esos temores parecen más atenuados…

En parte puede ser por medidas que ha ido tomando el propio gobierno para ir desactivando los riesgos (particularmente en lo que hace al sector de la construcción). También ha habido una política monetaria más bien contractiva en China… pero lo cierto es que varios de los desequilibrios siguen latentes y con escaso cambio. Decía recién que el crédito supera el 250% del PIB. El déficit fiscal oficial no es tan grande, pero si se suma la inversión en infraestructura a través de empresas de propiedad estatal se estima que es de aproximadamente 15% del PIB (con muchas dudas sobre la capacidad de repago de esas inversiones por lo que decía antes). Son todos elementos que imponen cautela sobre las perspectivas de mediano y largo plazo, aunque de momento parece haberse disipado las preocupaciones por el horizonte más inmediato.

RA – Para ir cerrando, Tamara, ¿podemos repasar cómo se viene comportando el comercio exterior de Uruguay con China?

TS – Claro. En materia de exportaciones, recordemos que Uruguay le vende a China sobre todo soja, carne y celulosa. También vendemos otros productos, pero China se destaca como el principal comprador en esas tres categorías, que a su vez corresponden a nuestros tres principales productos de exportación.

Medido en dólares el flujo exportador a China era del orden de US$ 2.100 millones en 2013 y el año pasado había bajado a unos US$ 1.800 millones. Juega mucho el efecto precio. En volúmenes, en el año móvil cerrado en setiembre de 2017 vendimos más soja y más carne incluso que en aquel período de montos récord.

Con respecto a las importaciones, también hay una caída desde el máximo que alcanzamos en 2014 (cuando superamos los US$ 2.000 millones en compras)… Pero también aquí hay efecto precio, porque el índice de volumen físico que publica el Banco Central sobre las compras desde China está de hecho en valores récord en términos históricos si miramos lo que va de 2017.

En definitiva, Romina, China se mantiene como uno de nuestros principales socios comerciales, con montos algo más bajos por la caída general de precios de commodities que se vio en los últimos tres años, pero con volúmenes cada vez más importantes.