Editorial

Venezuela hoy y el 83 uruguayo

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Por Emiliano Cotelo ///

Yo no suelo firmar declaraciones o solicitadas que circulan mano a mano o por internet.
Es un criterio muy personal. En definitiva, se resume así: lo que yo tengo para decir u opinar sobre asuntos de interés público lo vuelco acá, en los espacios periodísticos donde me expreso.

Sin embargo, hoy voy a adherir -virtualmente, por radio- a una petición que se publicó esta semana. Está disponible en el sitio Change.org, un portal donde pueden publicarse este tipo de documentos y recoger a continuación el apoyo de quienes los comparten, con sus nombres y, eventualmente, sus comentarios.

Esta petición se titula: Uruguayos por la libertad y la democracia en Venezuela.

¿Qué fue lo que me atrajo de esta iniciativa? Dos cosas: 1) el texto en sí mismo; 2) la forma en que se gestó: quiénes lo promueven.

La Generación 83

Empiezo por esto último.

Me parece muy interesante que surge de lo que suele denominarse “Generación 83”, o sea una gran masa de hombres y mujeres que se iniciaron en la vida política, social o sindical alrededor del año 1983, todavía en dictadura, cuando se produjo el destape de la movilización pública en reclamo de libertad y democracia. Aquel año tuvo, el 1º de mayo, el primer acto público del Día de los Trabajadores autorizado por el gobierno militar, una concentración gigantesca donde hizo su presentación el Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT), continuador de la CNT, entonces ilegalizada; y en setiembre tuvo la Semana del Estudiante, cuyo punto culminante fue la marcha que un sábado al mediodía partió de la Universidad de la República (UdelaR) y recorrió la avenida 18 de Julio y Bulevar Artigas hasta el estadio Luis Franzini, promovida por la Asceep (Asociación Social y Cultural de Estudiantes de la Enseñanza Pública), que tomaba la bandera de la FEUU, entonces clandestina. Justamente, las fotos de esa caminata, de resistencia pero al mismo tiempo fresca y sonriente, son la que, de algún modo identifican a aquella “generación 83”, un grupo que incluye personas que entonces tenían –digamos- entre 16 y 30 años de edad, según el ámbito de militancia en el que se movían, desde Secundaria hasta la Universidad, en los sindicatos de trabajadores u otras organizaciones.

Mi experiencia

Yo, de algún modo, integro esa generación. No me atribuyo ningún grado de heroísmo. Pero viví y sentí aquellos hechos, y lo hice de los dos lados del mostrador. Yo estudiaba en la Facultad de Ingeniería de la UdelaR y escribía en la revista Diálogo Universitario, que en cierta forma fue el germen de la Asceep. Y pocos días después del acto del 1º de mayo comencé a trabajar como periodista en radio, a partir de lo cual tuve el privilegio de informar, desde muy de cerca, sobre toda aquella agitación pacífica que cobraba cuerpo, desafiando a la represión y a la censura, y que se coronó en noviembre en “el río de libertad”, el inolvidable acto del Obelisco, convocado, como enfatizó Alberto Candeau, “por todos los partidos políticos”, los autorizados por el régimen y también los todavía proscriptos.

En aquellos meses tan fermentales coincidí y colaboré con gente de orígenes ideológicos y partidarios muy diferentes, desde la izquierda a la derecha, coordinados en una fraternidad única: aquel ambiente de “la concertación” que jugó un papel tan importante para que Uruguay terminara sacudiéndose la tiranía cívico militar.

Los nombres

Reviví todo aquello en estos días cuando me encontré con esta petición de Uruguayos por la libertad y la democracia en Venezuela.

Me parece simbólicamente muy relevante la lista de nombres que puede leerse al pie de la página (*). Allí hay varias figuras de la oposición uruguaya, por ejemplo Jorge Gandini, Pablo Iturralde, Pablo Da Silveira, Isaac Alfie, Pablo Mieres o Daniel Radío, junto a otros que no suelen aparecer encasillados, como Renato Opertti, Gabriel Oddone o Gonzalo Frasca, más dirigentes sindicales como Richard Read y también personas claramente identificadas con el Frente Amplio (FA), al punto que han ocupado cargos destacados en estos últimos gobiernos, como Fernando Filgueira, Antonio Carámbula, Fernando Lorenzo, Alicia Torres o Alvaro Echaider.

Es cierto: no está todo el arco partidario. En especial, y lamentablemente, no aparece completo el espectro del oficialismo. Pero es un hecho político destacado que la izquierda esté.

Los que mencioné recién no son los primeros frenteamplistas que se plantan de esta manera ante el caso Venezuela; pienso como antecedentes, por ejemplo, en varios tertulianos que nos acompañan en La Mesa, como Gerardo Caetano, Juan Grompone, Esteban Valenti o Fernando Butazzoni. Pero, sobre todo después de la interpelación al canciller Rodolfo Nin Novoa, donde no hubo ninguna coincidencia entre oficialismo y oposición a la hora de la votación, creo que es significativo que ahora haya varios representantes de la izquierda dispuestos a dar la cara y pronunciarse con respecto a Venezuela, en una acción conjunta con blancos, colorados e independientes. Con ello están diciendo que lo que dicen es lo que deberían decir todos aquellos que sufrieron, en carne propia o en familiares o amigos, el autoritarismo, los balazos, los palazos, la violencia de grupos parapoliciales, los asesinatos, las torturas, las acusaciones inventadas, los arrestos arbitrarios, los presos políticos, el pasaje a la justicia militar, la persecución en los lugares de trabajo, el abuso, la opresión, junto con la economía nacional desquiciada y la excusa fácil de las autoridades de que los problemas se deben a que están enfrentando movimientos golpistas junto con conspiraciones foráneas.

La petición

¿Y qué dice el llamado?

Es muy breve y tiene la virtud de expresarse de manera notablemente clara y contundente.

Dice, nada más y nada menos, lo siguiente:

Las mujeres y hombres que firmamos esta declaración:
1. Entendemos que la situación política de Venezuela por estas horas obliga a pronunciarse sin ambigüedades.
2. Somos parte de una generación que, junto al pueblo uruguayo, luchó por el restablecimiento de la democracia, la libertad y los derechos de las personas a comienzos de los años ochenta en Uruguay.
3. Estamos convencidos de que la democracia no es solo un medio para garantizar la convivencia y la justicia social; es, al igual que la libertad, un fin en sí mismo.
4. Denunciamos las acciones represivas que ejerce el gobierno de Nicolás Maduro contra los ciudadanos que reclaman un cambio en Venezuela.
5. No manifestamos o declaramos nuestro apoyo o simpatía hacia ninguna organización política venezolana, pero exigimos el cese de la represión a la población civil y el restablecimiento de los mecanismos constitucionales que garanticen la paz y el funcionamiento pleno de la democracia en Venezuela.
6. Estamos convencidos de que la crisis de Venezuela la deben resolver los venezolanos. Sin embargo, sumamos nuestra voz a la de los libertarios y demócratas del mundo para decir NO MÁS REPRESIÓN Y PLENA VIGENCIA DE LA LIBERTAD Y DE LA DEMOCRACIA EN VENEZUELA.

Está muy bien. Comparto de la primera a la última palabra.

Y dale con Venezuela…

Por último, una aclaración a propósito de una pregunta que formulan algunos de nuestros oyentes: ¿Por qué tanta insistencia con Venezuela?

No es Venezuela, claro, el único país del mundo que padece una crisis política, económica y social grave, donde las instituciones tambalean y la sociedad sufre. Pero ocurre que en Venezuela están muriendo jóvenes casi todos los días (45 en el último mes y medio). Y no sólo eso. Casualmente, Venezuela integra nuestro círculo más cercano, al punto de que votamos su incorporación al Mercosur, en una resolución muy discutible. Y los tratados del Mercosur poseen disposiciones de salvaguarda de la democracia, que habilitan cierto grado de “injerencia” y que supimos usar hace cinco años con Paraguay, cuando lo suspendimos. Además, Venezuela nos duele de manera especial, por la solidaridad que ese país y su población ofrecieron, en su momento, a los uruguayos perseguidos por la dictadura de acá. Y, por último, la realidad venezolana nos resulta más acuciante todavía, porque nos encontramos a cada rato, a la vuelta de la esquina o en un comercio, con los exiliados de ese origen, que llegan en un goteo constante, buscando el aire fresco que acá disfrutamos, y que en el mano a mano nos cuentan, de la manera más cruda y directa, los padecimientos que arrastran sus seres queridos que quedaron allá.

Por todas esas razones, esta petición, que ya supera las 1.600 firmas, debería recoger muchas más.

 

 

(*) La lista original de firmantes incluye a: Gonzalo Altamirano, Juan Pablo Dallorso, Pablo Da Silveira, Juan Daufin, Oscar Destouet, Juan Echagüe, Rosario Echagüe, Alvaro Echaider, Alejandra Erramuspe, Fernando Errandonea, Fernando Filgueira, Guillermo Fraga, Jorge Gandini, Ana Cristina García, Javier García, Bruno Gili, Pablo Iturralde, Javier Lasida, José W. Legaspi, Alvaro F. Lorenzo, Fernando Lorenzo, Ruben Martínez, Aldo Mazzucchelli, Pablo Mieres, Gonzalo Mujica, Gabriel Oddone, Gustavo Olmos, Renato Opertti, Jorge Ottavianelli, Jorge Papadópulos, Roberto Pérez Rodino, Daniel Radío, Richard Read, Italo Savio, Gerardo Sotelo, Gonzalo Tancredi, Alicia Torres, Fernando Uriarte.

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Emitido en el espacio En Primera Persona de En Perspectiva, viernes 19.05.2017, hora 08.05