El refugiado sirio Jihad Diyab, que ayer regresó a Uruguay deportado por Venezuela, se instaló en un apartamento del Centro de Montevideo facilitado por la Cancillería y el Ministerio de Vivienda. En diálogo con En Perspectiva, la ex vicecanciller Belela Herrera relató todo el periplo del ex recluso de Guantánamo desde que se dirigió a la frontera con Brasil en julio y viajó al país caribeño.
Herrera, quien acompaña a Diyab desde su llegada a Montevideo hace dos años por su experiencia en Acnur, contó que el sirio quiso irse a la frontera para estar sólo durante el Ramadán. Cuando llegó allí comenzó a circular información que le adjudicaba intenciones de planificar un atentado en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro lo que inquietó a la comunidad árabe de la frontera. Según Herrera algunos referentes le trasmitieron que no lo querían cerca y le dieron plata para ir Venezuela, donde hay un comunidad árabe mucho mayor.
Jihad viajó en óminbus con su pasaporte del Mercosur hasta el país caribeño. Allí al cabo de cinco días quiso hablar con su familia y se dirigió al consulado uruguayo en Caracas. A la salida de las oficinas, por razones que Herrera dijo desconocer, diez agentes del servicio de inteligencia venezolano lo detuvieron y lo mantuvieron incomunicado.
Según la ex vicecanciller, Diyab no cumplió con el requisito de pedir entrada a un país soberano, y pese a que tenía el pasaporte del Mercosur no presentó la visa que Venezuela le exige a los sirios. Luego de semanas de incomunicación, Diyab se enteró de que iba a ser deportado nuevamente a Uruguay. Según Herrera, el ex recluso esperó un gesto de solidaridad de Venezuela para ayudarlo a ir a Turquía, a donde su familia tuvo que escapar luego de que su casa en Siria fuera bombardeada. Por eso, en ese momento sintió que "toda su aventura había fracasado", y decidió empezar una huelga de hambre.
Pese a la medida, Diyab retornó en buenas condiciones físicas. "Está muy frustrado y y muy angustiado porque no puede salir de su casa porque está lleno de periodistas abajo". Además en Venezuela le robaron el celular que utilizaba para comunicarse con su familia, contó Herrera.
"Tiene un único deseo de estar con su familia. Tuvo una vida desastrosa que él pretende reahacer en un país árabe porque ha tenido una dificultad de adaptación grande en cuanto al idioma y las costumbres de Uruguay", dijo Herrera. "Por más que el reconoce la ayuda del gobierno y la agradece él siente que acá no va a poder darle una vida digna a la familia cuando se termine el apoyo oficial", agregó.
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Foto en Home: Jihad Diyab en Montevideo durante la 20 Marcha del Silencio. Crédito: Nicolás Rodríguez/adhoc Fotos