Editorial

El Estado y las iniciativas privadas en Marconi y Casavalle

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Por Emiliano Cotelo ///

Fue una experiencia muy estimulante la que vivimos este miércoles, cuando desarrollamos buena parte de En Perspectiva desde el centro educativo Los Pinos.

Es una ONG enclavada en el corazón de la cuenca de Casavalle, esa zona que ha sido noticia triste y preocupante en estos días por los incidentes tan graves que estallaron el viernes 27, hace una semana, en el barrio Marconi.

Los Pinos nació hace 19 años, pensado originalmente como complemento de la enseñanza pública de ese lugar, uno de los más pobres y problemáticos de Montevideo. Con el correr del tiempo su oferta de actividades ha ido incorporando: un club de niños, para completar la jornada de los escolares; un centro juvenil, que hace lo propio con alumnos de secundaria; y talleres que brindan cursos cortos de capacitación laboral para jóvenes de 17 a 24 años. Además, ahora ingresó en la educación formal inaugurando el primer año de un liceo técnico, habilitado por UTU. En total, cada día pasan por sus instalaciones más de 300 estudiantes, que además tienen acceso a desayuno, almuerzo y/o merienda, según los horarios, en un comedor muy cómodo, abastecido por una cocina de primera, donde quienes trabajan son mujeres y hombres del entorno, igual que en las otras tareas en las que se necesita funcionarios.

Como ustedes pudieron observar en nuestra trasmisión en video o en las fotos publicadas en EnPerspectiva.net, los edificios y la infraestructura son de primer nivel, incluyendo un gran gimnasio techado y canchas para diferentes deportes, entre ellas varias de fútbol y de rugby con el césped perfectamente mantenido. El deporte, justamente, es una herramienta importante del proyecto, por los valores que trasmite, pero además porque se usa para favorecer la inclusión social de estos chicos. Porque los equipos de Los Pinos compiten regularmente con los de barrios de la costa, por ejemplo Carrasco o Pocitos, por ejemplo en rugby, jugando tanto de visitantes como de locales.

Pese a la inseguridad que reina en Casavalle, las rejas y el sistema de alarma cubren sólo a las construcciones de Los Pinos. Mientras tanto el predio –de ocho hectáreas– está abierto a los vecinos, que, de hecho, lo disfrutan como si fuera un parque. Esa decisión forma parte de una estrategia muy audaz, que procura que la comunidad cuide y defienda a este centro porque lo va sintiendo como propio, algo que, más allá de incidentes menores, se ha ido logrando. Pablo Bartol, fundador de Los Pinos, dice que él se retirará de la dirección el día en que “alguien del barrio, que haya pasado por el centro y que haya estudiado en la universidad, logre ocupar el puesto”.

Uno de los grandes logros de Los Pinos es la creación de la Olimpíada de Matemática, un programa que nació pensado para los niños de las escuelas públicas de la zona pero que se ha ido extendiendo, al punto que en los talleres para la edición de este año están participando 30.000 escolares de 11 departamentos. La experiencia ha sido tan rica que Los Pinos trabaja ahora para crear allí mismo una carrera de profesorado en matemática.

Todo esto ocurre en una institución de gestión privada, pero donde el 60 % del presupuesto es financiado con fondos públicos. No sé a ustedes, pero a mí este dato me impresionó: 60 % del presupuesto proviene del Estado.

¿Cuáles son esos recursos estatales? Una parte, acuerdos con el INAU, por ejemplo para el club de niños. Otra, del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (INEFOP), que respalda los cursos de capacitación, por ejemplo el que conocimos cuando entramos al laboratorio dedicado a auxiliares de la industria farmacéutica. Y una tercera fuente de dinero público es la reasignación de impuestos de las empresas privadas que realizan donaciones. Esto último es posible por una normativa que habilita que si una empresa dona $ 100 a un proyecto avalado por el gobierno, su costo real es $ 18,75, porque el 75 % del monto se imputa como pago a cuenta del Impuesto al Patrimonio y el Impuesto a la Renta de Actividades Empresariales (IRAE) y el otro 25 % puede ser imputado a todos los efectos fiscales como gasto de la empresa.

Ustedes saben: algunos de estos mecanismos han sido muy resistidos por sectores de la izquierda y del movimiento sindical. Muchos rechazan que las empresas puedan resolver el destino de una parte de los impuestos que pagan. Sobre todo cuestionan este régimen porque, al mismo tiempo, objetan los sistemas de trabajo que han implementado algunas de las instituciones beneficiarias. Particularmente, han criticado a los nuevos liceos gratuitos de gestión privada que se financian por esta vía, entre ellos dos localizados también en la cuenca de Casavalle: el Jubilar, que es de origen católico, y el Impulso, que es laico.

En el caso de Los Pinos, hay varios aspectos que han sido mencionados como controvertidos:

  1. que en la mayoría de sus actividades sólo admite varones;
  2. que selecciona entre los aspirantes en función del compromiso que demuestre la familia con la educación de sus hijos;
  3. que cobra una mensualidad de $ 390 como forma, justamente, de que el estudiante y sus familiares valoren el servicio que reciben (aunque si no pueden pagarlo en efectivo tienen la opción de hacerlo con horas de trabajo en el centro).

También se ha mirado con recelo que está patrocinado por el Opus Dei y tiene una capilla (aunque la participación en actividades religiosas no es obligatoria para los niños y jóvenes y, de hecho, muchos se mantienen al margen de ellas; por lo demás, y este dato es notable, el terreno fue donado por un empresario que es, al mismo tiempo, un connotado integrante de la colectividad judía).

Después de nuestra visita a Los Pinos, y de lo que conocimos antes en otras organizaciones de esa parte de Montevideo, por ejemplo el Movimiento Tacurú, yo quiero hoy saludar especialmente que el Estado siga apoyando iniciativas que ponen en práctica métodos diferentes a los oficiales.

No es algo nuevo. Viene de antes del acceso del Frente Amplio al poder. Pero no era obvio que se profundizara en esta dirección en las presidencias de Tabaré Vázquez y de José Mujica. Y sin embargo, ocurrió. Y más interesante todavía es que, pese a las objeciones internas tan fuertes, estos mecanismos se mantienen vigentes.

¿Acaso el Estado puede sostener que tiene la fórmula mágica para encarar la problemática social de la cuenca de Casavalle y su entorno, una verdadera afrenta para nuestro país?

En estos días se discute si el Estado esté ausente en estas zonas y cuál ha sido la efectividad de sus políticas sociales. Yo no quiero entrar en ese debate. Digo sí que, como quedó claro hace una semana, la tarea que hay por delante es gigantesca y muy compleja. Y que resulta conveniente y necesario sumar en ese empeño a otras visiones y a otros liderazgos. En particular, me parece, es fundamental que se abra espacio a la experimentación y a la innovación.

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(*) La Olimpíada de Matemática es uno de los programas mixtos.

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Emitido en el espacio En Primera Persona de En Perspectiva, viernes 03.06.2016, hora 08.05